Bautismo en el Nombre de Jesús
La necesidad del bautismo en el nombre de Jesús es un tema que ha marcado la fe cristiana desde los tiempos de los apóstoles. Para algunos, este mandamiento puede parecer una ceremonia simbólica o una práctica secundaria; sin embargo, la Escritura lo presenta como un elemento esencial dentro del plan de salvación.
Jesús mismo lo declaró en Juan 3:5: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Con estas palabras, el Señor dejó claro que el bautismo en el nombre de Jesús no es opcional, sino indispensable, una necesidad, pues abre la puerta al perdón de pecados y a la vida nueva en Él.
A lo largo de este estudio veremos cómo este bautismo fue enseñado por Cristo, confirmado por los apóstoles, obedecido por los primeros creyentes y respaldado en la historia de la iglesia. Más que un rito religioso, se trata de un acto de fe y obediencia que conecta al creyente con la obra redentora de la cruz.
La necesidad de practicar el bautismo en agua en el nombre de Jesús
El Bautismo: Una condición para entrar al Reino de Dios
Jesús dejó en claro que el nuevo nacimiento involucra agua y Espíritu (Juan 3:5). No se trata de un detalle menor, sino de un requisito para entrar en el Reino. El bautismo en el nombre de Jesús es la manera en que el creyente sella su fe y entra en pacto con Dios.
El testimonio apostólico confirma el bautismo en el nombre de Jesús
En Hechos 2:38, Pedro proclama con autoridad: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Aquí vemos que el bautismo en el nombre de Jesús es parte del plan completo de salvación: primero el arrepentimiento, luego el bautismo, y finalmente el don del Espíritu Santo.
No basta con creer: La fe debe expresarse en obediencia
Algunos sostienen que basta con creer en Cristo para ser salvos, pero la Biblia enseña que la verdadera fe siempre produce obediencia. ¿Cómo puede alguien afirmar que cree en Jesús y, al mismo tiempo, rechazar su mandato? El creer prepara el corazón, pero el bautismo en el nombre de Jesús confirma esa fe mediante la obediencia.
El ejemplo de Jesús: la importancia del bautismo
Aunque Jesús no tenía pecado, Él mismo se bautizó en el Jordán (Marcos 1:9). Esto nos muestra que el bautismo es un acto de obediencia y consagración. Si el Maestro recorrió más de 100 kilómetros desde Nazaret hasta el Jordán para dar ejemplo, ¿cómo podremos nosotros minimizarlo? Si Cristo lo consideró importante, nosotros debemos considerarlo esencial.
El agua no salva, pero la obediencia sí
Es importante aclarar que el poder del bautismo no está en el agua en sí misma, sino en el nombre de Jesús y en la obediencia a su Palabra. El agua es el medio físico, pero lo que opera es la fe en el sacrificio de Cristo y su nombre glorioso.
Los que creyeron obedecieron el bautismo en el nombre de Jesús
Bautízate en el nombre de Jesús, pues todos aquellos que verdaderamente creyeron en Él, obedecieron el mandamiento del bautismo en el nombre de Jesús.
El Maestro lo respalda con sus palabras en Juan 14:15-23: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. En la Palabra de Dios, cada vez que alguien creyó en Jesucristo después del día de Pentecostés, la fe fue seguida por la acción del bautismo. No fue un acto opcional, sino una muestra de obediencia.
Los que creyeron practicaron el bautismo en el nombre de Jesús
- Los 3,000 en el día de Pentecostés
“Así, que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como 3,000 personas” (Hechos 2:41). - Los Samaritanos
“Pero cuando creyeron… se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12). - Simón el mago
“También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado…” (Hechos 8:13). - Pablo tras creer en Jesús
“Y levantándose, fue bautizado” (Hechos 9:18).
Más ejemplos del bautismo en el nombre del Señor Jesucristo
- Cornelio y su familia
Recibieron el Espíritu Santo y de inmediato “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 10:48). - Lidia de Tiatira
“El Señor abrió el corazón de ella, para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada…” (Hechos 16:14-15). - El carcelero de Filipos
“Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa… y enseguida se bautizó él con todos los suyos” (Hechos 16:31-33). - Los Efesios
“Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:5). Aquí se confirma nuevamente el bautismo en el nombre de Jesús como práctica apostólica. - Crispo y los Corintios
“Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los Corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hechos 18:8).
El bautismo en el nombre de Jesús: una prueba contundente
¿No son estos testigos bíblicos prueba suficiente de la importancia del bautismo en el nombre de Jesús?
