Efesios 6:15 — “Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.”
1. Introducción: Un llamado a estar firmes en medio de la batalla
El apóstol Pablo, al escribir a los efesios, nos presenta una imagen poderosa de la vida cristiana: una batalla espiritual constante. No luchamos contra carne ni sangre, sino contra principados, potestades y huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12). En medio de esta guerra, el creyente no puede estar desarmado ni desprevenido. Por eso, el Espíritu Santo, a través de Pablo, nos invita a “vestirnos de toda la armadura de Dios” (Efesios 6:11).
Cada pieza tiene un propósito, y entre ellas hay una que, aunque a veces se menciona con menos atención, resulta esencial para mantenernos firmes y avanzar en la fe: el calzado del evangelio de la paz.
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Podríamos pensar que los zapatos no son tan importantes en una armadura, pero sin ellos, el soldado no puede resistir ni avanzar. El creyente descalzo espiritualmente es vulnerable a las trampas del enemigo. Por eso, Dios nos llama a calzar nuestros pies con la preparación del evangelio, a estar listos para caminar, resistir y proclamar Su paz.
Hoy reflexionaremos sobre el significado, el poder y la aplicación práctica de esta parte de la armadura divina.
2. El contexto: la armadura de Dios y la guerra espiritual
Pablo conocía bien la imagen de un soldado romano. Mientras estaba encarcelado, veía a los guardias con sus armaduras, y bajo la inspiración del Espíritu, las usó como una metáfora para describir las herramientas espirituales del creyente.
El soldado romano usaba un tipo especial de sandalias llamadas caligae. Estas no eran simples sandalias de cuero, sino calzados reforzados con clavos de hierro en las suelas, diseñados para dar firmeza en terrenos irregulares y proteger los pies de trampas o espinas.
De igual manera, el cristiano necesita una base sólida en su caminar espiritual. No puede enfrentarse al enemigo descalzo, inseguro o tambaleante. El evangelio de la paz es ese fundamento que da estabilidad al alma.
El término griego que Pablo usa para “apresto” es hetoimasia, que significa “preparación” o “disposición constante”. En otras palabras, estar calzados con el evangelio implica estar preparados siempre para resistir y para avanzar con el mensaje de Cristo.
3. El evangelio de la paz: las buenas nuevas que transforman
Antes de entender el calzado, debemos entender qué es el evangelio de la paz.
La palabra “evangelio” proviene del griego euangelion, que significa “buenas noticias”. Y estas buenas noticias son el mensaje de salvación, reconciliación y esperanza que Jesucristo trajo al mundo. Jesús mismo lo proclamó desde el inicio de su ministerio:
“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15)
El evangelio es el anuncio de que Dios nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Jesucristo, trayendo paz a los que estaban lejos y a los que estaban cerca (Efesios 2:17).
Esa paz no es solo la ausencia de conflicto, sino la restauración de la relación rota entre el ser humano y su Creador. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7) y que guarda el corazón en medio de las tormentas.
Por tanto, cuando Pablo dice que debemos calzarnos con el “evangelio de la paz”, nos está diciendo que nuestra seguridad espiritual proviene del mensaje que creemos y vivimos. Si estamos firmes en el evangelio, ningún terreno será demasiado difícil, y ninguna trampa del enemigo podrá detener nuestro caminar.
4. El fundamento firme del creyente
El salmista dijo:
“Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro.” (Salmos 89:14)
Así como el trono de Dios está cimentado en justicia, el creyente necesita tener su vida cimentada en el evangelio.
Cuando un cristiano tiene sus pies firmes en las buenas nuevas de Cristo, puede resistir los ataques del enemigo. Puede enfrentar los vientos de la duda, el dolor, la persecución y la tentación sin caer, porque su base no es su fuerza, sino la gracia y la verdad de Dios.
El evangelio no solo nos salva; también nos sostiene. Nos da dirección, propósito y estabilidad. Nos enseña que, sin importar lo que pase, nuestra posición en Cristo es segura.
“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado… si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio.” (Colosenses 1:21-23)
Cuando un creyente camina con este calzado, no tropieza ante los obstáculos, porque sabe quién lo sostiene.
5. La paz que viene de Dios
El evangelio no solo nos prepara, sino que nos llena de una paz sobrenatural. Jesús dijo:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27)
La paz del evangelio es diferente a la paz del mundo. El mundo ofrece tranquilidad basada en circunstancias: dinero, éxito, relaciones, poder. Pero esa paz es frágil. En cambio, la paz de Cristo permanece incluso en medio de la guerra.
El creyente calzado con el evangelio puede caminar sobre piedras, espinas y fuego, y aún así seguir adelante, porque su paz no depende de las condiciones externas, sino de la presencia interna de Dios.
