Cómo encontrar un tema para un sermón

¿Cómo escoges un tema para tu sermón?

No te rindas demasiado pronto por el tema de tu sermón

La preparación de tu sermón comienza después de haber elegido un pasaje o un tema, pero antes de haber decidido tu punto de vista exacto sobre ese tema, intenta siempre abrir tu mente antes de abrir la Biblia. Pero ¿Cómo encontrar o escoger un tema para tu sermón?.

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No fuerces tus ideas sobre la Biblia; deja que ella imponga las suyas sobre ti. No estás buscando las respuestas del hombre a los problemas del hombre; estás buscando las respuestas de Dios, y el mejor lugar para encontrar las respuestas de Dios es en el Libro de Dios.

Otra razón para no elegir el tema demasiado pronto es que el material que se reúne a medida que se estudia puede no encajar con el tema. En cierta medida, la preparación del sermón siempre está limitada por el material que se tenga en las manos en un momento dado. Puede que se tenga un tema excelente, puede que se tenga material sobresaliente, pero si el material no encaja con el tema, se tienen grandes problemas.

No decidas demasiado tarde el tema

Grady Davis advierte:

«Intentar escribir el sermón antes de que se haya elaborado la idea es quizás la forma más peligrosa de todas y la más engañosa. Una persona puede improvisar sobre el papel con la misma facilidad que sobre sus pies. Un manuscrito completamente escrito no es garantía de un sermón preparado. Puede ser tan descuidado como si se hubiera levantado y hablado sin preparación alguna. Si escribir es un sustituto de pensar la idea, más bien garantiza que el sermón nunca estará completamente preparado». 

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La mejor manera de elegir o encontrar un tema para un sermón es dejar que se desarrolle a medida que se estudia. Comience siempre con la Palabra. A medida que lea, medite y ore sobre un texto o pasaje, se le ocurrirán ideas que podrían valer la pena predicar. Escríbalas. Cada vez que lo haga, pregúntese si hay algo en esa idea que sea lo suficientemente importante como para ser el pensamiento central de su sermón, su tema.

Mantenga una hoja de papel aparte en un lado de su escritorio. Cada vez que se le ocurra una idea que podría convertirse en su tema, escríbala en esa hoja especial. Cuando el material de su sermón esté bastante bien reunido, la hoja debería estar llena de posibles temas. A partir de ahí, debería poder elegir con bastante facilidad el tema que desea. Ahora su tema ha surgido de su estudio bíblico. Ahora su tema encajará con su material, porque ambos provienen de una fuente común.

Inspiración de Dios para escoger el tema del sermón

Debe venir por inspiración de Dios

El mensaje debe venir como una inspiración especial de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes. Sin embargo, no siempre vendrán como inspiración profética, por lo tanto, debe buscar por sí mismo el tema del sermón.

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Spurgeón dijo:

Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado. Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo. Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores.

¿Cómo encontrar o escoger un tema para un sermón?

a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de los oyentes

No debemos dirigir sermones a una familia o determinado individuo de la iglesia. Si tenemos algo que decirle a esa persona o familia, lo mejor es decírselo personalmente. Si se hace desde el púlpito también puede ser comprendido por los demás. Esto conlleva a que haya murmuraciones o que la persona a quien va dirigido el mensaje se sintiera ofendida por la falta de tacto del predicador.

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Cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia adolece de algún defecto o necesita
una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo
de Dios. Que sientan que vuestra palabra desde el pulpito es adecuada a su necesidad; que es bálsamo para sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar para que penetre más la medicina. Confiad esta tarea al Espíritu Santo. Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente sobre los secos prados, y permitid a Dios hacer el resto.

b) En sus lecturas devocionales de la Biblia

El predicador no debe alimentar a otras almas sin alimentar la suya. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores excesivamente ocupados. La lectura devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le hará descubrir filones de riqueza espiritual en lugares insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales momentos.

c) Leyendo sermones de otros predicadores

No podemos pretender siempre ser originales. Tampoco depender de lo que otros predican. Ambos extremos son malos. Leamos sermones de otros predicadores, no solo cuando nos toque predicar, sino también para alimentar nuestra alma. Esto puede ayudar a que los mensajes para los demás vengan sin mucho esfuerzo. Siempre los mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo.

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Thomas Spencer escribió:

Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que se me ocurre como teniendo una fuerza y una hermosura especial. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.

También Spurgeon dijo:

Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y entonces se podrá bombear con buen éxito. Profundizad los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.

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d) En sus visitas pastorales

Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el texto que responde a tal necesidad es dado durante la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir de tal visita. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo.

e) En la consideración de las cosas que le rodean

Es importante observar la naturaleza y al ser humano, podría ser útil para ilustrar un sermón. Una ilustración nos puede ayudar a encontrar un tema para un sermón.

Es necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha de interesar en la misma medida a los que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.

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f) Pidiéndolos a Dios en oración

Spurgeon dice: «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme con el texto más oportuno? Le contestaría: Pedidlo a Dios

Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da la primera: «Pedid a Dios la elección

Si se nos dificulta encontrar el tema para un sermón o escoger un texto, hay que multiplicar nuestras oraciones. Sin duda alguna será de gran bendición.

Debemos mezclar nuestra oración con el estudio de la Biblia. Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado nuestra oración, será más precioso para vosotros, y tendrá un sabor y una unción enteramente desconocidos al orador frío y formalista, para quien un tema es igual a otro.

g) Evitar la repetición

Es importante que el predicar, cuando busque un tema para su sermón, tenga presente sus temas anteriores. Dice Spurgeon:

«No sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades. Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental».

Espero este te sea de utilidad cuando te preguntes cómo encontrar un tema para un sermón. Bendiciones.

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