Cada ejemplo registrado en el libro de Hechos muestra una verdad innegable: creer en Cristo lleva a obedecer en el bautismo. La iglesia primitiva no dudaba ni proponía alternativas; todos los que aceptaron el mensaje de salvación fueron bautizados en el nombre de Jesús, cumpliendo así el mandamiento del Señor.
Lo que es el bautismo en el nombre de Jesús
El bautismo en el nombre de Jesús es una obra de fe
El bautismo en el nombre de Jesús no es un simple rito externo, sino una obra de fe y obediencia a la Palabra de Dios. Es el paso en el cual el creyente, reconociendo su condición de pecador, se acoge al mandato divino para recibir el perdón de los pecados.
El apóstol Pedro lo expresó con toda claridad en Hechos 2:38:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Aquí, Pedro establece que el bautismo en el nombre de Jesús es el medio por el cual la deuda de pecado es borrada. No se trata de un acto humano vacío, sino de la aplicación de la obra redentora de Cristo a nuestra vida personal.
El apóstol Pablo también lo explicó a la iglesia en Colosas, mostrando que el bautismo es una experiencia espiritual profunda:
Colosenses 2:11-14: “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.”
Este pasaje nos revela que en el bautismo ocurre una operación espiritual: el creyente muere al pecado, es sepultado con Cristo y resucita a una vida nueva. Allí mismo, Dios borra la deuda del pecado y declara libre al pecador.
El bautismo en el nombre de Jesús significa la circuncisión del corazón
Pablo también conecta el bautismo con la idea de la circuncisión del corazón. No se trata de una marca física hecha por manos humanas, sino de una obra espiritual realizada por Dios mismo.
En el Antiguo Testamento, la circuncisión era la señal del pacto entre Dios y Abraham (Génesis 17:10-11). De igual manera, el bautismo en el nombre de Jesús es la señal del nuevo pacto en Cristo. Así como Abraham creyó y luego fue circuncidado como confirmación de su fe, nosotros creemos en Cristo y somos bautizados en su nombre, entrando en un pacto eterno con Él.
En ese momento, el corazón del creyente es “circuncidado” espiritualmente: el dominio del pecado es cortado y se establece una nueva relación con Dios. Esto significa que:
- La deuda del pecado es anulada.
- El creyente recibe la vida nueva en Cristo.
- El bautismo marca el inicio de una relación de pacto con Jesús, basada en su obra redentora en la cruz.
Por lo tanto, el bautismo en el nombre de Jesús no es un simple símbolo, sino una realidad espiritual donde Dios mismo obra en el interior del hombre.
El Bautismo en el Nombre de Jesús es el Bautismo Bíblico
Una verdad que no se puede ignorar
A lo largo del Nuevo Testamento, la práctica del bautismo en el nombre de Jesús por inmersión se presenta como el modelo apostólico y la única manera válida de obedecer la orden del Señor. No se trata de una tradición humana ni de una opción más entre varias, sino del mandamiento divino que asegura la remisión de pecados y la identificación con Cristo en su muerte y resurrección.
La misma palabra “bautismo” viene del griego baptízō, que significa sumergir, introducir dentro del agua, sumergirse completamente. Esto demuestra que el bautismo bíblico siempre fue por inmersión en agua y no por aspersión o rociamiento.
El testimonio del agua en las Escrituras
Los relatos bíblicos dejan en claro que el bautismo requiere abundante agua y una acción de sumergirse y salir de ella.
- El agua como requisito indispensable “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (Hechos 10:47)
- Muchas aguas para bautizar “Juan bautizaba en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas.” (Juan 3:23)
- Entrando en el agua “Y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.” (Hechos 8:38)
- Saliendo del agua “Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe” (Hechos 8:39)
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua.” (Mateo 3:16) - Sepultados en el agua “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo…” (Romanos 6:4; cf. Colosenses 2:12)
El bautismo por inmersión representa claramente la muerte, sepultura y resurrección con Cristo. Sin esta figura, el simbolismo del evangelio se pierde.
El bautismo en el nombre de Jesús: el único válido
No basta con ser sumergido en agua, sino que debe hacerse invocando el único nombre dado a los hombres para salvación: Jesús.
