Buscar a Dios en todo tiempo

I. Buscando a Dios

A) Introducción: Buscar a Dios en todo tiempo

La vida está llena de altibajos, momentos de prosperidad y tiempos de aflicción. Sin embargo, como creyentes, somos llamados a buscar a Dios en todo tiempo no solo cuando las cosas van bien, sino también en las pruebas más oscuras. La Biblia nos enseña que Dios está presente en cada momento de nuestra vida y que nuestra relación con Él debe ser constante y profunda, independientemente de nuestras circunstancias.

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B) Un llamado constante al corazón del creyente

En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo cita una declaración impactante tomada de los Salmos:
«No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios« (Romanos 3:11).

¿Cómo es posible que tanto Pablo como David hayan hecho tal afirmación? ¿Podría ser cierto que, de todos los seres humanos que han existido, ni siquiera uno haya buscado realmente a Dios? Aunque incontables personas a lo largo de la historia han buscado algún dios, la búsqueda del único y verdadero Dios parece ser más esquiva.

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Esta realidad se explica al reflexionar sobre el efecto del pecado en la humanidad. Desde el engaño inicial de Satanás en el jardín del Edén, el pecado ha distorsionado nuestra percepción de Dios. A causa de esto, los conceptos humanos acerca de Dios están empañados, incompletos y, en muchos casos, erróneos. Es únicamente cuando Dios decide revelarse a sí mismo que nuestras mentes y corazones pueden ser iluminados con la verdad. Solo entonces se vuelve posible buscar a Dios genuinamente.

II. El propósito de la búsqueda es conocer a Dios

Jesús, en su oración por los discípulos, expresó esta verdad profunda:
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3).

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Aquí, Jesús nos recuerda que conocer a Dios es el núcleo de la vida eterna. No se trata de una búsqueda superficial, sino de un deseo profundo y constante de conocer al Señor cada vez más. Los pensamientos que abrigamos sobre Dios moldean nuestra vida. Por ello, la búsqueda de Dios no es solo una responsabilidad cristiana, sino también un privilegio incomparable.

A) Las dificultades en la búsqueda

Buscar a Dios no siempre es sencillo, pero no porque Él sea inaccesible o se oculte. Más bien, nuestra mente está plagada de conceptos erróneos, mentiras culturales y la influencia de nuestra naturaleza pecaminosa (Jeremías 17:9; Santiago 1:13-15). Sin embargo, hay esperanza: esas creencias erróneas se desvanecen a medida que conocemos a Dios y crecemos en nuestra relación con Él.

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El proceso comienza al poner nuestra confianza en Jesucristo y recibir la salvación. Cuando el Espíritu Santo mora en nosotros transforma nuestros corazones y nos capacita para la búsqueda del Señor con un nuevo entendimiento (Efesios 1:13-14; Romanos 8:26-30).

III. Buscar a Dios en todo tiempo

A) Buscando a Dios en la prosperidad

Es natural que en tiempos de abundancia nos sintamos agradecidos y alegres. Sin embargo, a menudo, la prosperidad puede llevarnos a confiar en nuestras propias fuerzas y olvidar que todo lo que tenemos proviene de Dios. En Deuteronomio 8:10-14, Dios advierte a los israelitas sobre este peligro:

«Cuando hayas comido y estés satisfecho, alabarás al Señor tu Dios por la buena tierra que te ha dado. Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios…»

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Cuando experimentamos éxito o bendiciones, es crucial reconocer que estas provienen de Dios y no de nuestra habilidad o mérito personal. Un ejemplo claro es el de Salomón, quien, al principio de su reinado, buscó a Dios y pidió sabiduría para gobernar. Como resultado, Dios lo bendijo con riquezas y honra (1 Reyes 3:5-14). Sin embargo, más adelante, cuando Salomón dejó de buscar a Dios, permitió que su corazón se desviara hacia los ídolos, lo que trajo consecuencias para él y su pueblo.

En tiempos de prosperidad, debemos mantenernos humildes y recordar siempre a Dios. La gratitud y la adoración nos ayudan a enfocarnos en el Dador más que en los dones.

B) Buscando a Dios en la aflicción

Por otro lado, los tiempos de dificultad nos ofrecen una oportunidad única para experimentar la presencia y el consuelo de Dios. El salmista David entendió esto profundamente. En el Salmo 34:18, escribe:
«El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido».

David enfrentó persecuciones, traiciones y pérdidas, pero continuamente buscó a Dios en medio de sus pruebas. Un ejemplo notable es cuando huía de Saúl y se escondía en cuevas (1 Samuel 22). A pesar de sus circunstancias, David no dejó de clamar a Dios, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, podemos encontrar refugio en Él.

