Los tres hebreos en el horno de fuego

I. Sadrac, Mesac, y Abed Nego

A) Introducción

Todos conocemos la historia de los tres hebreos en el horno de Fuego (Daniel 3). Los tres jóvenes hebreos son Sadrac, Mesac y Abed Nego, quienes van al horno de fuego por órdenes de Nabucodonosor. No obedecer a la orden de postrarse ante su imagen, fue el motivo por el cual fueron lanzados. Vamos a meditar en esta historia y en lo que aprendemos de este gran ejemplo de estos tres jóvenes.

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II. No es necesario que te respondamos

A) Convicción de lo que creen y quieren.

Cuando meditamos en este pasaje bíblico sobre los tres hebreos en el horno de fuego, nos daremos cuenta que eran jóvenes con convicción. Ellos sabían en quién habían creído. De igual forma estaban seguros de lo que querían hacer con sus vidas.

Cuando les preguntaron a Sadrac, Mesac y Abed Nego si estaban dispuestos a postrarse y adorar la estatua, su respuesta fue que no era necesario que respondieran sobre ese asunto. Es decir, ni siquiera era necesario pensarlo. Ellos tenían la convicción de que Dios los podía librar del horno de fuego ardiendo (Daniel 3:16-17).

También es necesario que hoy en día haya hombres, mujeres, jóvenes con esta convicción. Un ejemplo de convicción en la Biblia es la del joven David. Antes de enfrentarse a Goliat declaró palabras llenas de convicción. Él sabía en quién había creído.

David dijo que Dios lo había librado de las garras del león y de las garras del oso, y que ese filisteo incircunciso sería como uno de ellos en sus manos (1 Samuel 17:32-36). Tenía convicción, sabía en quién había creído. ¿Tenemos la misma convicción que David? ¿Tenemos la convicción que tenían los tres jóvenes hebreos en el horno de fuego?.

B) Ni siquiera era algo para pensarlo

Es impresionante la convicción de estos jóvenes. Ni siquiera tenían que pensar en la decisión. Ellos dijeron «No es necesario que te respondamos sobre este asunto» (Versículo 16). Esto es convicción. Estaban seguros de que aquel a quien servía podía librarlos.

En momentos difíciles como estos es cuando nuestra fe es probada. Israel frente al mar rojo, siendo perseguido por los egipcios, fue probado. Sin embargo, Israel no pudo pasar la prueba. Empezaron a desear haber muerto en Egipto, incluso en muchos momentos desearon regresar o estar en Egipto durante estuvieron en el desierto.

Elías tuvo que decir a Israel ¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos?. Esto nos puede pasar cuando no tenemos convicciones. Necesitamos tener un solo pensamiento, una misma mente, una sola convicción.

III. Nuestro Dios puede librarnos

A) Confianza en Dios

Confianza en Dios es una de las cosas que nos enseña la historia de los tres jóvenes hebreos. Ellos decían «nuestro Dios a quien servimos puede librarnos» (Daniel 3:17). Necesitamos tener esa confianza en nuestro Dios. A veces somos llamados en tiempos difíciles, pero debemos confiar en Dios.

Para tener confianza en Dios necesitamos ver con los ojos de la fe. El siervo de Eliseo sintió temor al ver venir a los Sirios contra ellos, pero Eliseo le dijo «más son los que están con nosotros que los que están con ellos».

Eliseo pidió a Dios que abriera los ojos del criado para que mirara. «Y he aquí el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (2 Reyes 6:17). Necesitamos abrir los ojos de la fe y confiar en que Dios puede librarnos, tal como lo hizo con los tres hebreos en el horno de fuego.

IV. Y si no, sepas oh rey, que no serviremos a tus dioses

A) Firmes en la prueba, en tiempos de adversidad

Daniel oró a pesar del edicto del rey, en el cual se decía que nadie podía hacer petición. Se mantuvo firme en sus convicciones, en su fe, en su consagración. A causa de esto, Daniel es lanzado al foso de los leones; pero por su firmeza, fidelidad y confianza, fue librado.

«Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo» (Daniel 6:22). Tenemos que perseverar y permanecer firmes en nuestra fe y confianza a Dios, porque él puede librarnos y darnos la victoria.

