ELECCIÓN SEGÚN LA SOBERANÍA DE DIOS

LA SOBERANÍA DE DIOS EN LA ELECCIÓN ROMANOS 9:14-33

«Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Romanos 9:6)

Los textos a estudiar se enmarcan en el contexto de los versos 9:1 al 13, donde Pablo reflexiona sobre la genealogía judía, caracterizada en dos, una natural y la otra de la promesa (9:8). A la primera pertenecen los pactos, la ley, los patriarcas, la adoración a Dios y la promesa; en el que se mantiene la identidad racial y la práctica judía (9:4-5). 

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En esta primera la elección es por ser descendiente de los patriarcas y valorado por las obras. La segunda es por elección divina, forman parte quienes obedecen su llamado y son abrazados por la misericordia del Señor (9:12)

Jacob y Esaú: Tipología de Israel y los gentiles

Pablo continúa desarrollando el tema de la elección, desde los versos 9:14-33, lo hace haciendo una tipología, con dos personajes, Jacob y Esaú, el segundo era el primogénito pero perdió su primogenitura por un plato de lentejas, no la valoró y se desprendió de ella. En el caso de Jacob, la valoró y pidió la bendición de su padre con la astucia de su madre, Rebeca (9:10-13). La elección del primogénito que traía consigo la bendición alcanzó a Jacob y su descendencia.

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Al final, Pablo compara a estos dos personajes con el pueblo de Israel (Esaú) y (Jacob) gentiles. Al primero le correspondía ser elegido desde el principio, pero menospreció ese regalo de Dios. Sin embargo, los gentiles fueron alcanzados por esa elección por su misericordia y porque escucharon su llamado. Esta elección divina, es por fe, se cree a Dios que adopta a quienes no estaban en la lista de los invitados, pero se apertura una lista nueva, que son recibidos por su gracia (9:16-18)

LA ELECCIÓN PARA QUIENES ESCUCHAN Y ATIENDEN SU LLAMADO

Pablo explica, no es que Dios esté enojado con el pueblo de Israel, no, pero tampoco le corresponde al pueblo juzgarlo, ha tenido paciencia con quienes merecían el castigo, por amor a aquellos que iban a ser alcanzados con su «gloriosas riquezas», aquellos que creen en su llamado, judío y gentiles (9:19-24). 

La elección es para quienes escuchan y atienden su llamado. La soberanía de Dios es infinita, manifestada por su gran misericordia que da la oportunidad al ser humano, para ser parte de la elección, que es un proceso redentor y salvador, una experiencia que el Señor realiza en las personas que llama para realizar su proyecto en la historia como lo hizo con Abraham, Moisés, los profetas y los apóstoles. 

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También Pablo fue llamado, no por elección humana, sino por el Señor, desde su experiencia personal y misionera, reflexiona sobre la elección de Israel y el pueblo gentil, que al escuchar el llamado de Dios llegan a conformar la iglesia, el pueblo de Dios integrado por todas las razas del mundo, allí está su soberanía.

El apóstol siguiendo el tema de la elección, pregunta, ¿Qué, pues, diremos?, ¿Que hay injusticia en Dios? (v14). Ante esas interrogantes, responde, «En ninguna manera». Dios elige para bienestar del ser humano, no para mal, el ser humano elige su camino. Para profundizar en esas preguntas pedagógicas de Pablo, se plantean tres objetivos fundamentales en esta lección de Romanos:

1) Definir el concepto de soberanía de Dios, según el apóstol Pablo

2) Establecer semejanza de la voluntad de Dios entre la obra del alfarero y el barro en sus manos

3) Identificar la actitud apropiada ante la soberanía de Dios y la justificación

1. LA SOBERANÍA DE DIOS

Pablo usa el método hermenéutico de Midrash en esta epístola para hablar sobre la elección de Dios, se fundamenta en un texto de la escritura hebrea para aplicarlo a la realidad de los hermanos y hermanas procedente de Roma. El texto citado en Malaquías 1:2-3, dice:»y amé a Jacob y a Esaú aborrecí«, citado en Romanos 9:13. El gran tema es la elección del patriarca Jacob, el vástago genealógico de las doce tribus de Israel.

