LA HISTORIA DE LA IGLESIA Y LA DOCTRINA DE LA UNICIDAD
Publicado por Jorge Isaac Manzano en la página de Fundamento Apostólico.
Por David Hernández y Eduardo Forero. Tomado de los apéndices del libro Una Historia que no Termina Volumen I (Comienzo y Primeros Años de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia). Págs. 211-244
UNICIDAD E HISTORIA
Con relación a la Doctrina de Dios se exponen en esta unidad, evidencias bíblicas e históricas, junto a comentarios de investigadores y estudiosos que confirman que la creencia en el monoteísmo puro fue el fundamento doctrinal del pueblo de Israel, proclamado como ya es sabido, por el Señor Jesús y posteriormente predicado y enseñado a los apóstoles.
De igual manera se referirán algunas pruebas del origen helenístico del dogma de la trinidad, que históricamente aparece tiempo después de la llamada época apostólica.
Será claro ver, cómo en la historia de la Iglesia cristiana, siempre hubo creyentes de la doctrina apostólica a través de todas las épocas hasta hoy; pues el monoteísmo puro fue una creencia incesante aún en los momentos de mayor persecución y de gestación de los más fuertes y opositores movimientos herejes. Todo esto permitirá que el lector tenga un conocimiento más objetivo de la doctrina de la iglesia de Jesucristo. Doctrina que en los tiempos modernos se le ha denominado uni-pentecostal. [1]
No se pretende realizar un estudio exhaustivo; este capítulo se limita a una modesta revisión bibliográfica, con el único objetivo de proporcionar al lector una síntesis que le permitirá, desde una perspectiva seria, tener un panorama general del tema.
El propósito fundamental es la compresión secuencial y progresiva del tema. Este capítulo trata de las raíces históricas y bíblicas de la unicidad, y para facilitar su asimilación, se ha subdividido en épocas que se han caracterizado por tener unos sucesos históricos que las enmarcan.
RAÍCES DE LA UNICIDAD
La unicidad como doctrina revelada, tiene sus orígenes en lo que históricamente se conoce como época veterotestamentaria. Esta época se refiere a la historia de la humanidad que se conoce a través del antiguo testamento y que en gran parte se relaciona con el pueblo de Israel. Se observa en esos escritos el deseo de Dios de darse a conocer al hombre, primeramente a través de una pareja, luego a una familia, a un pueblo y finalmente a la humanidad entera.
Pero en este proceso revelador de Dios, el pueblo de Israel participa trascendentalmente, pues es el depositario original de la doctrina de la deidad. “A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él”. [2]
Las evidencias del Antiguo Testamento son contundentes; declaraciones como las de Moisés [3] escritor del Pentateuco; David [4] y Salomón [5] autores de una gran parte de los Salmos; y de algunos profetas como Isaías, Jeremías, Zacarías y Malaquías; [6] representan el sentir radicalmente monoteísta de todo el Antiguo Testamento y del pueblo de Israel respecto a su fe.
Reafirmando la enseñanza veterotestamentaria David Bernard dice:
Muchos… Pasajes del Antiguo Testamento afirman un monoteísmo estricto y se interpretan literalmente para excluir cualquier pluralidad en la deidad… La base de la teología uni-pentecostal es un concepto radical del monoteísmo. Simplemente expresado, Dios es absoluta e individualmente uno.
No hay distinciones o divisiones esenciales en su naturaleza eterna. Todos los nombres y títulos de la deidad, tales como Elohím, Yahvé, Adonai, Padre, Palabra y Espíritu se refieren a un sólo y mismo ser… Cualquier pluralidad, asociada con Dios, es sólo una pluralidad de atributos, roles, manifestaciones, modos de actividad o relaciones con el hombre. Esta es la posición histórica del judaísmo… [7]
Igualmente, la llamada Shemá, [8] consigna del judaísmo que declara que Dios es uno, es prueba de lo importante que era para el pueblo la concepción que se tenía respecto a la naturaleza de Dios. La Shemá, es una confesión de fe judía que comienza diciendo: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Dt 6.4). Es sabido que los judíos piadosos la recitaban en la mañana y en la tarde, demostrando lo sagrado de esta declaración.
El monoteísmo puro profesado por el pueblo judío, tenía dentro de sus creencias, una que se constituía en el pilar de las mismas; la promesa de un Mesías [9] salvador. Esta creencia, a diferencia de lo que muchos piensan, nunca estuvo en oposición ni contradijo la enseñanza monoteísta, pues al estudiar detenidamente la cristología [10] del Antiguo Testamento en referencia a la identidad del Mesías se hace evidente que era Jehová mismo quien vendría como Mesías a salvar a Israel su pueblo escogido.
El se haría miembro de la raza humana y manifestaría su Nombre redentor. [11] Una vez manifestado Jesucristo y al inicio de su ministerio, él se identifica y se apropia de todas las profecías que respecto al Mesías se habían señalado; declarando que es el rey, profeta, salvador y libertador esperado.
Vino [Jesús] a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.Y enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros…
Y comenzando [Jesús] desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían… [12]
Los apóstoles de primer siglo y seguidores de Jesús, de forma natural, hicieron una interpretación cristológica del Antiguo Testamento y de modo incuestionables presentan a Jesús como el Mesías:
Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir Pedro). [13]
Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste [Jesús] es el Salvador del mundo, el Cristo. [14]
Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuánto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. [15]
Entonces es concluyente y consistente en cuanto a la unicidad de Dios; que el pueblo de Israel es el abanderado del monoteísmo bíblico y que la promesa de un Mesías salvador solamente lo confirma y ratifica.
ÉPOCA APOSTÓLICA
Se denomina así al periodo comprendido entre Pentecostés (30 d.C.) y la muerte del último apóstol de Cristo, Juan hijo de Zebedeo (100 d.C.). Históricamente, a la Iglesia en esta época se le llama “primitiva”. En las epístolas se hace referencia a ella como “la Iglesia”, en el sentido de su identidad con Cristo más no como una organización, por eso es que no se refiere a ella con ningún otro apelativo, exceptuando el lugar donde la congregación se encontraba establecida. [16]
En obediencia al mandato de Jesús, los apóstoles y seguidores centran su actividad evangelística en Jerusalén, donde se destacan Jacobo, Pedro y Juan [17] como líderes.
Tiempo después acontece la muerte de Pedro y Pablo, y según datos históricos, seis años después acontece la destrucción de Jerusalén. Es sabido según la tradición, que los cristianos, atendiendo a las profecías dadas por Jesús respecto a este suceso, huyeron con anterioridad de la ciudad y se refugiaron en Pella (zona montañosa en Transjordania), donde se estableció una iglesia judeocristiana. [18]
Luego de la destrucción del templo y la persecución, los líderes de la iglesia se trasladan a Antioquía de Pisidia (Asia Menor). La persecución permite que la iglesia se expanda y trae como consecuencia una marcada influencia de la cultura helenística (griega).
En el periodo apostólico y a medida que la iglesia se va expandiendo estos van encargando a ancianos para el gobierno local de la iglesia, a los que se les llamaba ancianos y obispos. [19] Esto lo hacían en pro de mantener la unidad del cuerpo en la doctrina y la fe.
La doctrina acerca de la unicidad de Dios en esta época se fundamenta inicialmente en las Escrituras del Antiguo Testamento y en las enseñanzas de Cristo (consignadas en los Evangelios). Es por esta razón que en la iglesia primitiva se mantiene la misma línea monoteísta y cristológica del Antiguo Testamento. El Señor Jesús le da fuerza a la misma, al ratificar la Shemá como el primer mandamiento: “Oye Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es”. [20]
A medida que la iglesia crece, los apóstoles escriben a las nacientes congragaciones y a algunos de sus discípulos unas cartas (epístolas), con el fin de fortalecer su fe y solucionar algunos problemas que se iban presentando en las iglesias. En estas cartas los apóstoles enseñan enfáticamente que Jesús es el mismo Dios del Antiguo Testamento, quien se manifestó en carne. [21]
Es así como la iglesia seguía creyendo y predicando la verdad expuesta en el Antiguo Testamento, la creencia en un Dios único e indivisible; además expresaban que en Jesús habita corporalmente la plenitud de la divinidad.