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Otro ejemplo poderoso es el de Job, quien perdió todo: familia, riquezas y salud. A pesar de su dolor, Job declaró:
«Aunque él me mate, en él esperaré« (Job 13:15).

Job nos enseña que la búsqueda del Señor en la aflicción no significa ignorar nuestro dolor, sino confiar en Su soberanía y en Su propósito eterno.

C) Buscando a Dios en la rutina

Más allá de los extremos de prosperidad y aflicción, la mayor parte de nuestra vida se desarrolla en la rutina diaria. En estos momentos, también debemos buscar a Dios con diligencia. Es fácil caer en la trampa de la apatía espiritual cuando todo parece «normal». Sin embargo, Jesús nos enseñó en Mateo 6:33:
«Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.»

La búsqueda de Dios en la rutina incluye disciplinas como la oración diaria, la lectura de la Palabra y el servicio a los demás. Un ejemplo bíblico es Daniel, quien, aunque vivía en un entorno hostil en Babilonia, mantenía su hábito de orar tres veces al día, incluso bajo amenaza de muerte (Daniel 6:10). Su fidelidad diaria a Dios lo fortaleció para enfrentar desafíos mayores.

D) Buscar a Dios en decisiones importantes

Otro aspecto vital de buscar a Dios es hacerlo al tomar decisiones importantes. En Proverbios 3:5-6, se nos anima:
«Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.»

Un ejemplo bíblico es Nehemías, quien, antes de emprender la reconstrucción de los muros de Jerusalén, pasó tiempo en oración y ayuno, buscando la dirección de Dios (Nehemías 1:4-11). Su dependencia de Dios le permitió enfrentar oposición y completar la tarea con éxito.

IV. Promesas para quienes buscan a Dios

Las Escrituras están llenas de promesas para aquellos que buscan a Dios sinceramente. Segunda Crónicas 15:2-4 nos recuerda la relación entre buscar a Dios y experimentar Su presencia: «Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará.»

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Esta lección, repetida en pasajes como Deuteronomio 4:29, Jeremías 29:13 y Mateo 7:7, es clara: Dios no se oculta del corazón que lo busca con sinceridad. Su amor nos asegura que, si lo buscamos con todo nuestro ser, Él se dejará encontrar.

De igual forma en Jeremías 29:13, Dios dice: «Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.»

También en Hebreos 11:6 se nos asegura: «Él recompensa a quienes lo buscan diligentemente

Estas promesas nos recuerdan que nuestra búsqueda de Dios nunca será en vano. Él siempre se hace presente para aquellos que lo buscan con fe y humildad.

A) ¿Cómo podemos buscar a Dios en todo tiempo?

  1. Oración Constante: Mantener una comunicación abierta con Dios, tanto en las alegrías como en las penas.
  2. Lectura de la Biblia: Meditar en la Palabra nos ayuda a conocer a Dios y a fortalecer nuestra fe.
  3. Adoración y Gratitud: Alabar a Dios en todo momento nos mantiene enfocados en Su bondad y fidelidad.
  4. Comunión con los miembros de la iglesia: Compartir nuestra fe con otros creyentes nos anima y nos ayuda a mantenernos firmes.
  5. Obediencia y Servicio: La búsqueda de Dios incluye seguir Su voluntad y servir a los demás con amor.

V. Conclusión: Buscar a Dios en todo tiempo

Buscar a Dios en todo tiempo no es solo un llamado, sino un privilegio. Él está con nosotros en cada etapa de la vida, esperando que volvamos nuestro corazón hacia Él. Ya sea en la prosperidad, en la aflicción o en la rutina diaria, Dios promete estar cerca de aquellos que lo buscan. Sigamos el ejemplo de hombres y mujeres de fe que, a pesar de sus circunstancias, eligieron buscar a Dios con todo su corazón. En este camino, encontraremos no solo Su guía y Su paz, sino también Su amor eterno que transforma nuestras vidas.

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La búsqueda de Dios es una aventura continua, un llamado que nos transforma y nos lleva a la vida eterna. Es un viaje que comienza con un corazón abierto y una oración sencilla, pero que crece en profundidad al vivir en comunión con Él.

«Mas si desde allí buscares al Señor tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma» (Deuteronomio 4:29).

¿Estás buscando a Dios hoy? Si lo haces, Él promete que lo encontrarás. “Buscad al Señor mientras pueda ser hallado, llamadlo mientras está cerca” (Isaías 55:6).

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