¿Por que no me avergüenzo del evangelio? Reflexión
Lo que dijo Pablo: «Porque no me avergüenzo del evangelio»
En Romanos 1, Pablo se dirige a los creyentes gentiles en Roma y comienza explicando su misión, que era predicar el evangelio a todos. Concluye su explicación diciendo: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:16–17; cf. Habacuc 2:4).
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¿Que significa la palabra avergonzado?
La palabra traducida “avergonzado” significa “deshonrado” o “personalmente humillado”. Una persona “avergonzada” de esta manera es como alguien señalado por extraviar su confianza: Confió en algo y ese algo lo defraudó. La palabra puede referirse a ser deshonrado por formar alianzas equivocadas.
Entonces, cuando Pablo dice «porque no me avergüenzo del evangelio«, está diciendo que su confianza en el evangelio no está fuera de lugar. No hay vergüenza en declararlo. Pablo había entregado su vida a proclamar las verdades que Jesús mismo le había revelado (Hechos 9:3–6; 2 Corintios 12:2–4). Explicó a los romanos por qué no creía que se había identificado erróneamente con Jesús y por qué proclamar el mensaje de Jesús era el trabajo de su vida, y el motivo por el cual decía que no se avergonzaba de predicar el evangelio.
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¿Por qué no me avergüenzo del evangelio?
Porque es poder de Dios para salvación
La aplicación de «no me avergüenzo del evangelio» también puede extenderse a nosotros. Así como Pablo puso su confianza en el evangelio de Cristo, nosotros también podemos hacerlo. Podemos proclamar con audacia las verdades que Dios ha revelado en Su Palabra, sin temor a que nuestra confianza esté fuera de lugar. “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:11; cf. Isaías 28:16).
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La oferta de salvación aun está disponible
Podemos descansar sabiendo que el Espíritu Santo que inspiró las Escrituras nunca cambia (2 Pedro 1:21; Malaquías 3:6; Hebreos 13:8). Lo que era cierto hace miles de años sigue siendo cierto. La oferta de salvación que se presentó a la gente del primer siglo todavía está abierta para nosotros (Hechos 2:39; Juan 17:20).
Vivir sin avergonzarnos del evangelio significa que lo proclamamos, pero también significa que lo aplicamos a nuestras vidas y demostramos que lo creemos.
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Pablo no predicaba una cosa y vivía otra
Las elecciones de vida de Pablo apoyaron su mensaje. No predicaba una cosa y vivía otra. Estamos “avergonzados del evangelio” cuando permitimos que el pecado en nuestras vidas pase sin control (Mateo 3:8). Cuando nos entregamos a la mundanalidad y los deseos carnales o desobedecemos descaradamente las normas bíblicas, indicamos que carecemos de confianza en nuestro propio mensaje (1 Corintios 3:3; 1 Pedro 2:11).
Cuando andamos en el consejo de los malos, y en la senda de los pecadores nos paramos, y en la silla de los escarnecedores nos sentamos (Salmo 1:1), estamos avergonzados del evangelio. No estamos permitiendo que su verdad penetre en nuestras vidas para que otros vean su poder cambiante.
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Vivir sin avergonzarnos del evangelio significa que nosotros, como Pablo, permitimos que domine nuestras vidas en la medida en que todos dentro de nuestra esfera de influencia puedan ver que hemos “estado con Jesús” (Hechos 4:13).
Conclusión: No me avergüenzo del evangelio
En conclusión, no avergonzarnos del evangelio significa vivir una vida enraizada en la verdad de Dios, confiando plenamente en el poder transformador del mensaje de salvación. Como Pablo, debemos proclamar con valentía la buena noticia, recordando que nuestra confianza no está fuera de lugar porque el evangelio es poder de Dios para salvación.
Esta convicción nos llama no solo a predicar, sino también a vivir de manera coherente con nuestra fe, dejando que la justicia de Dios se revele en nuestras acciones y actitudes. Cuando hacemos esto, mostramos al mundo que el evangelio tiene el poder de cambiar vidas y sostenernos en cada circunstancia.
Más aún, vivir sin avergonzarnos del evangelio implica aplicar sus verdades en nuestra vida diaria, reflejando la gracia y el amor de Cristo en todo lo que hacemos. Es un llamado a ser testigos genuinos, personas cuyo carácter y decisiones demuestren que hemos “estado con Jesús”.
En este compromiso, encontramos la certeza de que nunca seremos defraudados, pues la oferta de salvación sigue vigente, y el Espíritu que inspiró las Escrituras permanece activo en nuestras vidas. Así como Pablo vivió y predicó con convicción, somos invitados a caminar con firmeza, asegurados en la fe, para que otros puedan ver y experimentar el poder del evangelio a través de nosotros.