La iglesia primitiva se caracterizó por una fuerte tradición judía, por lo que desarrolló una cristología del nombre que buscaba expresar no sólo la humanidad de Cristo sino también la naturaleza de la presencia divina en él, usando expresiones propias de su tradición; pues la idea de la habitación de Dios en Cristo es la más adecuada para expresar su manifestación en carne.
En ningún momento los apóstoles tuvieron problemas con los términos Padre, Hijo y Espíritu Santo, pues eran entendidos por ellos como manifestaciones, modos, oficios, o relaciones que el único Dios ha demostrado al hombre, y que la única “persona” existente en relación con la Deidad es Jesucristo Hombre. No se conoce en este período enseñanzas impartidas por los apóstoles acerca de una pluralidad de personas en la Divinidad, ni de una trinidad en Dios.
La Enciclopedia Británica [22], dice al respecto:
Ni la palabra trinidad ni la doctrina explícita aparecen en el Nuevo Testamento, tampoco Jesús y sus seguidores tuvieron la intención de contradecir el Shemá del Antiguo Testamento: «Oye Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es…» [23]
Otra característica importante de esta época en la iglesia, era la de realizar los bautismos de los nuevos conversos invocando el Nombre de Jesús. [24]
Hasta aquí vale destacar que el monoteísmo puro, base y pilar del judaísmo, fue mantenido en la iglesia primitiva (30-100 d.C.), ya que las enseñanzas de Jesús y consecuentemente de sus discípulos, estaban en total armonía con él.
ÉPOCA POST-APOSTÓLICA
Va desde el año 100; probable fecha de la muerte del Apóstol Juan hasta el 325 d.C., año en el cual se realizó el concilio de Nicea.
Esta época se subdivide en:
a. Padres de la iglesia (100 a 200 aproximadamente). b. Apologistas cristianos (200 a 325).
PADRES DE LA IGLESIA
Son aquellos que todavía se encuentran próximos al tiempo y mundo de los apóstoles, siendo algunos, discípulos de ellos mismos. Estos cristianos no reñían con los principios judíos, es decir, la iglesia del periodo de los padres apostólicos tuvo, más o menos, las mismas características que la época apostólica.
Años antes que la ciudad de Jerusalén fuera tomada por los romanos en el año 70, la iglesia en Jerusalén ya había celebrado el primer concilio en el que participaron algunos apóstoles, lo que sirvió para unificar criterios respecto a los gentiles convertidos y organizar mejor la naciente iglesia.
Pero años después, la muerte del último de los doce apóstoles, el liderazgo de la iglesia pasa a manos de una nueva generación. Esta generación se sintió muy ligada a la doctrina de los testigos oculares del ministerio de Cristo (apóstoles) y apelaban a la autoridad de las escrituras.
Los líderes más importantes de la época post-apostólica entre los años 90 y 150 d.C. fueron obispos de las iglesias locales como Policarpo de Esmirna, (+ 155 d.C.). Clemente de Roma (+ 99-101), Ignacio de Antioquía (la tradición histórica plantea algunas razones para suponer que nació alrededor del año 35, y que conoció en su juventud a Pablo y Bernabé). [25]
En estos años la iglesia fue cruelmente perseguida, no obstante, esto sirvió para la expansión del mensaje y su fortalecimiento, tanto que para finales del siglo II había alcanzado prácticamente todo el imperio Romano y toda la zona del Mediterráneo, incluyendo el norte de África.
Los centros más importantes donde se habían establecidos iglesias eran Grecia, Alejandría de Egipto, Antioquía de Siria, Cartago y Palestina.
De igual forma, durante estos años se fue formando el Canon neotestamentario; es decir, la lista de los libros cristianos considerados como escritos sagrados (por estar inspirados por Dios). A fines del siglo II estaba casi totalmente conformado.
Sólo se reconocieron como Canónicos (dignos de figurar en dicha lista) aquellos escritos que se remontaban a la era apostólica y que desde muy temprano habían sido particularmente apreciados por los líderes eclesiásticos, estos se constituyeron en la autoridad apostólica y mantenían la armonía en cuanto a la doctrina de la unicidad de Dios.
A finales del siglo II los escritos se preocupaban por mantener puro el legado doctrinal y la conformación paulatina del Canon, contribuía grandemente es este propósito, sin embargo, ya surgían inquietudes acerca de una posible pluralidad interna en Dios, no obstante la mayoría permanecía en la enseñanza apostólica.
PERIODO DE LOS APOLOGISTAS
El período subsiguiente con una duración de un poco más de 100 años, fue el de los apologistas. Y se denomina así porque en este tiempo hubo unos hombres considerados defensores de la fe. Algunos de ellos, bien preparados intelectualmente, toman la pluma y escriben extensas apologías, con la finalidad de refutar lo que ellos consideraron eran calumnias, acusaciones y herejías contra la iglesia en su vida y su fe.
El mensaje del evangelio se extendía y el paganismo que tenía gran influencias debía ser tratado con mucha discreción con el fin de desterrarlo de la vida de los nuevos conversos para evitar una mezcla insana, de éste con el cristianismo. Esa labor se propusieron lo apologistas.
Entre los años 150 al 200 d.C algunos hombres que se habían convertido al cristianismo y que provenían de creencias paganas, y de las escuelas filosóficas de la época, comenzaron a interpretar algunos aspectos de la doctrina apostólica desde su óptica personal, e influidos por su formación, llegaron a concluir que el Dios del cristianismo tenía rasgos de divisibilidad interna, y debido a esto, la teología cristiana debió explicarse más clara y convincentemente, comenzando a tomar fuerza la discusión cristológica al interior de la iglesia.
Es así como por esta época se levantan las primeras controversias cristológicas. Un primer grupo creía que Jesús era el único Dios manifestado en carne y lo identificaban con el Padre, un segundo grupo creían que era meramente un hombre y que no era Dios, mientras un tercer grupo lo consideraban como un Dios subordinado al Padre Eterno; y cuarto grupo lo presentaban como un ángel con apariencia humana.
Así que mientras unos aceptaban su condición humana, no reconocían la divina, y otros aceptaban su divinidad pero desfiguraban su humanidad. Para los cristianos esta discusión era un asunto vital, dado que su vida y fe se definían en referencia a la esencia de la deidad.
El seguir a Jesús y reconocerlo como Señor conducía necesariamente a plantear el tema de su relación peculiar con el Padre y reconciliar esa idea con el monoteísmo puro que descartaba que Jesucristo fuera otro Dios, aparte del Padre, declarar a Cristo como otro Dios y diferente al Padre, no era fácil de asimilar para los rígidos esquemas monoteístas judíos. Por otro lado negar que Cristo fuera Dios era negar su divinidad tan bien expuesta en los escritos neotestamentarios.
Ante dicha situación, los padres de la iglesia propusieron una explicación de la doctrina y procuraron dar razón de la fe para salvaguardar la transmisión íntegra de lo anunciado por los apóstoles.
En este momento histórico es donde surge el llamado Adopcionismo, expuesto y definido por Teódoto de Bizancio, (estuvo en Roma en el año 190 aproximadamente), Pablo de Samosata (Obispo de Antioquía), los Ebionitas (secta de tendencias judaizantes), Teódoto el joven y Artemón (discípulos de Teódoto) entre otros.
