Despojados del viejo hombre, reflexión

Estudio bíblico de reflexión: Despojados del viejo hombre

Una invitación a la transformación en Cristo

En nuestra vida cristiana, uno de los llamados más profundos que encontramos en las Escrituras es el de despojarnos del “viejo hombre” y vestirnos del “nuevo”, creado según Dios en justicia y santidad. Este estudio bíblico de reflexión con el tema «despojados del viejo hombre«, presentado por el apóstol Pablo en Efesios 4:22-24, nos desafía a reflexionar sobre nuestra identidad en Cristo y sobre cómo vivimos a la luz de esa verdad.

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El fundamento bíblico del despojarse

En Efesios 4:22-24, Pablo escribe:
«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.»

Este pasaje es central para entender el proceso de santificación en la vida del creyente. Pablo describe al “viejo hombre” como una representación de nuestra vida pasada, marcada por el pecado, los deseos engañosos y la alienación de Dios. Por otro lado, el “nuevo hombre” es la nueva naturaleza que recibimos en Cristo, un reflejo de Su carácter y Su justicia.

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El acto de “despojarse” requiere una decisión consciente y continua. Este mandato nos llama a evaluar nuestras acciones, actitudes y pensamientos, permitiendo que el Espíritu Santo nos transforme desde adentro.

La buena noticia del Evangelio es que Jesús no solo vino a salvarnos, sino a transformarnos completamente. No estamos llamados a quedarnos en ese estado, sino a ser renovados, dejando atrás todo aquello que nos aparta de la voluntad de Dios.

¿Qué significa despojarse del viejo hombre?

Para entender cómo podemos aplicar este principio, es importante identificar las características del viejo hombre. Colosenses 3:5-10 nos da una lista clara de aspectos que debemos abandonar:

  • Inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.
  • Ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras deshonestas.

Estas son manifestaciones de una naturaleza caída que opera según los deseos del mundo y no conforme a la voluntad de Dios. Despojarse del viejo hombre implica reconocer estas áreas de pecado, arrepentirnos y tomar medidas para alejarnos de ellas.

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Un ejemplo práctico de esto puede ser el manejo de la ira. Si antes de conocer a Cristo éramos dados a reaccionar con enojo y palabras hirientes, el llamado es ahora a responder con paciencia, bondad y autocontrol.

¿Cómo despojarnos del viejo hombre?

  1. Reconociendo nuestras áreas de debilidad
    El primer paso es ser honestos con nosotros mismos. ¿Qué hábitos, pensamientos o actitudes aún reflejan a ese «viejo hombre»? La confesión y el arrepentimiento son fundamentales.
  2. Renovando nuestra mente con la Palabra de Dios
    La renovación no sucede de manera automática; requiere intencionalidad. Dedicar tiempo a leer, meditar y aplicar la Escritura es clave para transformar nuestro entendimiento y alinear nuestra vida con los principios del Reino de Dios.
  3. Viviendo en comunión
    La vida cristiana no fue diseñada para vivirse en aislamiento. Necesitamos de una comunidad que nos anime, desafíe y ayude a mantenernos en el camino de la fe. Un amigo o mentor espiritual puede ser una gran bendición en este proceso.
  4. Vistiéndonos del nuevo hombre
    El nuevo hombre es una nueva identidad en Cristo. Es vivir en justicia, santidad y verdad, imitando a Jesús en nuestras acciones diarias. Esto no significa perfección inmediata, sino un compromiso diario de crecer y madurar espiritualmente.

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Renovando nuestra mente

El proceso de despojo está intrínsecamente ligado a la renovación de nuestra mente. Romanos 12:2 nos exhorta:
«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»

La transformación comienza en la mente

La transformación comienza en el corazón y la mente. Esto significa que debemos llenar nuestros pensamientos con la Palabra de Dios y permitir que esta guíe nuestras decisiones. La renovación de nuestra mente es un acto continuo que nos ayuda a discernir entre lo bueno y lo malo, y a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.

