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NO TOQUÉIS A MIS UNGIDOS NI HAGÁIS MAL A MIS PROFETAS

Índice

“No toquéis . . . a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas” (I Crónicas 16:22). 

Autoridad Espiritual: Ay de aquel que toque a mis ungidos, no hagas mal a mis profetas

Esta es una escritura muy importante que trata con el tema de la autoridad. Nos enseña dos cosas. Primeramente, debemos tener respeto para el hombre de Dios. Tal como ya dijimos, debemos apreciar el oficio que un hombre ocupa. 

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Frecuentemente Dios usa a alguien en un puesto de autoridad para realizar Su plan aunque aquel hombre no está siempre haciendo Su voluntad. Él nombró al rey pagano, Ciro, para cumplir Su propósito (Isaías. 44:28-45:3), y Él habló a Su gente por medio del rey Egipcio, Necao (II Crónicas 35:20-24). Dios envió un espíritu de profecía sobre el rey apóstata Saul (I Samuel 19:23-24). 

Dios también dio una palabra de profecía al sumo sacerdote hipócrita Caifás específicamente a causa del oficio que ocupaba. Caifás actualmente tramaba matar a Jesús y no se dio cuenta del significado de sus propias palabras, pero Dios habló mediante él y a pesar de él (Juan 11:49- 52). 

No toquéis a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas, 1 Crónicas 16:22

Si Dios puede usar estos hombres perversos debido a sus puestos, ¿Cuánto más puede usar a líderes sinceros, honestos, y piadosos aun cuando pensamos que ellos están haciendo un error?

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En segundo lugar, esta escritura (No toquéis a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas, 1 Crónicas 16:22) prohíbe una acción individual contra un líder antes que Dios le ha sacado de su oficio. No es bíblico que alguien conspire o se rebele contra un líder a quien Dios ha llamado. 

Dios reforzó la autoridad a Moisés ante la murmuración de Aarón y María 

Aarón y María murmuraron, pero ay de aquel que toque a uno de mis ungidos… No hagas mal a mis profetas

Dios reforzó la autoridad de Moisés contra la murmuración de su hermana y hermano mayor, María y Aarón, y contra la rebelión de Coré. Aun cuando el líder está equivocado o está mal, es peligroso que un individuo bajo su autoridad se rebele. 

No toques a mis ungidos

Saul se había apartado de Dios y Samuel le había ungido a David como el próximo rey, pero aún entonces David rehusó oponerse a Saul. Debido a sus celos, Saul trató de matar a David y trató de atraparle. En dos ocasiones durante este tiempo David tuvo la oportunidad de matar a Saul, pero no lo hizo, aunque aparentemente habría cumplido la voluntad de Dios. 

(También puedes visitar la sección de prédicas cristianas escritas)

Mientras Saul era rey, David respetaba su posición y ungimiento. No importa cuan justificado usted piensa que es, es sumamente peligroso murmurar o rebelarse contra la autoridad que Dios ha puesto sobre usted.

Todos debe someterse a una autoridad superior 

Sin embargo, algunos líderes tratan de usar esta escritura para establecer un tipo de dictadura o una exención de control. Se están olvidando que a la vez tienen una autoridad puesta sobre ellos por Dios. Todos tienen que someterse a una autoridad superior, como era el caso en la iglesia primitiva. “Sométase toda persona a las autoridades superiores” (Romanos 13:1). En este respecto, note la historia registrada en I Reyes 2:13-27.

(Puedes visitar la sección de Vida Cristiana)

Salomón fue escogido por Dios para tomar el lugar de David como rey. Su hermanastro mayor, Adonías, había tramado para llegar a ser el rey, pero Salomón era el que ya había sido ungido. Adonías continuaba a tramar con Abiatar el sacerdote y con Joab el general. 

Específicamente, Adonías intentó obtener una esposa de David como su propia esposa. La costumbre de entonces era que la esposa de un monarca difunto debería permanecer viuda o en cambio sería dada al sucesor del monarca.

Entonces Adonías realmente estaba tratando de establecerse a sí mismo como el sucesor verdadero en los ojos de la gente. Salomón se dio cuenta y les hizo asesinar a Adonías y a Joab. El también expulsó a Abiatar del sacerdocio, pero no lo mató a causa de sus servicios pasados a Dios y a David.Salomón tenía respeto a él debido a su posición como sacerdote, pero de todos modos le expulsó de su oficio. Él tenía respeto, pero también juicio.