El adopcionismo declaraba que Cristo era sólo un hombre común pero de vida intachable, que se hizo hijo adoptivo de Dios en el momento de su bautismo donde el Espíritu divino descendió sobre él, y que fue deificado luego de su resurrección. Unos consideraron que Jesús nació milagrosamente de una virgen entre tanto que otros creyeron que era hijo de José y María. [26]
En este tiempo surge también el Subordinacionismo algunos de cuyos expositores enseñaban que Cristo es un ser divino con existencia pre-encarnada, que era un poco inferior al principio divino supremo y que Jesús deriva de éste su existencia y en tal carácter, no era igual a Dios-Padre, ni eterno como él, puesto que la creación viene en el tiempo, por lo que el Hijo de Dios (como la creación), en su carácter de Logos exterior, no es sino fruto de una libre decisión de Dios. En consecuencia, si Dios es quien determina el crear al mundo, necesariamente el Hijo se encuentra subordinado al Padre. [27]
Muchas ideas expuestas en los escritos de los llamados apologistas están influidas por estas opiniones, como fueron los casos de Justino, Hipólito, Orígenes y Tertuliano. El Adopcionismo y el Subordinacionismo eran complementarios en algunos aspectos.
Por ese tiempo vivió Noeto, natural de Esmirna, el cual refutó estas enseñanzas, y manteniendo los principios bíblicos, con fuerte apelación a las escrituras, reafirmó y fortaleció la enseñanza apostólica de la unicidad de Dios y la manifestación de Dios en carne enseñada por el apóstol Pablo en su carta a Timoteo y a los Romanos. [28] Al igual que Noeto, hubo también otros defensores de la doctrina apostólica entre los que se destacan; Epígono (discípulo de Noeto), Práxeas (discípulo de Epígono) y también Sabelio (199-277).
Cuando los apologistas cristianos comenzaron a formular sus doctrinas, la filosófica tradición griega pudo ofrecerles varias discusiones teóricas de la noción de unidad [el Uno], algunas de las cuales llegaron a tener una cierta influencia en el pensamiento cristiano; así mismo se suscitó una controversia respecto al verbo para cuyo esclarecimiento apelaron al concepto platónico del Logos.
Entonces, a medida que aumentaba la influencia de la cultura y pensamiento griego dentro del cristianismo, muchos empezaron a desviarse de la doctrina apostólica, hasta el punto de llegar a considerarla herética y a sus exponentes apóstatas.
PRIMEROS ESBOZOS DE PLURALIDAD EN LA DIVINIDAD
Los primeros cristianos vivían en un ambiente cultural judío en el que se concedía mucha importancia a la unicidad de Dios y a la doctrina del Nombre, pero de ahí, como anteriormente se expuso, se pasó a un ambiente greco-pagano y como consecuencia, la idea monoteísta se hizo atractiva para algunos líderes de origen helenista, a tal punto que la Cristología del Nombre por ser de raíces judías desapareció posteriormente.
Debido a esto, algunos cristianos influidos por la herencia de su sistema filosófico y religioso se hacían cada vez menos unicitario y paulatinamente se dedicaron a refinar con categorías eminentemente filosóficas, la idea de una pluralidad interna en Dios que posteriormente desembocaría en el trinitarianismo.
Sus esfuerzos de interpretación de la divinidad cristiana estaban basados en ideas helenistas [29] y dieron como resultado formulaciones dogmáticas que hacían uso de categorías filosóficas de la cultura griega.
Entre tanto la gran mayoría de creyentes deseaba mantener y preservar la idea monoteísta de Dios, manifestado como Mesías salvador -heredada de los judíos- conservada en los escritos apostólicos, en la fe oral popular y en la himnología de la iglesia.
Sin embargo, fuertes ataques para menoscabar la doctrina apostólica iniciaron al mismo tiempo que se fue gestando rápidamente el dogma de la pluralidad interna de Dios. Entre los artífices de la doctrina trinitaria podríamos mencionar algunos personajes como Atenágoras, el filósofo cristiano de Atenas, que muy temprano, por el 177 d.C. ya está señalando una distinción interna en Dios. [30]
Teófilo de Antioquía en 180 d.C. fue el primero teólogo en emplear el término griego “triada” para referirse a la deidad cristiana.
Hipólito de Roma (170?-235?), unos de los teólogos más prominentes del siglo III en la iglesia occidental, y que fue contemporáneo del obispo de Roma, Ceferino (198-217), escribe:
Dios estaba sólo y no tenía nada contemporáneo a él… Pero aún estando sólo, era múltiple, porque no estaba sin razón ni sabiduría, sin potencia y decisión; pero todo estaba en él y él era el Todo. Y cuando quiso y como quiso, engendró a su verbo, por medio del cual lo hizo todo en los tiempos fijados por él.
Tertuliano [32] (160-220 d.C.), escribió el tratado montanista contra Práxeas, que fue la más avanzada exposición de la doctrina trinitaria de la época; además, fue ese teólogo quien introdujo la palabra “trinidad” para referirse a Dios, junto con otros términos helenísticos para las formulaciones trinitarias. [33] Un aparte de dicho tratado donde él expone el asombro de la mayoría de creyentes de la unicidad ante la nueva doctrina trinitaria dice:
Ciertamente, los simples -yo no los llamaré imprudentes y sin instrucción- quienes siempre constituyen la mayoría de creyentes, se asombran ante la enseñanza de los tres en uno, basados en que su regla de fe los sacó de un mundo plural de dioses y los transfirió al del único y verdadero Dios;… ellos asumen que el orden numérico y distribución de la trinidad viene a ser una división de la Unidad;… ellos constantemente están propagando contra nosotros que somos predicadores de dos y tres dioses, mientras que presumen de sí mismos ser pre-eminentemente adoradores del único Dios; como si la unidad en sí misma con deducciones irracionales no produjera la herejía, y la trinidad racionalmente considerada constituye la verdad. [34]
Nuevamente el mismo Tertuliano en oposición a la enseñanza primitiva dice:
Para mí, que también conozco el griego, la monarquía no significa más que el mandato de uno sólo. Pero esto no implica que la monarquía, al ser de uno sólo, o bien le prive de un Hijo, o le impida buscarse un Hijo, o no le deje administrar su poder único por quien él quiera. (3,2).
El tener un Hijo no priva al Padre de su autoridad, porque no es otro Dios que se sitúa como rival. No cumple su propia voluntad, sino la del Padre, ya que procede de la misma sustancia del Padre (4,1).
El proceder de la misma sustancia lo explica a través de tres imágenes: «Dios profirió el Verbo, tal como lo enseña el mismo Paráclito, lo mismo que la raíz produce la rama, y la fuente el río, y el sol el rayo; porque estas especies son también emisiones de las sustancias de donde salen… Pero ni la rama se separa de la raíz, ni el río de la fuente, ni el rayo del sol, ni tampoco el Verbo se separa de Dios» (8,5). El Verbo es uno con el Padre, es decir, la misma sustancia y no otra separada, pero son dos distintos. [35]
Además fue Tertuliano quien llamó despectivamente a los que mantenían la doctrina de la unicidad: “Monarquianos”.
Otros de ellos fue Orígenes, por algún tiempo condujo la escuela teológica de Alejandría, nacido probablemente en esta ciudad en el 185 d.C. Él declara: «Para nosotros, convencidos como estamos de que hay tres realidades subsistentes (hipóstasis), el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo…». [36]
Novaciano a mediados del siglo III aprovecha el trabajo de Tertuliano y añade que “el Hijo engendrado por el Padre, el Verbo, no es mero sonido, sino que tiene sustancia propia”, es una segunda persona; pero el Hijo no había sido engendrado sólo con miras a la creación, sino que existió antes de todo tiempo, pues pertenece a la esencia del Padre tener en todo tiempo un Hijo. [37] Orígenes por 254 d.C. subraya la eternidad del Hijo y su distinción con el Padre; del Espíritu Santo afirma que recibe su origen a través del Hijo. [38]
Y también el diácono Atanasio que es conocido como el exponente máximo de la trinidad en el concilio de Nicea en 325 d.C.