“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12)
Mandato y práctica apostólica del bautismo en el nombre de Jesús
- Jesús ordenó el bautismo en su nombre “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19)
“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones.” (Lucas 24:47) La expresión de Mateo 28:19 no es una fórmula trinitaria, sino una revelación del nombre singular en el cual se manifiesta el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: Jesucristo. - Pedro obedeció el mandato “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados.” (Hechos 2:38)
- Felipe predicó y bautizó en el nombre de Jesús “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.” (Hechos 8:12)
- Los samaritanos fueron bautizados en ese nombre “Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.” (Hechos 8:16)
- Pedro mandó bautizar a los gentiles en el nombre de Jesús “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.” (Hechos 10:48)
- Los efesios obedecieron al escuchar la verdad “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.” (Hechos 19:5)
La urgencia de obedecer el Evangelio
El bautismo en el nombre de Jesucristo por inmersión no es una alternativa entre muchas, sino la única forma bíblica de entrar en el pacto de salvación. Los apóstoles no conocieron otro bautismo distinto, y la iglesia del primer siglo lo practicó sin excepción.
Por tanto, si realmente deseamos seguir la doctrina de Cristo y la práctica de los apóstoles, debemos ser sepultados en agua en el nombre del Señor Jesús para perdón de nuestros pecados. Este es el bautismo apostólico, este es el bautismo verdadero, este es el bautismo que salva.
Practicando el bautismo en el nombre de Jesús
La necesidad del bautismo: ¡Bautízate en el nombre de Jesús!
La Biblia es muy clara en cuanto a la manera en que debe administrarse el bautismo. Después de la muerte y resurrección de Cristo, no existe ni un solo ejemplo de algún bautismo realizado en otra fórmula distinta al nombre de Jesús.
El único bautismo previo fue el de Juan el Bautista, el cual era únicamente un bautismo de arrepentimiento, sin invocar ningún nombre. Ese bautismo cumplió su función temporal, preparando al pueblo para la venida del Mesías, pero quedó reemplazado por el bautismo en el nombre de Jesucristo. El mismo Juan lo reconoció cuando declaró:
“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).
Esto nos muestra que el bautismo de Juan era transitorio y señalaba a algo mayor: la obra perfecta de Cristo y el bautismo en Su Nombre.
El bautismo de Juan vs. el bautismo en el nombre de Jesús
Un ejemplo claro lo encontramos en Hechos 19:1-5, cuando el apóstol Pablo se encuentra con ciertos discípulos que solo habían recibido el bautismo de Juan:
“Y aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, andadas las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando ciertos discípulos, Díjoles: ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? Y ellos le dijeron: Antes ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo. Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.”
Aquí vemos que Pablo re-bautizó a estos discípulos, no porque el bautismo de Juan fuera malo, sino porque ya había sido cumplido y superado por el bautismo cristiano en el nombre de Jesús.
Mateo 28:19 y su correcta interpretación
Algunos suelen argumentar que Mateo 28:19 manda a bautizar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, como si fueran tres fórmulas separadas. Sin embargo, es fundamental leer este pasaje en su contexto.
“Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-19).
Jesús inicia afirmando: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Es decir, toda la autoridad y todo el poder están en Él. Por lo tanto, cuando manda bautizar en “el nombre” (en singular), está revelando que ese nombre que contiene la plenitud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Jesús.
- El Padre se manifestó en el Hijo.
- El Hijo vino en el nombre del Padre (Juan 5:43).
- El Espíritu Santo es enviado en el nombre de Jesús (Juan 14:26).
Así entendieron este mandato los apóstoles, quienes jamás repitieron literalmente la frase, sino que obedecieron aplicándola: bautizando en el nombre de Jesús.
Los discípulos tenían la revelación
Es evidente que los apóstoles comprendieron perfectamente el mandato de Cristo. Ellos sabían que el nombre de Jesús resume toda la autoridad divina y que en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9).
Por eso, cada vez que se practicaba un bautismo en la iglesia primitiva, se invocaba el nombre de Jesús (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5).
En conclusión: el bautismo verdadero y bíblico es en el nombre de Jesucristo, porque es el nombre sobre todo nombre, el único dado a los hombres en que podemos ser salvos (Hechos 4:12).
El bautismo en el nombre de Jesús: ejemplos en la Escritura
Cuando hablamos de la necesidad del bautismo en el nombre de Jesús, no nos basamos en una tradición humana ni en una costumbre eclesiástica, sino en lo que la Biblia claramente enseña. Los apóstoles, obedeciendo el mandato del Señor, bautizaron siempre en su nombre. Veamos los ejemplos bíblicos que lo demuestran.
1. El primer bautismo en la Iglesia: Hechos 2:38
“Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
En el día de Pentecostés, cuando la Iglesia nació, Pedro proclamó el bautismo en el nombre de Jesús como condición para el perdón de los pecados y para recibir el Espíritu Santo. Este pasaje no solo es un ejemplo, sino la norma establecida por Dios para todo creyente.
