La ofrenda de la viuda, reflexión

Reflexión sobre la ofrenda de la viuda pobre, explicación

La ofrenda de la Viuda que dio todo lo que tenía según la Biblia, explicación

La ofrenda de la viuda en Lucas 21:3: «En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos«. Vamos a reflexionar en este bosquejo sobre la actitud de una mujer pobre y viuda que entregó todo lo que tenía y la posición que tuvo el Señor Jesucristo ante este gesto de esta mujer.

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I. Introducción

Al reflexionar en esta historia, es importante saber que las viudas en el puedo de Israel eran las personas más desamparadas de la sociedad. Las viudas dependían directamente de sus maridos y cuando éste fallecía no tenían derecho a heredar los bienes. Si tenían hijos, los hijos varones heredaban lo que dejaba el padre al morir, inclusive el cuidado de la madre, si no habían hijos, entonces el cuñado era el que recibía todos los bienes, casas, dinero y la viuda

La bienaventuranza de dar: Dio todo lo que tenía, pues no disponía de mucho

Este pasaje bíblico nos hace reflexionar aun más sabiendo que una viuda no disponía de mucho, a duras penas podría sobrevivir. Si era una viuda joven tenía lo oportunidad de casarse de nuevo y establecer un nuevo hogar, pero una ya de edad avanzada era difícil.

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Esto también lo comprobamos en el antiguo testamento. Cuando leemos el libro de Ruth nos relata la historia de dos viudas, una joven y una de edad avanzada. Nohemí se da cuenta que ya no puede casarse y siente un gran dolor en su corazón a tal punto que dijo: No me llamen más Nohemí que significa placentera, sino llámenme mara que significa amargura; peo Ruth como estaba joven tuvo la ventaja de volverse a casar (Ruth 1:19-20;4:1-13)

La anterior es una historia interesante que nos enseña la suerte que corrían las viudas en ese tiempo. También nos hace meditar un poco más sobre la ofrenda de esta mujer.

II. Cristo estaba en el lugar de las ofrenda

A) La ofrenda de la viuda, quien dio todo lo que tenía

Herodes, cuando asumió el poder, el templo que se había construido en el tiempo del sacerdote Esdras y Nehemías lo destruyó y construyó uno nuevo. Era lujoso y más grande que el anterior, de hecho era magnífico.

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1. El atrio de las mujeres

Cristo se encontraba en una parte del templo conocido como el atrio de las mujeres, era uno de los lugares más admirados y sorprendentes, son una serie de columnas que le daban cierta vistosidad. En este atrio se encontraba un sitio especialmente designado para recoger las ofrendas y las contribuciones que se hacían para el templo.

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Cerca de uno de los muros habían 13 recipientes u ofrenderos, en realidad eran unas urnas muy hermosas bien ornamentadas, sobre la tapa de cada una de ellas contenía una especie de trompeta en forma de cuernos hecho de cobre, uno de los lados era más amplio que el otro, de modo que el dinero era introducido por el lado amplio, terminaba cayendo en la caja por el lado más angosto (Recordando que en ese tiempo no había billetes)

Todo el billete era en forma de moneda. Cuando la persona depositaba su ofrenda por esa trompeta o cuerno, obviamente se escuchaba una amplificación del sonido, lo cual cuando alguien ofrendaba generosamente llamaba la atención de todos los presentes. Cristo está allí en este hermoso lugar del templo observando a los presentes. La ofrenda de la viuda captó la atención de Jesús en aquel lugar.

III. La ofrenda de la viuda que dio todo lo que tenía

A) Una mujer que lo entregó todo

Levantando los ojos vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca (v1), es posible que Jesús estuviera sentado cerca de las trompetas. Después de los agotadores debates con los enviados del sanedrín y los saduceos, Jesús estaba cansado.

1. Ofrenda de los ricos comparada con la ofrenda de la viuda pobre

En cierto momento, Jesús levantó los ojos y vio a los ricos echar sus ofrendas en las trompetas. Jesús no acusa a los ricos por las grandes cantidades que daban, sino que hizo la comparación con la ofrenda de la viuda pobre.

B) Una viuda pobre, la cual echó dos blancas

Jesús miró a una viuda muy pobre que echaba allí dos blancas, la cual era la moneda más pequeña, pero Jesús dijo que la ofrenda de esta mujer valía más de lo que habían echado los ricos, porque era todo lo que tenía.