Es así como la aparente pluralidad interna de Dios desembocó posteriormente en la llamada “trinidad”, confesión que es tardía con respecto a la doctrina apostólica. Sólo hacia fines del siglo II se dan los primeros vestigios de la doctrina trinitaria. [39] Gaxiola se expresa así respecto a la aparición del dogma trinitario:
“Los que traten de defender la trinidad como doctrina bíblica, encontrarán que es más bien un sistema filosófico que surge mucho tiempo después de los apóstoles en un ambiente cultural especifico, el griego. [Surge]… conforme la fe cristiana emigra del Judaísmo al mundo griego.” [40]
Entonces, la confesión trinitaria y su fórmula bautismal no fueron el credo, ni la práctica original de la iglesia cristiana; su origen se remonta a las últimas décadas del siglo II, en una iglesia que se ha mudado de la tradición judeo-cristiana a un contexto greco-pagano. A partir de ese momento el desarrollo y adaptación teológica de esta doctrina no se da en un vacío histórico, sino que responde a una larga tradición.
Las formulaciones iniciales sobre el dogma trinitario, utilizando como instrumento la filosofía griega (principalmente neoplatónica), eran poco precisas y carentes de equilibrio; esto generó controversias trinitarias fuertes y extensas.
Los siglos tercero y cuarto fueron testigos de la aparición de varias trinidades, cuyos defensores lucharon con verdadero encarnizamiento para hacerlas prevalecer, pero acabaron todas por desaparecer porque era imposible sostenerlas.
Sin embargo, todo ese esfuerzo teológico helenista, de siglo y medio, aportó nuevos conceptos y nuevos conceptos y nuevas categorías que refinaron y fortalecieron el dogma trinitario hacia el siglo IV. Llegado el concilio de Nicea en 325 d.C. donde se definirían asuntos de la fe, la doctrina trinitaria fue presentada por Atanasio, con tal perfil, que fue legitimada y declarada como dogma oficial de la naciente Iglesia Católica Romana.
Esta decisión se ratifica en el Concilio de Constantinopla (a. 381), que recoge a Nicea y le añade algunos artículos pneumatológicos, pasando a ser la primera definición completa sobre el dogma trinitario, que posteriormente vuelve a enfatizarse en Calcedonia en el 451 d.C.
El Dr. Lewis Sperry Chafer, refiriéndose al dogma de la Trinidad manifiesta: “reconocemos que la palabra trinidad no se encuentra en el texto sagrado y que la doctrina que presenta tampoco es enseñada directamente”. [41] Como puede notarse hasta aquí: el origen del trinitarianismo no es bíblico; es el producto de la reflexión teológica posterior a la época apostólica.
David Bernard después de investigar sobre la materia concluye:
Hasta donde nosotros podemos afirmar los primeros líderes cristianos en los días que siguieron la época apostólica fueron unicitarios. Ciertamente ellos no enseñaron la doctrina de la trinidad…
Después del surgimiento de la doctrina trinitaria en la última parte del siglo segundo, la doctrina de la trinidad no remplazó la unicidad como la creencia dominante hasta cerca del año 300 d.C., y no llegó a estar universalmente establecida hasta los últimos años del cuarto siglo. [42]
El proceso de adaptación y desarrollo de la doctrina de la trinidad continúa en los siglos posteriores y se extiende hasta la actualidad, ejemplo de lo cual son la obra de Agustín de Hipona [43] en siglo V, Tomas de Aquino [44] en siglo XIII y Karl Barth [45] en el siglo XX, entre otros.
UNICITARIOS POST-APOSTÓLICOS Y NICENOS
Referirse a los creyentes de la unicidad en el periodo post-apostólico y lo sucedido con ellos durante y después del concilio de Nicea (en el cual se adoptó la trinidad como dogma oficial de fe del cristianismo), es un tema amplio y sobre el que ya se han desarrollado serios trabajos de investigación. [46]
Sin embargo, algunos de los autores consultados coinciden en la dificultad que se les plantea al abordar el asunto, especialmente en esta época, por los hechos que los propios registros de llamados herejes modalistas han desaparecido o han de sido destruidos y para su estudio se depende totalmente de quienes escribieron en contra de ellos, los cuales seguramente los juzgaron con sus propios prejuicios y parcialidades.
Parece que hubo un especial cuidado en lograr que no solo las personas, sino también sus creencias y doctrinas fueran eliminadas y por consiguiente es muy poco lo que se conoce de ellos.
Fundamentados en las investigaciones realizadas por varios autores enunciaremos a continuación los nombres de personas y grupos que tradicionalmente se han calificado como creyentes unicitarios y algunos apartes de sus escritos.
Sin concordar necesariamente con todo lo que defendieron y con el tipo de vida que algunos llevaron, queremos recordar el nombre de algunos de estos famosos “herejes” que según el testimonio de la historia fueron creyentes unicitarios. En primera instancia se mencionan los nombres de los líderes post-apostólicos hasta Nicea y luego se hará referencia a los personajes de siglos posteriores hasta el siglo XIX.
No se pretende identificar una “Iglesia del Nombre” en dicho proceso, pues haría violencia al contexto histórico eclesiástico de aquellos siglos, lo que se quiere resaltar es la permanencia del principio de unicidad divina en la historia del cristianismo.
Entre los más relevantes líderes, están los ya mencionados padres de la iglesia tales como: Clemente de Roma, Policarpo de Esmirna, Ignacio de Antioquía y Hermas, cuyos escritos son fuertemente unicitarios, pero no son señalados como heréticos por el cristianismo trinitario, pues aparentemente encuentran en ciertas frases, la “fórmula trinitaria”. Por ejemplo:
Los apóstoles recibieron el evangelio para nosotros del Señor Jesucristo; Jesucristo fue enviado por Dios. Así pues, Cristo viene de Dios, y los apóstoles de Cristo. Por tanto, los dos vienen de la voluntad de Dios en el orden designado.
Habiendo recibido el encargo, pues, y habiendo sido asegurados por medio de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y confirmados en la palabra de Dios con plena seguridad por el Espíritu Santo, salieron a proclamar las buenas nuevas de salvación de que había llegado el reino de Dios. [47]
David Bernard, contesta acerca de ellos:
El Pastor fue escrito por un hombre desconocido llamado Hermas, en Roma. El pastor afirma que Dios es uno… Hermas no vio al Espíritu Santo como una persona separada de la deidad pero dijo que fue manifestado en el mundo como el Hijo. Hizo alusión a la fórmula bautismal en el nombre de Jesús… Clemente de Roma afirma que Dios es uno, identifica a Jesucristo como Dios.
Él también identifica al Padre como nuestro Creador, Salvador y Señor, que son los títulos bíblicos de Jesús. Hizo énfasis en la singularidad del nombre de Dios… Policarpo de Esmirna (-155), apoyó fuertemente las cartas de Ignacio, obviamente apoyando la doctrina de Dios expresada en ellas.
Policarpo habló de “Dios y nuestro Señor” e identificó a Jesucristo como “nuestro Señor y Dios” y “el Hijo de Dios”… Los escritos de Ignacio de Antioquía (c. 110-15), igualan a Jesús con el único Dios, tan fuertemente que algunos historiadores han llamado modalística a su doctrina. Identifica a Jesucristo como el único Dios manifestado en carne… Él habló de Jesús como el Dios Padre encarnado. Para Ignacio, los cristianos son la gente del nombre de Jesús, que es el nombre revelado de Dios. [48]
En una época posterior que va desde el año 150 d.C. hasta el siglo IV, se destacan como unicitarios a los siguientes personajes: Eleuterio, Ireneo, Noeto de Esmirna, Epígono, Cleómenes, Práxeas, Montano, Víctor de Roma, Calixto Obispo de Roma, Comodiano, Sabelio, Zeferino, Berilio, Eustaquio, Marcelo, Photino y Prisciliano. Algunos de ellos fueron acusados de monarquianos modalistas o sabelianistas. [49]
Eleuterio fue obispo de Roma entre 175 y 189, probablemente nacido en la ciudad griega de Nicópolis y sucedió en el obispado de Roma a Sotero.