2. El bautismo en Samaria: Hechos 8:16
“Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el nombre de Jesús.”
Los samaritanos creyeron al mensaje de Felipe y fueron bautizados en el nombre de Jesús. A pesar de su fe genuina, el Espíritu Santo aún no había descendido sobre ellos, lo que demuestra que el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu son experiencias distintas, pero complementarias.
3. El bautismo en Cesarea: Hechos 10:48
“Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.”
Cornelio y su casa recibieron el Espíritu Santo antes de ser bautizados, pero Pedro no anuló la necesidad del bautismo en agua en el nombre de Jesús. Al contrario, lo ordenó con urgencia, mostrando que ambos aspectos forman parte del plan completo de salvación.
4. El rebautismo en Éfeso: Hechos 19:5
“Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.”
Los discípulos de Éfeso habían recibido solo el bautismo de Juan. Sin embargo, Pablo les explicó la necesidad de identificarse con Cristo, y al comprenderlo, fueron rebautizados en el nombre del Señor Jesús. Esto demuestra que cuando alguien recibe un bautismo diferente, debe ser corregido conforme al mandato apostólico.
5. El testimonio de Pablo: Hechos 22:16
“Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”
Pablo mismo fue instruido a ser bautizado invocando el nombre de Jesús. Aquí se recalca que el bautismo no es un rito vacío, sino el medio por el cual se lavan los pecados y se sella la relación con el Salvador.
Enterrados con Cristo: el simbolismo del bautismo en el nombre de Jesús
El bautismo no es solo un acto externo, sino una identificación espiritual con la muerte y resurrección de Cristo.
“Sepultados juntamente con él en el bautismo” (Colosenses 2:12).
Cuando alguien es bautizado, es sepultado con Cristo, y para ser coherente con esta verdad, debe ser enterrado en el nombre de Aquel con quien se identifica: Jesucristo. De lo contrario, no hay una verdadera conexión con la obra redentora del Calvario.
El poder del nombre de Jesús en la salvación
El énfasis apostólico en el nombre de Jesús no es casualidad. La salvación se encuentra únicamente en Él:
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El bautismo en el nombre de Jesús invoca ese nombre que tiene poder para salvar, perdonar y transformar vidas. Es el sello que garantiza nuestra unión con Cristo y nuestra participación en su gracia.
Vestidos de Cristo por el bautismo
Finalmente, el bautismo no solo nos limpia de pecados, sino que nos viste de Cristo:
“Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos” (Gálatas 3:27).
El bautismo en Cristo es el revestimiento espiritual que nos identifica como hijos de Dios. Y, como bien entendemos, el nombre de Cristo es Jesús. Por lo tanto, ser bautizados en Cristo significa ser bautizados en el nombre de Jesús.
Evidencia histórica del bautismo en el nombre de Jesús
El bautismo en el nombre de Jesús no solo está claramente enseñado en la Biblia, sino que también cuenta con un fuerte respaldo histórico. Diversas fuentes académicas, enciclopedias y estudios bíblicos reconocen que la fórmula bautismal original usada por la iglesia primitiva fue en el nombre de Jesucristo, y que la fórmula trinitaria de Mateo 28:19 apareció más tarde como una adición litúrgica.
A continuación, presentamos algunos testimonios históricos que confirman esta realidad:
1. El silencio del Nuevo Testamento sobre la fórmula trinitaria
- Encyclopedia of Religion and Ethics: “La obvia explicación del silencio del Nuevo Testamento sobre el nombre trino, y el uso de la otra fórmula bautismal (en el nombre de Jesús) en los Hechos y las epístolas, muestra que ésta otra fórmula fue anterior, y que la trinitaria es una copia tardía.”
Esto significa que los primeros cristianos nunca usaron la fórmula trinitaria en sus bautismos. La evidencia apunta a que fue una adición posterior.
2. Testimonios de eruditos y comentaristas bíblicos
- Edmund Schlink, La Doctrina del Bautismo (p. 28): “El mandamiento bautismal en su forma de Mateo 28:19 no puede ser el origen histórico del bautismo cristiano. Debe asumirse que este texto ha sido transmitido en forma expandida por la Iglesia Católica.”
- Nuevo Testamento de Tyndale, Comentarios (Tomo I, p. 275): “Es frecuentemente afirmado que las palabras ‘en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo’, no son las palabras exactas de Jesús, sino una adición litúrgica posterior.”