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En la elección se manifiesta la voluntad soberana de Dios, la cual debe aceptarse sin discusiones estériles, pero Dios es tan amoroso que deja al ser humano tomar su propia decisión. Al leer los versos 15-18, conviene preguntar, ¿En quién muestra Dios su misericordia? En aquellos que ha llamado para cumplir su propósito, en los suyos, mostrando su poder ante los poderosos, como la experiencia del Éxodo, donde el Faraón quedó avergonzado al ver que el pueblo marchaba libre dirigidos por Moisés y Aarón, por la voluntad y elección divina. Por eso Pablo cita: De Faraón Ramsés II dice: «Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti, mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra» (9:17).

La elección es la oportunidad de tener la misericordia de Dios, «de manera que de quien quiere, tiene misericordia» (9:18). Por eso decía Jesús: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros» (Juan 15:16). En Jesús se consume su elección, su manifestación misericordiosa y quien hace el llamado para seguirlo.

2. EL ALFARERO Y EL BARRO

Pablo siguiendo con el método del Midrash, retoma la historia del alfarero, el cual se describe en el libro de Jeremías 18:1-6. En el verso 6 le pregunta al profeta: «¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero así soy vosotros en mi mano, oh casa de Israel«

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En los versos 19-20, el interlocutor del apóstol Pablo levanta dos preguntas y dice: ¿Por qué, pues, inculpa?, porque, ¿Quién ha resistido a su voluntad? como respuesta, el escritor ilustra el trabajo del alfarero el profeta Jeremías fue enviado a casa del alfarero y miró como la vasija se hecho a perder en manos del alfarero y cómo la volvió a hacer a su parecer.

El apóstol Pablo descubre que el alfarero de la misma masa de barro hace vasos para honra y otro para deshonra y que estos no reclaman al alfarero el fin de su uso (9:21). Conviene preguntar, ¿Quiénes son esos vasos de honra y de deshonra? en este caso los vasos de deshonra son quienes no atienden su llamado; y los vasos de honra son todas aquellas personas que acatan los mandamientos del Señor. Ambos vasos tienen la libertad de elegir, aceptar o rechazar el llamado de Dios.

El no escuchar trae sus consecuencias, quienes no escuchan su llamado, los vasos de deshonra, tendrán en el juicio final su destrucción. El verso 22 dice: «¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira, preparados para destrucción?» Los que viven en deshonra han elegido su mal camino, ignorando las riquezas y gloria de Dios.

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Aquellos que le escuchan son bienaventurados, Pablo cita al profeta Oseas 9: dice en los versos 25-26: «Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente» (Os 1:10). 

Pablo también cita en el verso 29, al profeta Isaías: «Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo» (Isaías 10:22). Quienes escuchan su llamado y obedecen son parte de este remanente elegido

3. SOBERANÍA DE DIOS Y LA JUSTIFICACIÓN

El apóstol retoma otra vez la elección de los gentiles, sigue preguntando: «¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe» (Romanos 9:30). 

Lo interesante es que la justicia es por medio de la fe, no por la ley, «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificando por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él» (Romanos 9:31).

En la elección a los gentiles también Dios muestra su inclusividad por otras razas, ya no se limita al pueblo de Israel, ahora los gentiles tienen ese favor de poder disfrutar de la gracia de Dios. Los gentiles no tenían una relación con Dios que estuviera normada por promesas y mandamientos sino que muchos de ellos cuando quisieron buscar a Dios se convertían al judaísmo aceptando vivir conforme a la ley, a quienes se les llamó prosélitos.

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Pablo en la relación divina de las otras familias, que escuchan el llamado, son llamadas a ser hijos de Dios, por medio de la fe en Jesucristo «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1). Aquí no caben las obras para ganar méritos, sino la gracia de Dios que ofrece misericordia y justicia a los que aceptan el llamamiento.

¿Qué es la ley de justicia? Es la que pone en primer lugar las obras del ser humano como justicias. Pero en la elección divina, no es por obra, sino por la fe en Jesucristo (Romanos 9:31-32). Para muchos, Cristo se convirtió en la «Piedra de tropiezo» y en la «Roca de escándalo» (Romanos 9:33). Su justicia fue una dádiva inalcanzable para la capacidad humana, solo Cristo nos concedió ser elegidos, por su perfecto sacrificio. Escuchar su voz y seguir sus pasos siendo sus testigos (Hechos 1:8)

En conclusión, «Ahora no hay diferencia entre judío y griego; hay un solo Señor y Salvador de todo, y es generoso con todos los que lo invocan» (Romanos 10:12). Su llamamiento es a toda la humanidad, en la elección es deber escucharla, creerle y seguirle para no tropezar en la roca. Aunque la gracia de Dios abrace al mundo, su soberanía nunca podrá ser comprendida, por las capacidades naturales.

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