De Ireneo David Bernard comenta:
Ireneo [fue]… discípulo de Policarpo, provenía de Asia menor y llegó a ser obispo de Lyón, cerca del 178, típicamente se ha caracterizado la teología de Ireneo como bíblica, profundamente reverente de la tradición, y Cristocéntrica.
Hizo énfasis en la doctrina histórica de Cristo como Dios manifestado en carne y Salvador. Establece las distinciones de Padre, Hijo y Espíritu Santo, como manifestaciones o revelaciones, pero nunca como distinciones de esencia. Además, identifica a Jesucristo como la manifestación visible del Dios invisible.
En contraste con los apologistas griegos Ireneo no ve el Logos como una segunda persona, subordinada y creada por Dios en un punto del tiempo, sino que para él el Logos es la mente de Dios, es eterno y siempre ha estado en o con el Padre. La palabra de Dios es Jesús, quien es Dios. Para Ireneo Jesucristo es Dios manifestado en carne. El gran Yo soy, el Padre y el Espíritu. [50]
Hipólito, quien era un fuerte opositor de la doctrina unicitaria escribió dos importantes documentos para tal fin; “Philosophoumena” y “Contra Noeto”. De Noeto quien fue unos de los más fuertes defensores de la doctrina apostólica, y de otros creyentes unicitarios, Hipólito en su Philosophoumena documenta:
Hubo un tipo de nombre Noeto, de origen esmirniota… De éste se hizo discípulo y servidor uno de nombre Epígono, el cual llegando a Roma diseminó esta doctrina impía. De él aprendió Cleómenes, reforzó esta enseñanza; siendo Zeferino por entonces designado para dirigir la iglesia… Condescendía con los que se iban para hacerse discípulos de Cleómenes. Y él mismo seducido por entonces a las mismas doctrinas se inclinaba, siendo también Calixto concejero y aliado de él en esas maldades. [51]
Además en “contra de Noeto” dice de él:
Afirma que uno y el mismo son el Padre y el llamado Hijo, no uno distinto del otro, sino el mismo de sí mismo, de nombre llamados Padre e Hijo según la figura temporal; uno es, en efecto, el que se ha manifestado y se ha sometido al nacimiento de una virgen y ha vivido normalmente como hombre entre los hombres, pues a los que veían se manifestó él mismo Hijo por el nacimiento que había tenido lugar, pero a los que son capaces de comprender no oculta que es el Padre.
Que éste ha sufrido en el suplicio del madero y su mismo espíritu ha entregado, que ha muerto y no ha muerto, que así mismo al tercer día ha resucitado, (después de) ser enterrado en el sepulcro y de haber sido atravesado por la lanza y clavado con los clavos, que éste es Dios del universo y Padre lo afirma Cleómenes y su coro de seguidores… Esta herejía la robusteció Calixto… en efecto, al mismo tiempo Ceferino le persuadía (Calixto) a decir públicamente: «Yo sé que existe un sólo Dios, Cristo Jesús, y fuera de él no existe otro distinto engendrado y pasible»; además dice: «No ha muerto el Padre sino el Hijo»… El cual dando espacio a la insensatez nos llamaba a nosotros “diteístas”… [52]
En este documento, se muestra con claridad que Noeto afirmaba la monarquía [53] basado en el monoteísmo del Antiguo y Nuevo Testamento, e Hipólito en su argumentación, interpreta desde du perspectiva pluralista los textos bíblico que según él son usados por Noeto para dar fundamento a su creencia.
Pero sin lugar a dudas, uno de los mayores adversarios de la doctrina unicitaria fue Tertuliano, quien refiriéndose a Práxeas (discípulo de Epígono), y su forma de fe, expone:
El mantiene que hay un sólo Señor, el omnipotente creador del mundo… Él dice que fue el Padre el que descendió a la virgen y nació de ella, él sufrió… Él [Práxeas] crucificó al Padre… Esta herejía que se supone posee la pura verdad, piensan que uno no puede creer en un solo Dios de cualquier otra manera que diciendo que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo es la misma persona. Nosotros, dicen ellos, guardamos la monarquía (o sólo el gobierno de Dios)… Ellos contienden a favor de la identidad del Padre e Hijo y Espíritu… [54]
La más célebre inculpación de Tertuliano contra Práxeas y sus seguidores fue que su doctrina hacía sufrir y morir al Padre. El cargo de Tertuliano causó que los llamaran: Patripasianos, término que proviene de las palabras latinas que significan “el Padre sufrió”. Pero Práxeas negó que el Padre muriera en su deidad. Él explicó que Cristo murió sólo en su humanidad -como el Hijo- pero Tertuliano rehusó escucharlo.
Otros creyentes de la “unicidad” de Dios, fueron Víctor obispo de Roma (189-199). Y Montano.
De Víctor, obispo de Roma, David Bernard afirma que: “Abrazó y defendió las enseñanzas de Práxeas”. [55] Y al referirse a Montano, presbítero de la región de Frigia en Asia menor, explica que:
Éste fundó el grupo de los Montanista, para quienes el hablar en lenguas era una marca importante de la verdadera iglesia, tendían hacia el legalismo y el ascetismo. Existe evidencia que los Montanistas fueron originalmente modalistas…
Además, ellos no bautizaron en los títulos trinitarios, así que ellos deben haber adherido a la fórmula original del nombre de Jesús. Algunos escritos del siglo III dicen que una facción de los Montanistas era modalista, así que eventualmente otros de ellos abrazaron el trinitarianismo.
De hecho, un famoso converso al Montanismo del siglo III fue Tertuliano quien tuvo gran influencia en el desarrollo de las doctrinas bíblicas de la unicidad de Dios, la deidad de Jesucristo, el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo, el bautismo del Espíritu Santo con el hablar en lenguas, los dones del Espíritu, y santidad de vida. [56]
Cuando Tertuliano escribió “Adversus Práxeas” ya era convertido al Montanismo y aparte de inculpar a Práxeas por su monarquianismo; también lo censura por su actividad contra los errores y excesos proféticos de Montano y sus profetizas Prizca y Maximilla, ante lo cual escribe:
Después de que el Obispo de Roma había reconocido los dones proféticos de Montano, Prizca y Maximilla, y a consecuencia del reconocimiento, había dado su paz en las iglesias de Asia y Frigia, él, [Práxeas] importunamente insistiendo en imputaciones falsas contra los profetas y sus iglesias… Lo compelió a revocar la carta pacífica que había emitido, y además lo hizo desistir de su propósito de reconocer los dones. Por esto Práxeas hizo en Roma un servicio doble para el diablo: él ahuyentó la profecía e introdujo la herejía; él puso en fuga al Paráclito, y crucificó el Padre. [57]
Algunos escritores usan la afirmación “puso en fuga al Paráclito” [58] para atestiguar que Práxeas no creía en el Espíritu Santo, pero es claro que Tertuliano se refiere, al caso especifico del Montanismo que era reprobado por Práxeas, -quien desconocía a Montano, a Prizca y a Maximilla como profetas- en razón de los excesos y errores que personificaba en cuanto a los dones y manifestaciones del Espíritu Santo. “Puso en fuga al Paráclito” es como decir: no aceptó la profecía del espíritu a través de los líderes montanistas.