- Wilhelm Bousset, Kyrios Christianity (p. 295): “El testimonio de la fórmula simple [en el nombre de Jesús], ampliamente usada en el segundo siglo, es tan fuerte que incluso en Mateo 28:19, la fórmula trinitaria parece haber sido insertada posteriormente.”
Estos estudiosos reconocen que la fórmula de Mateo 28:19 no corresponde al uso apostólico, sino a una interpolación litúrgica.
3. Enciclopedias y diccionarios bíblicos
- Diccionario de Hastings de la Biblia (1963, p. 1015): “El texto trinitario en Mateo 28:19 no aparece en ningún otro Evangelio ni en el resto del Nuevo Testamento. Muchos eruditos lo consideran una interpolación posterior.”
- Enciclopedia Católica (Tomo II, p. 263): “La fórmula bautismal fue cambiada del Nombre de Cristo Jesús a las palabras ‘Padre, Hijo y Espíritu Santo’ por la Iglesia Católica en el siglo segundo.”
- Enciclopedia Schaff-Herzog de Conocimiento Religioso (p. 435): “El Nuevo Testamento conoce solo un bautismo, el cual es en el Nombre de Jesús. La fórmula trinitaria aparece únicamente en Mateo 28:19 y más tarde en escritos eclesiásticos, pero no en la práctica apostólica.”
Estas fuentes reconocen que la práctica apostólica fue clara: bautizar en el nombre de Jesús.
4. Testimonios de manuscritos y Padres de la Iglesia
- Eusebio de Cesarea (siglo IV) citaba Mateo 28:19 en la forma: “Id y haced discípulos en mi nombre”,
lo que respalda que la fórmula original fue en el nombre de Jesús. - La Biblia de Jerusalén comenta: “La fórmula trinitaria de Mateo 28:19 refleja un uso litúrgico posterior. El libro de los Hechos, en cambio, habla siempre de un bautismo ‘en el nombre de Jesús’.”
- Nueva Versión Estándar Revisada: “Los críticos modernos sostienen que esta fórmula es una tradición católica posterior, ya que en ninguna parte del Nuevo Testamento se realiza un bautismo en el nombre de la Trinidad.”
5. Reconocimiento de críticos y estudios modernos
- Tom Harpur, periodista y teólogo: “Todos los eruditos, incluso los más conservadores, concuerdan que la última parte de Mateo 28:19 fue añadida posteriormente. La Iglesia primitiva bautizaba solamente en el nombre de Jesús.”
- Randall Duane Hughes, El Estudio del Texto del Nuevo Testamento: “No existe ningún manuscrito que contenga Mateo 28:19 con la fórmula trinitaria antes del siglo IV. Su lenguaje corresponde más a las controversias trinitarias que al tiempo de Jesús.”
El bautismo en el nombre de Jesús es el bautismo bíblico
Toda esta evidencia histórica confirma lo que la Biblia ya enseña: el bautismo verdadero y original fue en el nombre de Jesucristo. La fórmula trinitaria apareció siglos después como una tradición eclesiástica, pero no corresponde al mandato apostólico.
Por eso, amigo lector, si aún no has sido bautizado en el nombre de Jesús para perdón de tus pecados, la Escritura te exhorta:
“Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
El bautismo en el nombre de Jesús no es una opción, sino una necesidad bíblica y eterna para la salvación.
Conclusión: La Necesidad del Bautismo en el Nombre de Jesús
El testimonio de la Escritura es claro, contundente e innegable: el bautismo en el nombre de Jesús no es una opción, sino una necesidad para la salvación. Desde el día de Pentecostés, los apóstoles predicaron y practicaron un solo bautismo válido, aquel que invoca el nombre sobre todo nombre. Cada pasaje en Hechos confirma la unidad de la enseñanza apostólica, mostrando que los primeros cristianos no conocieron otra fórmula distinta.
Ser bautizado en el nombre de Jesús significa identificarnos plenamente con su muerte, sepultura y resurrección, recibiendo así el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Es vestirnos de Cristo, pertenecerle por completo, y declarar con obediencia que reconocemos su señorío.
Hoy, al igual que en el primer siglo, el llamado sigue vigente: arrepentíos y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. No se trata de una tradición humana ni de un simple rito religioso, sino de la puerta de entrada al nuevo nacimiento y a la vida eterna.
Por lo tanto, todo aquel que anhela experimentar la plenitud de la salvación debe responder con fe y obediencia al mandamiento apostólico: ser bautizado en el nombre de Jesús, porque en ningún otro hay salvación. El bautismo en el nombre de Jesús es una necesidad porque nos lleva a la salvación.