Muchas veces ponemos condiciones a Dios diciendo si me libra o sana yo le sirvo; sin embargo, estos tres hebreos en el horno de fuego, habían dicho sea que nos libre o no, le vamos a servir a Dios. Necesitamos esa firmeza en nuestra fe.

V. Los tres hebreos en el horno de fuego ardiendo

A) Fueron lanzados los tres hebreos en el horno de fuego, pero murieron los que los echaron

Esto nos enseña que cuando estamos en el horno de la prueba, también nuestros enemigos perecen. Los hombres que habían echado a los tres hebreos en el horno de fuego, fueron quemados inmediatamente a causa de la temperatura que había. La prueba nos da victoria sobre nuestros enemigos, aunque a veces ni nos damos cuenta.

Muchos quieren verte derrotado en medio de las pruebas. Jeremías decía «mis amigos miraban si claudicaría» (Jeremías 20:10). De igual forma, hay quienes esperan que claudiquemos; pero poderosos es nuestro Dios para mantenernos firmes y librarnos de nuestros enemigos.

Los filisteos esperaron a que Sansón cayera con Dalila. Cuando cayó fue el hazme reír de los filisteos. Perdió su fuerza, quedó ciego, lo ataron con cadenas, «sirvió de juguete delante de ellos» (Jueces 16:25).

Muchos quieren verte caer, pero digamos como Jeremías «mas Jehová está conmigo como poderoso gigante» (Jeremías 20:11). Dejémonos vencer por el vencedor, sintamos ese fuego ardiente metido en nuestros huesos, el fuego del poder del Espíritu Santo (Jeremías 20:9).

Podemos estar derribados, pero no derrotados. Sansón, tuvo su última oportunidad ante sus enemigos, cuando todos lo daban por vencido, suplicó una vez más a Dios. El Señor respondió su clamor y derrotó a más filisteos de los que había derrotado en toda su vida. Es tiempo de levantarse, cuando todos piensen que ya no hay nada más que hacer, tu más grande victoria puede estar a la puerta.

VI. El horno nos libera

A) Se soltaron las cuerdas a los tres hebreos en el horno de fuego

La prueba nos libera. Los tres hebreos en el horno de fuego fueron libres de las cuerdas. Por muy contradictorio que parezca, cuando estamos en las pruebas, también experimentamos liberación.

Quizás muchas veces no lo percibimos, pero la prueba nos libera. En tiempos de prueba, cuando nos rendimos ante la presencia de Dios, nos sentimos más libres para adorarlo, alabarlo, exaltarlo y darle toda la gloria a nuestro Dios.

1) En la prueba nos damos cuenta que Dios nunca nos deja solos

Los tres hebreos en el horno de fuego de pronto se dieron cuenta que había alguien más con ellos. Nabucodonosor lo describe de la siguiente manera: «He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses» (Daniel 3:25).

Dios nunca nos deja solos. Los jóvenes en el horno, nunca estuvieron solos. Daniel en el foso de los leones jamás fue abandonado por Dios. Daniel dijo al rey «Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones» (Daniel 6:22). Dios jamás nos dejará solos.

VII. Cuando salimos del horno testificamos de las maravillas de Dios

A) Los tres hebreos saliendo del horno de fuego era un testimonio de la gloria de Dios

Nabucodonosor dijo: «Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego… Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste» (Daniel 3:28-29).

Hay cosas que suceden para que la gloria de Dios se manifieste. Lázaro pudo ser sanado por Jesús antes de morir, pues lo llegaron a buscar cuando aún estaba enfermo. Sin embargo, cuando le dijeron que estaba enfermo dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios…» (Juan 11:4). Espero unos días, y cuando Lázaro murió, fue a verlo a la tumba. Era mejor resucitarlo que sanarlo; porque era necesario que la gloria de Dios se manifestara.

VIII. Conclusión sobre los tres hebreos en el horno de fuego

Necesitamos aprender de esta historia. Tener esa convicción, esa confianza de que Dios puede librarnos. Y si no, aun con todo, estar firmes. Entender que la prueba nos libera de nuestros enemigos y de las ataduras que hay en nuestra vida.

Cuando salimos del horno de la prueba, debemos testificar de las maravillas de Dios. Jesucristo te bendiga.

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