Otro defensor de la doctrina unicitaria en los primero siglos fue Sabelio, que probablemente era de Libia. Predicó en Roma durante el tiempo de Zeferino y Calixto, según Bernard, él creyó que:
Dios es una unidad… No hay ninguna distinción en el Ser divino, pero, Dios la Unidad divina se revela consecutivamente en tres modos diferentes o formas… Según él los nombres Padre, Hijo y Espíritu Santo simplemente son designaciones de tres fases diferentes bajo los cuales se manifiesta el único ser divino. Dios se revela como el Padre en la creación y el dador de la ley, como el Hijo en la encarnación, y como el Espíritu Santo en la regeneración y santificación… Enseñó que el Padre y el Hijo no son dos personas. [59]
De Comodiano no se sabe exactamente si fue un presbítero o un obispo del Norte de África, es el único modalista de esta época de quien se ha conservado algunos escritos. Él habla de “el Dios omnipotente, el Cristo viviente” y “Dios-Cristo”, y en el “Poema Apologético contra los judíos y gentiles”, llama a Cristo el propio Dios. [60]
En cuanto a Eustaquio, se sabe que fue depuesto del título de obispo de Antioquía por cargos de Sabelianismo, en el Sínodo de Antioquía en el año 330. Además parece que no sólo él, sino muchos cristianos en Antioquía eran modalistas en sus creencias. Eustaquio atacó las enseñanzas de Orígenes, Arrio y Eusebio de Cesarea. [61]
Marcelo igualmente fue destituido del título de obispo de Ancira por cargos de Sabelianismo, en el Sínodo de Constantinopla en el año 336. Él afirmó fuertemente el monoteísmo pero se opuso de forma tenaz al arrianismo, sostuvo que el Logos no era una persona distinta del Padre; así mismo rechazó la generación eterna del Hijo y enseñó que el término Hijo sólo se refería a la manifestación en carne, y dijo que el Padre estaba en Cristo. Él fue representante de la teología tradicional de Asia Menor, tal cual se encuentra en Ignacio e Ireneo. [62]
Respecto a Photino, este fue discípulo de Marcelo, aunque algunos afirman que al final se adhirió al monarquianismo dinámico.
Prisciliano fue un obispo hispano-romano, natural de la provincia romana de Galicia, comenzó su predicación hacia el año 379. Su doctrina, entre otras cosas, negaba la distinción de personas en la trinidad y defendía una rígida moral, preocupado porque veía una relajación en las costumbres. Nombrado obispo de Ávila en el 380 y desterrado de la península Ibérica en el 381, fue juzgado en Tréveris ante el emperador Máximo acusado de magia, siendo decapitado. Su doctrina perduró hasta el fin del siglo VI en Galicia. [64]
Y aunque muchos otros profesaron la doctrina de la unicidad como la enseñanza apostólica, fue a partir del concilio de Nicea que se declaró como una herejía. Sin embargo, no todos adhirieron a la nueva posición y fe oficial de Roma, -la trinidad- situación que se convirtió en permanente a lo largo de la historia del cristianismo. Unos de dentro y otros de fuera del catolicismo se atrevieron a cuestionar el dogma de la trinidad y a declarar la verdad acerca de la divinidad; entre ellos los creyentes en la unicidad.
Otro aspecto fundamental que no se puede ignorar es que al establecerse como dogma de fe la trinidad; la fórmula bautismal también fue modificada, lo que ocasionó de manera lógica oposición de quienes defendían la fórmula enseñada en el Nuevo Testamento.
Después de analizar el bautismo cristiano en lo referente a la fórmula bautismal primaria y habiendo tomado como punto de referencia las investigaciones de Hebert G. Wood, [65] W. Walter, [66] Hans Küng, [67] y Gerhard Barth; [68] Gaxiola concluye:
“Lo que hemos escrito hasta ahora nos permite postular la idea de que, como dicen Wood y otros, la fórmula trinitaria del bautismo es adición posterior y no corresponde ni a la prácticas de la iglesia del tiempo de los apóstoles ni al contenido original del Nuevo Testamento. Buscar fechas que indiquen este cambio es una tarea importante para los estudiosos de hoy, ya que, el tema ha estado apabulladoramente sepultado por la tradición y la aceptación incuestionada del bautismo trinitario… [69]
De igual forma, David A. Reed sacerdote anglicano estudioso del uni-pentecostalino sostiene que la cristología unicitaria “es una forma sectaria de teología judío cristina que manifiesta las características de su teología en el Nombre de Jesús”. [70] De ahí que la fórmula bautismal sea hoy tan importante para los uni-pentecostales como lo fue para la primitiva iglesia judío-cristiana.
UNICITARIOS DEL SIGLO IV HASTA EL XIX
En las épocas posteriores al siglo IV hubo grupos de creyentes cristianos que conservaron rasgos de la unicidad primitiva, y aunque creían en la divinidad de Jesús, mantenían ciertas diferencias interpretativas y conceptuales en su cristología. Mucho de lo que se conoce acerca de ellos proviene de fuentes hostiles que simpatizaban con la iglesia oficial de su época.
Unos de estos grupos de creyentes eran los Priscilianistas de quienes se afirma que rechazaban el dogma de la trinidad, negando la existencia de tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en una única sustancia divina. Pese a ser condenados como herejes en I Concilio de Toledo (400), sobrevivieron en su zona original, noroeste de la península Ibérica, hasta el siglo VIII. [71]
También los Euchitas son reconocidos como creyentes de la unicidad divina, ellos existieron entre los años 350 a 900 d.C. [72]
Los Bogomilos surgieron por el siglo X en los Balcanes. Su sede central estaba en Bulgaria por lo que su creencia se propagó por muchos pueblos eslavos. En 1118 el emperador bizantino Alejo I ejecutó su líder por considerarlo un hereje. En el siglo XV, antes de que fueran disminuidos por la persecución, los Bogomilos ayudaron al desarrollo de los albigenses; grupos franceses e italianos de los siglos XII y XIII, que creían en la unicidad. [73]
Los albigenses deben un nombre al pueblo de Albi, (sur de Francia), donde se centró la más importante actividad de este movimiento. Ellos enseñaban que Cristo era Dios, y también creían en el bautismo del Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos. En un principio, la iglesia católica trató de reconvertir a los albigenses por medios pacíficos, pero cuando fallaron todos los intentos, el papa Inocencio III lanzó la cruzada albigense (1209-1229), que reprimió a los seguidores de este movimiento de una forma brutal y a su paso desoló gran parte del sur de Francia. Sólo pequeños grupos de albigenses sobrevivieron en zonas muy apartadas, pero aún así no escaparon del hostigamiento de la inquisición que se extendió hasta finales del siglo XIV. [74]
Para los siglos XI y XII se tienen registros de varios personajes que creyeron en la unicidad, entre los que se destacan: Pedro Abelardo (1709-c. 1142), un filósofo y teólogo escolástico, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo XII. Nació en Le Pallet (Bretaña) en 1121. El concilio de Soissons, Francia (1121), lo condenó sin escucharle, por sus puntos de vista respecto a la trinidad y su tratado sobre el tema fue quemado. Fue acusado de sabelianismo y dos veces condenado por hereje. Abelardo murió en una abadía ubicada en Cluny (ciudad al este de Francia central), [75] cerca de Chalon-sur-Saône. [76] Fueron discípulos de Pedro Abelardo, Arnoldo de Bresia y Pedro de Bruis. [77]
También se podría mencionar a William de Conches (1080-1154), quien describió la deidad en términos de modos o manifestaciones en lugar del término persona usada por los ortodoxos trinitarios. [78]
Otro grupo heterodoxo posterior fueron los Anabaptistas que surgieron en Europa durante de la Reforma, principalmente en países como Alemania, los Países Bajos y Suiza. El nombre Anabaptista significa “el que se bautiza nuevamente”; se refiere a la práctica que tenía dicho movimiento de bautizar a los adultos aunque la persona ya hubiese sido bautizada en su infancia. Creían que la Biblia negaba el bautismo a niños.