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Esto también incluye cambiar nuestra perspectiva. Donde antes veíamos el éxito en términos de logros terrenales, ahora lo vemos en términos de obediencia a Dios. Donde antes buscábamos la aprobación de los hombres, ahora buscamos agradar al Señor.

Vestidos del nuevo hombre

El despojo del viejo hombre no está completo sin vestirnos del nuevo. Este “nuevo hombre” es una nueva identidad en Cristo, caracterizada por:

  • Amor sincero: Vivir en amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo (Colosenses 3:14).
  • Justicia: Actuar de manera íntegra y recta en todas nuestras relaciones.
  • Verdad: Hablar y vivir de acuerdo con la verdad de la Palabra de Dios.

El “nuevo hombre” refleja los frutos del Espíritu Santo en nuestras vidas (Gálatas 5:22-23): amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio.

El poder del Espíritu Santo para despojarnos del viejo hombre

Es importante destacar que este proceso no es algo que hacemos con nuestras propias fuerzas. El Espíritu Santo es quien nos capacita para vivir esta transformación. Filipenses 2:13 nos recuerda:
«Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.»

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El Espíritu nos convence de pecado, nos guía a la verdad y nos fortalece para resistir las tentaciones. Nuestra parte es mantenernos en comunión con Dios a través de la oración, el estudio de la Palabra y la obediencia.

Despojados del viejo hombre: Aplicaciones prácticas

¿Cómo podemos vivir este llamado de manera práctica en nuestro día a día? Aquí tienes algunas sugerencias:

  1. Evalúa tu vida: Dedica tiempo a examinar tu corazón y pedirle al Espíritu Santo que te revele áreas donde necesitas despojarte del viejo hombre.
  2. Arrepiéntete y confiesa: Cuando identifiques pecado en tu vida, arrepiéntete sinceramente y confiésalo a Dios. 1 Juan 1:9 nos asegura que Él es fiel y justo para perdonarnos.
  3. Llénate de la Palabra: Haz de la lectura y meditación de las Escrituras una prioridad diaria. La Palabra de Dios es la herramienta principal para renovar nuestra mente.
  4. Ora por fortaleza: Pide al Espíritu Santo que te ayude a vencer las áreas de debilidad y a crecer en el carácter de Cristo.
  5. Busca la comunión con otros: Rodéate de hermanos en la fe que puedan animarte, orar contigo y ayudarte a permanecer firme en tu compromiso con Dios.

Despojados del viejo hombre para vivir una vida que glorifica a Dios

Cuando vivimos despojados del viejo hombre y vestidos del nuevo, nuestras vidas comienzan a reflejar la gloria de Dios. Nuestra manera de hablar, actuar y relacionarnos se convierte en un testimonio vivo del poder transformador del evangelio.

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En un mundo que está desesperado por ver ejemplos genuinos de amor, justicia y verdad, los creyentes somos llamados a ser luz y sal. Al despojarnos del viejo hombre, no solo experimentamos la libertad en Cristo, sino que también inspiramos a otros a buscar esa misma transformación.

Conclusión: Despojados del viejo hombre

El llamado a despojarnos del viejo hombre no es un mandato fácil, pero es esencial para vivir una vida plena en Cristo. Es un proceso diario de rendición y dependencia en el poder del Espíritu Santo.

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Hoy, más que nunca, el mundo necesita ver creyentes que han sido transformados, que viven vidas que reflejan la santidad y el amor de Dios. Al abrazar este llamado, no solo nos alineamos con la voluntad de nuestro Padre celestial, sino que también experimentamos la verdadera libertad que solo Cristo puede ofrecer.

Un llamado a la acción: Despojados del viejo hombre

¿Estás dispuesto a despojarte del viejo hombre y vestir el nuevo? La invitación está abierta, y las bendiciones de vivir en obediencia a Cristo son infinitas. ¡Da hoy ese paso de fe y experimenta la vida abundante que Dios tiene para ti!. Bendiciones en el nombre de Jesús.

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