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1. Se desprendió de las dos blancas, era todo lo que tenía

Esta moneda era muy poco para mantener a una persona por mucho tiempo, pero era lo suficientemente valiosa para comprar un servicio de comida moderado.

Cada uno de nosotros debemos escuchar atentamente el llamado de Cristo acerca de dar o aportar (ofrenda) para la obra del Señor. El Señor Jesús espera que lo pongamos a él primero y no de último; muchas veces no alcanzamos bendiciones porque nos volvemos mezquinos, a Dios le damos poco sin reconocer que todo lo que poseemos es por la misericordia de nuestro gran salvador.

IV. El valor de dar lo determinan tres cosas

A) Un corazón generoso:

El que es generoso en la obra de Dios será bendecido. Dios conoce nuestras necesidades y las suple. Aquellos que experimentan el espíritu generoso del pueblo de Dios, como resultado, suelen dar gracias a Dios.

Dar satisface en dos aspectos la gracia, suple lo que a los santos falta y abunda (Inundación) por medio de muchas acciones de gracia. El resultado final es que Dios es glorificado. El creyente en una expresión de gratitud y liberalidad, comparte de su abundancia con los demás. Esta viuda dio con una actitud generosa, con un corazón generoso y agradecido.

B) La actitud con que se da la ofrenda

Jesús llamó muy pobre a la viuda; la palabra que él usó se refiere a una persona desposeída que está prácticamente en peligro de muerte. Lo importante es notar que las dos monedas (dos blancas) eran todo el sustento que tenía, ella estaba realmente desamparada; sin embargo, ella hizo un aporte generoso al templo, y Jesús la elogió por su fidelidad, aun cuando le significó un sacrificio.

Al hablar de esto, el Señor mostro que la contabilidad de Dios difiere de la nuestra. Él presta atención a nuestra actitud al dar más que a la cantidad nominativa de nuestros donativos. Una ofrenda que se hace por obligación, a regañadientes o para presumir, pierde casi todo su valor. La única ofrenda que vale la pena es la que sale de un corazón de amor, la que se da con libertad y voluntad.

1. Las dos blancas era todo lo que tenía la viuda pobre

Lo que es una miseria para uno, puede ser una fortuna para otro. Las ofrendas que los ricos dejaban caer para que todos los miraran y escucharan tintinear, no les suponía ningún sacrificio; pero las dos blancas de la viuda era todo lo que tenía, probablemente los ricos daban de lo que les sobraba, pero esta viuda les dio ejemplo a los que tenían y entendemos, a la luz de la palabra, que Dios sigue instándonos a que demos para su obra.

C) El dar debe surgir de nuestro amor a Cristo

Debemos reconocer que todo lo que tenemos o poseemos nos viene de Dios, no importa cuánto o a quién le damos, indica que nuestra prioridad debería ser asegurarnos que la justicia será llevada a cabo a nuestro alrededor, que nosotros mostremos misericordia y practiquemos la fe.

1. Una ofrenda insignificante para muchos 

Recordemos que la contribución de la viuda no había sido nada más que un insignificante aporte ante los ojos de los ricos, pero para ella dos blancas representaban un enorme valor. Era todo lo que tenía, todo su sustento. Dárselo a Dios significaba que ella no podría usarlo para comprar su próximo pedazo de pan.

Jesús como Dios, establece el valor moral antes que el económico en la pequeña ofrenda de la viuda, su ofrenda mostró que ella se estaba entregando a Dios completamente y estaba confiando que Él supliría sus necesidades. El uso de la moneda expuso la condición moral y espiritual de su corazón.

V. Conclusión

Lo que aprendemos sobre la ofrenda de la viuda

En conclusión, ¿Por qué dar es tan importante? Porque esto prueba la sinceridad de nuestro amor por Dios y por los demás, para parafrasear las palabras de Jesús, la riqueza material es un instrumento que Dios nos ha provisto para que aportemos a su obra, y cuando lo hacemos habrá salud espiritual.

El dar conduce a la abundancia. Cuando damos con alegría experimentamos el amor de Dios de una manera especial, disfrutamos la bendición espiritual y participamos en una rica cosecha de justicia.

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