Los Anabaptistas sólo bautizaban a los creyentes adultos que libre y voluntariamente, decidían hacerlo. Debido a que los Anabaptistas no aceptaban la jerarquía de la iglesia ni del Estado, ni la autoridad de los organismos civiles en temas de tipo religioso; fueron acusados de sedición y herejía, siendo víctimas de persecuciones y martirios. Este movimiento se basaba en congregaciones o comunidades que se reunían de manera voluntaria. [79] Algunas de ellas fueron unicitarias.
En el siglo XVI Miguel de Servet: (1511-1553), médico y teólogo español mantuvo una concepción personal sobre el dogma de la trinidad (la cual negaba), y exaltaba la deidad de Jesús. Acusado de herejía y blasfemia contra el dogma oficial, fue ejecutado debido a sus creencias unicitarias. Murió quemado en la hoguera por dictamen del gobierno calvinista de Ginebra. [80]
Otro personaje fue Sebastián Franck: (1499-1542), quien bajo la influencia de Miguel de Servet, abandonó la creencia trinitaria, reconociendo y enalteciendo la deidad de Jesucristo. [81]
Casiodoro de Reina: (1520-1594), reconocido traductor de la Biblia al castellano, se refugió en el Norte de Europa huyendo de la inquisición en el año de 1558. Recibió fuertes rechazos por tener ideas heterodoxas de teología radical y por admirar y defender a Miguel de Servet; además simpatizaba con los Anabaptistas. Fue pastor de una congregación de Londres, donde habitaban refugiados españoles; estos para ser reconocidos como iglesia escribieron una “Confesión de fe” en las que expresaban sus ideas bíblicas e Irénicas. [82] Declaraban expresamente que en la Biblia no se encuentra la palabra trinidad, sustancia, persona ni la idea de bautizar a niños. Es por ello que ni calvinistas, ni luteranos gustaban de sus doctrinas. [83]
Los Cuáqueros o sociedad de los Amigos fueron un grupo religioso que tuvo su origen en el ala radical del puritanismo inglés a mediados del siglo XVII. En un principio, los Cuáqueros fueron seguidores de un predicador laico, el inglés George Fox, quien en 1647, comenzó a predicar la doctrina de «Cristo dentro»; más delante, este concepto fue desarrollado y enfocado más hacia la idea de «luz interior».
A pesar de que Fox no buscaba establecer una entidad religiosa independiente, muy pronto sus seguidores comenzaron a agruparse y a formar una organización autónoma, haciéndose llamar por nombres tales como: Hijos de la luz, Amigos de la Verdad y más adelante Sociedad de los amigos.
El nombre de Cuáqueros, por el que fueron popularmente conocidos, lo recibieron por los agitados movimientos que realizaban en momentos en que se sentían poseídos del Espíritu (en inglés to quake, que significa temblar). La sociedad de los amigos fue víctimas de persecuciones desde que se formaron como grupo. Se destaca como líder el británico William Penn (1644-1718), quien prisionero en una torre de Londres por negar la trinidad y para ser liberado de la torre, Penn tuvo que mostrar que no negaba la deidad de Cristo sino sólo su distinción de Dios Padre. [84] Fue el fundador de la colonia de Pensilvania (Norteamérica) en 1682.
También el siglo XVII se puede mencionar al Himnólogo inglés Isaac Watts (1674-1748), pastor congregacionalista, exaltó la deidad de Jesús; y tuvo gran dificultad para entender y aceptar la doctrina de la trinidad, además describió el Espíritu Santo como el poder de Dios pero no como una persona distinta al Padre. Poco antes de su muerte él escribió:”A Solemn Addres to the Deity”, (Una dirección Solemne a la Deidad), en la cual él reconoció a Jesús como Dios manifestado en carne e indicó que la idea de tres personas en Dios era incomprensible y extra bíblica. [85]
Emmanuel Swedemborg (1688-1772), científico y filósofo sueco afirmaba en su teología la plenitud de la deidad de Jesucristo, articulada con un rechazo de la doctrina tradicional de la trinidad. Él se expresaba respecto a su creencia unicitaria de la siguiente manera:
“Quienquiera que no se acerca al Dios verdadero del cielo y la tierra, no puede tener entrada en el cielo, porque el cielo es el cielo de ése único Dios, y ése Dios es Cristo Jesús, quien es Jehová el Señor, desde la eternidad el Creador, en el tiempo el Redentor, y a la eternidad el Regenerador: de consecuencia, que es a la vez el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y éste es el Evangelio que debe ser predicado”. [86]
Para el siglo XIX existen suficientes registros históricos que son bases sólidas para hablar de creyentes unicitarios tanto en Europa como en Norte América. A manera de ejemplo citamos a Bernard, quien en su prolífica lista de unicitarios menciona en primer lugar al ministro presbiteriano John Miller de quien dice, era:
“Un creyente de la unicidad en América. En su libro, ¿Es Dios una trinidad? Escrito en 1876, él utilizó una terminología levemente diferente a la de los escritores modernos de la unicidad, pero las creencias que él expresó son básicamente idénticas a las de los creyentes de la unicidad del día de hoy. Miller creía que la doctrina de la trinidad no era bíblica y que obstaculizaba grandemente a la iglesia en alcanzar a los judíos y a los musulmanes. Él enfáticamente declaraba la deidad plena de Cristo Jesús. [87]
Otro creyente de la unicidad según Bernard, es David Campbell quien divulgó que había hallado un libro escrito en 1828, que enseñaba la Unicidad. El autor era el inglés John Clowes, pastor de la iglesia de San Juan en Manchester. [88]
También R. D. Weeks publicó en 1876 en Inglaterra el libro “Jehovah-Jesús The Supreme God Son the God Son the Man”. En el cual, 115 páginas, expone su pensamiento sobre la unicidad de Dios.
Por último, en esta lista de unicitarios se puede mencionar a Abbot Lyman (1835-1922), un ministro Congregacionalista norteamericano, que además, era abogado y periodista, Él recibió la “revelación” de la unicidad en 1880 e inmediatamente se dedicó a divulgar dicho mensaje.
Los anteriormente mencionados no son los únicos creyentes de la unicidad durante veinte siglos de historia de la iglesia cristiana, pero se mencionan por considerarse representativos y es suficiente evidencia para considerar que la doctrina unicitaria pervivió a través de los tiempos; y aunque fue tenida como herejía cuando el desarrollo del dogma trinitario se consolidó, esta concepción de la divinidad no logró ser erradicada de la historia de la iglesia, y ha estado presente, con una intensidad variada, en sus diversas épocas, hasta la actualidad.
Referencias
[1] Uni-pentecostales: Término utilizado por Gaxiola para referirse a las iglesias pentecostales unicitarias.
[2] Deuteronomio 4:35
[3] Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina Valera 1960, Éxodo 8:10; 9:14; Deuteronomio 4:35,39; 6:4; 33:26
[4] 2 Samuel 7:22; 1 Crónicas 17:20; Salmos 86:10
[5] 1 Reyes 8:60
[6] Isaías 37:16; 43:10-11; 44:6,8; 45:5,6,14,18,21,22; 46:9; 54:5; Jeremías 10:6; Joel 2:27; Zacarías 14:9; Malaquías 2:10
[7] BERNARD David. Essential of Oneness Theology. p. 8
[8] Que significa “oye” o “escucha”.
[9] Mesías significa “ungido”. Título aplicado al rey, salvador y libertador prometido por Dios a Israel.
[10] Reflexión filosófica-teológica sobre la persona y la obra de Jesucristo, al igual que su influencia a través de la historia.