Cuando Satanás intenta robarnos la paz con ansiedad, culpa o temor, los zapatos del evangelio nos recuerdan que estamos reconciliados con Dios, y que nada nos podrá separar de su amor (Romanos 8:38-39).
6. El propósito doble del calzado: defensa y avance
Los zapatos del soldado romano cumplían dos funciones principales: defensiva y ofensiva.
- Defensiva, porque daban estabilidad. Si un soldado perdía el equilibrio, estaba perdido. De igual manera, el cristiano debe mantenerse firme en la fe cuando llegan los ataques del enemigo. “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad…” (Efesios 6:14)
- Ofensiva, porque le permitían moverse hacia adelante, conquistar terreno y llevar el mensaje a nuevos lugares.
Dios no solo quiere que resistamos, sino que avancemos con el evangelio.
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)
Cada paso que da un creyente calzado con el evangelio es un golpe al reino de las tinieblas. Cada palabra de fe, cada testimonio, cada acto de amor es una semilla de paz plantada en medio del caos. Por eso Pablo cita en Romanos 10:15:
“¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
El cristiano no solo debe tener paz, sino llevarla a los demás.
7. Preparación constante: el apresto del evangelio
La palabra “apresto” implica una actitud de preparación continua. No se trata de ponerse el calzado una vez y olvidarlo, sino de mantener una disposición diaria para vivir y proclamar el evangelio.
El creyente debe estar listo “a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2) para hablar de su fe, para consolar, para servir, para compartir el amor de Cristo.
Un cristiano preparado no se deja sorprender por el enemigo. Cuando llegan las pruebas, ya tiene sus pies firmes. Cuando vienen los ataques, no pierde el equilibrio. Y cuando surgen oportunidades, está listo para avanzar.
La preparación viene de una vida de oración, estudio de la Palabra y obediencia práctica. No basta con conocer el evangelio intelectualmente; hay que vivirlo y caminar en él cada día.
8. Las trampas del enemigo y la protección divina
En las guerras antiguas, los enemigos del Imperio Romano solían colocar clavos o trampas afiladas en el suelo para herir los pies de los soldados. Un solo paso en falso podía dejar a un guerrero incapacitado.
Satanás hace lo mismo hoy. Llena nuestro camino de tentaciones, mentiras, distracciones y heridas emocionales, buscando detener nuestro avance espiritual. Pero el calzado del evangelio nos protege de esas trampas. Cuando el enemigo lanza dardos de duda, respondemos con la Palabra:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Romanos 8:28)
Cuando nos ataca con culpa, respondemos:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)
Cada promesa de la Escritura es como una suela firme bajo nuestros pies. Mientras caminamos sobre la verdad, el enemigo no puede hacernos caer.
9. Caminar en el poder de la paz
Caminar con el calzado del evangelio significa reflejar la paz de Cristo en nuestras relaciones, decisiones y actitudes.
“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” (Romanos 12:18)
No podemos predicar un evangelio de paz mientras vivimos en contiendas o rencores. El calzado del evangelio nos llama a ser pacificadores, no provocadores. Jesús dijo:
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)
La paz es una señal visible del Reino de Dios en nosotros. Cada paso dado con humildad, perdón y amor, demuestra al mundo que Cristo reina en nuestro corazón.
10. Un llamado a evangelizar: llevar la paz a otros
El evangelio del Reino no fue diseñado para quedarse dentro de los muros de la iglesia, sino para ser llevado al mundo.
Un cristiano con los zapatos del evangelio camina hacia el perdido, no se aleja de él. Busca oportunidades para compartir la esperanza que tiene.
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” (1 Pedro 3:15)
Cada paso de obediencia, cada palabra de aliento, cada gesto de compasión es una proclamación silenciosa del evangelio de la paz. El Señor desea usar tus pies para llevar Su mensaje a lugares donde aún no ha sido escuchado.
11. Conclusión: Póngase el calzado del evangelio
Querido lector, la guerra espiritual es real, pero también lo es la victoria en Cristo. El enemigo intentará hacerte tropezar, desanimarte o distraerte, pero Dios te ha dado el calzado del evangelio de la paz para que camines firme, seguro y confiado.
No camines descalzo en un mundo lleno de espinas. No vivas inseguro en medio de la batalla.
Vístete cada día del evangelio.
Recuerda:
- Tu base es Cristo.
- Tu fuerza proviene de Su Palabra.
- Tu paz nace de Su presencia.
- Tu misión es llevar esa paz a otros.
Ponte hoy el calzado, y camina con paso firme hacia el propósito que Dios ha trazado para ti. Que cada paso tuyo deje huellas de paz, esperanza y salvación en este mundo herido.
“Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.” (Romanos 16:20)
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