Comentario sobre 2 Corintios 13:14, Explicación
¿Qué significa 2 Corintios 13:14? Breve Explicación, Doxología
La Palabra de Dios nos invita a reflexionar profundamente en los tesoros espirituales que se encuentran en cada versículo. Uno de ellos es 2 Corintios 13:14. Doxología que reúne la esencia misma del Evangelio: la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo. Este pasaje no solo es una bendición pronunciada por el apóstol Pablo, sino un resumen poderoso de cómo Dios se relaciona con nosotros. En este artículo, exploraremos el significado y la riqueza espiritual de esta doxología. Una explicación de 2 Corintios 13:14, entendiendo cómo cada elemento revela aspectos fundamentales de nuestra relación con Dios.
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«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén» (2 Corintios 13:14).
Aquí tienes la explicación de la Doxología de 2 Corintios 13:14
La gracia del Señor Jesucristo
La palabra gracia viene del griego Caris y se refiere a la disposición de la que procede un acto bondadoso. El otorgador de ese acto es nuestro señor Jesucristo, siendo un favor divino para la humanidad. Tal como lo expresa Juan 1:17: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.
Tito 2:11 dice: “porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”. De tal manera que esta gracia del señor Jesucristo se refiere, no a una persona de la trinidad, sino a la salvación que inmerecidamente hemos recibido; pues Dios ha puesto su gracia a disposición de la humanidad por medio de su manifestación en carne, es decir, el favor no merecido, la ayuda divina y la salvación vienen por medio de Jesucristo.
El amor de Dios
Ágape y agapao es la palabra griega para el amor divino. La máxima expresión de ese amor divino es que “…Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Así que el amor consiste en que “…Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también (DIOS MISMO) participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14). Derramando su amor en nuestras vidas como dice Pablo: “…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5), “… ¿o no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo (ESE ESPÍRITU EN NUESTROS CORAZONES) está en Vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Corintios 13:5).
Así que, el amor de Dios, no es otra persona de la trinidad sino que expresa el amor eterno con el cual nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo nos ha amado y ha derramado de su Espíritu Santo para que el amor de Dios esté en nosotros y seamos adoptados como hijos suyos ya que “…habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15), “Mirad cual amor nos ha dado el padre para que seamos llamados hijos de Dios…” (1Juan 3:1).
La comunión del Espíritu Santo
Comunión viene del griego Koinonia y significa tener en común, compañerismo, comunión, confraternidad. La gracia Salvadora y el Espíritu nos dan la comunión con él. El Espíritu Santo nos da esa comunión, relación y participación en intimidad con Dios, pero también con el resto de miembros del cuerpo de Cristo.
“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros…” (1Juan 1:6-7). “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, EN LA COMUNIÓN UNOS CON OTROS, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Es decir, que la comunión con el Espíritu Santo no se refiere a la tercera persona de la trinidad. Se está refiriendo a la relación, por medio del Espíritu Santo, entre nosotros con Dios y con el resto del cuerpo de Cristo.
Conclusión sobre 2 Corintios 13:14, explicación
2 Corintios 13:14 encapsula el corazón del Evangelio: la gracia inmerecida que encontramos en Jesucristo, el amor eterno de Dios que nos hace sus hijos y la comunión íntima del Espíritu Santo que nos une a Él y a su iglesia. Este versículo no solo es una bendición, sino una invitación a vivir diariamente en la plenitud de estas verdades.
Que podamos recibir y compartir esta gracia, amor y comunión, reconociendo que todo proviene de un Dios que desea estar cerca de nosotros. Que esta reflexión nos inspire a caminar en luz, en comunión con Él y con nuestros hermanos, viviendo como testigos de su amor y poder transformador. ¡Amén!