[11] Isaías 33:22; 40:3; Libro de Ruth; Isaías 52:3-10
[12] Lucas 4:18-21; Lucas 24:27
[13] Juan 1:41
[14] Juan 4:42
[15] Juan 1:41; 4:25; 9:22
[16] “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses…” 1 Tesalonicenses 1:1
[17] Hechos 1:15; 15:13; 8:14; 21:18
[18] HURLBUT, Flower, Narro, La historia de la Iglesia cristiana, p. 38 y 39
[19] Hechos 8:14; 15:3,4,6; 1 Timoteo 3:1-2
[20] Marcos 12:29
[21] 1 Timoteo 3:16
[22] La Enciclopedia Británica es una obra que consta de 32 volúmenes y una de la más importantes del mundo, especializada en la historia y la ciencia.
[23] «Trinity» Encyclopædia Britannica. 2003. Encyclopædia Britannica Online School Edition. 23 Jun. 2003: http://school.eb.com/eb/article?eu=75314
[24] Hechos de los Apóstoles 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16
[25] Samuel Vila. El cristianismo Evangélico a través de los siglos. 2 Edición. p. 52
[26] EDITORIAL Caribe. Diccionario de Historia de la Iglesia. Miami. EE. UU. 1989. p. 9
[27] Lauersdorf A. Richard. Winter Haven, Florida. 20 de abril de 1999: www.angelfire.com/wi3/dhaeuser/El_Espiritu_Santo_es_Dios.htm – 101k
[28] 1 Timoteo 3:16; Romanos 9:5
[29] Nombre dado a la cultura griega.
[30] ATHENAGORAS. A Plea for the Christians by Athenagoras the Atenian: Philophosoper and Christians. Cap. 10 y 24
[31] THEOPHILUS of Antioch. Ad Autolychum. Libro II, Cap. 15.
[32] Tertuliano, (c. 160-220), escritor y experto en jurisprudencia, fue un acérrimo opositor de la doctrina apostólica
[33] TERTULLIANUS, Quintus Septimius Florens. Adversus Praxeas. Cap. IX, 4, 9; XII, 3
[34] TERTULLIANUS, Quintus Septimius Florens. Adversus Praxeas. Cap. III, 1
[35] Tertuliano Adversus Práxean.Opc. Cit. Cap. 3,2; 4,1; 8,5
[36] Orígenes Comentario a Juan. Cap. II, 10
[37] NOVATIAN. A Treatise of Novatian Concerning the Trinity.
[38] ORIGENES. De principiis 1:3,4
[39] BERNARD, David K. Oneness and Trinity, A.D. 100-300. Word Aflame Press. 1991. p. 61-90
[40] GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 54
[41] CHAFER, Lewis Sperry. Teología Sistemática. Tomo II. p. 279
[42] BERNARD, David K. The Oneness of God. p. 229-230
[43] AURELIUS Augustinus. De Trinitate. Intra Text Editorial Staff. Edition I. Text Card LATO396. 2002
[44] AQUINO Tomas de. Suma de Teología. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. Esp. 4º Edición. Parte II. La Trinidad de Personas. p. 299-423
[45] BARTH, Kalr. Dogmática Eclesiástica.
[46] Un ejemplo de esto fue: “The First Occasional Symposium on Aspects of the Oneness Pentecostal Movement”, en la Universidad de Harvard. Julio de 1984.
[47] LIGHTFOOT, J.B. Los Padres Apostólicos. Editorial CLIE. Barcelona. España. 1990. La Epístola de San Policarpo a los Corintios. p. 93 [el subrayado es nuestro]
[48] BERNARD, David K. Oneness and Trinity A.D. 100-300 The Doctrine of God in Ancient Christian Writings. p. 29-42
[49] A la doctrina de las manifestaciones o modos del único Dios se le denominó en los primeros siglos del periodo post-apostólicos “monarquianismo modalístico”, y desechando la evidencia bíblica e histórica sitúan sus raíces en la era post-apostólica. Pero después de investigaciones rigurosas queda demostrado que no solo en el siglo primero; sino que por lo menos 200 años después de la muerte de los apóstoles éste era el credo predominante entre los cristianos.
[50] BERNARD. David K. A History of Christian Doctrine. Volume 1. p. 66-72
[51] PSEUDO HIPÓLITO, Elenchos, Refutatio Omnium Heresium o Philosophoumena. X, 7
[52] PSEUDO HIPÓLITO. Opc. Cit., IX, 8; IX, 10; IX, 11
[53] Monarquianistmo Modalista fue el nombre dado a la doctrina apostólica a finales del segundo siglo. El término MONARQUIANISMO se aplicó a partidarios de un punto de vista unipersonal y no trinitario. La palabra «monarquía», utilizada por algunos para describir esta posición tiene relación con la primacía de Dios como Padre, mientras que el Hijo y el Espíritu Santo serían modos reveladores y temporales de la auto-revelación del Padre y que insistió en aceptar la deidad de Cristo a la vez que se mantenía la unidad de Dios.
[54] TERTULLIANUS, Quintus Septimius Florens. Adversus Praxean. Cap. I: 1,4; II: 1,3; IV, IX; X
[55] BERNARD, David K. Oneness and Trinity A.D. 100-300 The Doctrine of God in Ancient Christian Writings. p. 145
[56] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Opc. Cit., p. 39-42
[57] Tertuliano. Adversus Praxean.
[58] Término griego utilizado para definir la obra protectora y auxiliadora del Espíritu Santo en los creyentes
[59] BERNARD, David K. Oneness and Trinity. Opc. Cit., p. 154
[60] COMODIANO. Citado por David K. Bernard. Opc. Cit., p. 141
[61] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Opc. Cit., p. 124
[62] BERNARD, David K. The Trinitarian Controversy in the Fourth Century. p. 34
[63] Ibídem.
[64] ENCICLOPEDIA Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation.
[65] WOOD, Herbert G., Baptism (Early Christian). Encyclopædia of religión y Ethic.
[66] WALTER, W. Historia de la Iglesia Cristiana. Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones. 1967. p. 86-89
[67] KÜNG, Hans. The Church. New York: Sheed and Ward. 1967. p. 206, 267
[68] BARTH, Gerhard. El Bautismo en el Tiempo del Cristianismo Primitivo. Salamanca: Ediciones Sígueme. 1986
[69] GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 42
[70] REED, David Arthur: Opc. Cit., p. 332 Citado por Gaxiola. Opc. Cit., p. 52
[71] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Opc. Cit., p. 304
[72] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Opc. Cit., p. 304
[73] ENCICLOPEDIA Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation.
[74] ENCICLOPEDIA Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation.
[75] Ibídem
[76] Ibídem
[77] DICCIONARIO de Historia de la Iglesia. Editorial Caribe. 1989. p. 76-77
[78] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Volume 1. p. 304
[79] ENCICLOPEDIA Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation.
[80] GALVIS, R. Reynel. Comentario sobre Apocalipsis y Unicidad. Barranquilla. Fundación casa de publicaciones. Editorial. Primera Edición. 1999. p. 115-129
[81] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Volume 2. p. 96
[82] Ireneo uno de los padres de la iglesia cuya doctrina era profundamente Apostólica.
[83] GORDON, Kinder Arthur. Casiodoro de Reina el Hombre. Artículo publicado en la revista “La Biblia en las Américas”. SBU. Vol. 144. Nº 185. Nº 1 de 1989. p. 94
[84] ENCICLOPEDIA Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation.
[85] BERNARD, David K. A History of Christian Doctrine. Volume 2. p. 232
[86] SWEDEMBORG, Emmanuel. Citado por: BERNARD David K. La Unicidad de Dios. p. 236
[87] BERNARD, David K. La Unicidad de Dios. Opc. Cit., p. 237
[88] CAMPBELL, David. All the Fulness. p. 167-173. Citado por BERNARD, David K. La Unicidad de Dios. Opc. Cit., p. 237