Salomón tenía la autoridad de juzgar a Abiatar

La lección es esta: Salomón tenía la autoridad de expulsar a Abiatar del sacerdocio porque Abiatar, por sus propias acciones rebeldes, había perdido sus requisitos para ser un sacerdote. Salomón era el gobernador escogido por Dios sobre la nación, y él tenía la autoridad de juzgar a Abiatar.

(Puedes leer más estudios bíblicos)

Si un ministro ha sido silenciado, excomulgado, o juzgado en cualquier manera, algunos dicen que la iglesia está entrometiéndose con el llamamiento y la unción de Dios y están en violación de las escrituras que hemos citado. Sin embargo, según la Biblia, los que ocupan los puestos de autoridad tienen el poder de juzgar.

La iglesia no está quitando la unción, pero aquella persona se ha descalificado a sí mismo de su posición por sus propias acciones. De hecho, Pablo reprendió la iglesia en Corinto por no haber juzgado el pecado en una cierta situación. El preguntó si había alguien que era suficientemente sabio para juzgarlo. Si no, entonces él quería saber cómo ellos serían capaces de juzgar al mundo mas tarde (I Corintios 5:1-13, 6:1-5).

Solo porque algunos han sido ungidos por Dios para una posición no significa que no pueden ser sacados de aquella posición. Es cierto que ningún individuo en particular debe tratar de hacer esto, pero Dios ha dado la autoridad a la iglesia de hacerlo. 

De otra manera ¿Por qué habría Dios dado los requisitos para las oficios del ministro (anciano, obispo) y diácono? Dios mismo ha puesto el gobierno en la iglesia (Romanos 12:8, I Corintios 12:28). ¿Por qué haría esto si ese gobierno no tuviera ningún poder de ser ejercitado? 

Nos damos cuenta que debemos seguir el itinerario y la dirección de Dios. Sin embargo, también debemos darnos cuenta que Dios ya ha dado a conocer Su voluntad y Su itinerario en ciertas situaciones. 

En particular, Dios ya ha dicho en la Biblia que cuando un líder peca y fracasa en cumplir ciertas normas enumeradas, entonces que ese es el momento cuando los que tienen el dominio sobre él deben actuar.

La gente de la iglesia no tiene ningún derecho de rebelarse, pero ellos pueden informar a los que tienen la autoridad de una situación, y los que tienen la autoridad tienen el derecho de juzgar el asunto

Entonces, “no toqués a mis ungidos” no da ninguna inmunidad del control y de la disciplina ni al ministro ni al líder. No le salvó a Abiatar de ser expulsado del sacerdocio cuando él se rebeló. Tampoco impedía que Esdras y Nehemías no expulsaran del sacerdocio un gran número de hombres que no reunían los requisitos apropiados (Esdras 2:61-63, Nehemías 7:63-65).

Errores en el liderazgo. 

¿Qué debemos hacer si pensamos que nuestro pastor o líder está en el error? Si esto está en relación a un método, un programa, o una enseñanza particular, debemos ser humildes y sumisos. Podemos tener diferencias de opiniones y convicciones pero aun así debemos apoyar y respetar a los líderes piadosos. Nunca tenemos el derecho de murmurar, quejar, o sembrar la discordia.

Si queremos cambiar unas cosas, podemos orar y esperar que Dios solucione las cosas. A veces es apropiado ofrecer sugerencias respetuosas directamente al líder. Si usted no colabora activamente con una cierta cosa, entonces por lo menos no haga nada para obstruirla o minarla.

Si un líderno está operando éticamente, está viviendo en el pecado, o está enseñando doctrina falsa, entonces debemos llevar el asunto delante de los que tienen el dominio sobre él y dejar que ellos traten el asunto.

Aunque hemosenfatizado la importancia de obedecer la autoridad, queremos aclarar dos cosas con respecto a los problemas del liderazgo. 

Primeramente, los líderes pueden ser reemplazados o cambiados si esto se hace con una actitud correcta y con la autoridad apropiada.

Segundo, nadie tiene que seguir al liderazgo al error espiritual o a posiciones contrarias a la Palabra de Dios.Seguimos a los líderes mientras ellos siguen a Cristo (Véase I Corintios 11:1, Gálatas 1:8).