Por: Jason Dull, Cristología: Jesucristo Completamente Dios, Completamente Hombre
LA DEIDAD DE JESUS, SIGNIFICADO BÍBLICO
La Deidad de Jesucristo (Significado bíblico), Él mismo declaró su Deidad.
Lo que Jesús dijo es el mejor Testimonio de su Deidad, pues es su testimonio sobre su identidad. ¿Qué dijo Jesús acerca de sí mismo? ¿Cómo vio Jesús su relación con el Padre? Jesús hizo algunas afirmaciones en las que abiertamente y con valentía declaró su deidad.
Por ejemplo, una vez dijo: «Yo y el Padre uno somos» (Juan 10:30). Él no quiso decir que Él era uno en propósito con el Padre como algunos estudiosos sugieren, sino en que Él era de la misma esencia que el Padre (deidad).
La respuesta de los judíos a esta declaración de Jesús, nos permite apreciar la fuerza de lo que Él dijo.
Ellos tomaron piedras para apedrearlo (v. 31). Su razonamiento era que Jesús, quien era un hombre, se había hecho a sí mismo Dios (v. 33).
Para los judíos esta era una blasfemia y merecía la pena de muerte. Ellos entendieron perfectamente
que Jesús estaba afirmando ser el mismo Padre. Si Jesús no estuviera declarando su igualdad con el Padre, esta hubiera sido la oportunidad perfecta para explicar lo que Él realmente quiso decir. En cambio, Él continuó sosteniendo su reclamación (vs. 34-38).
En otra ocasión, Jesús le dijo a los judíos: «El que me ve, ve al que me envió» (Juan 12:45). Un paralelo a esta declaración, ocurrió durante la conversación de Jesús con sus apóstoles, que se encuentra en Juan 14:5-9. Jesús le dijo a Tomás: «Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (v. 7).
Felipe no pudo entender esta declaración, por lo que le pidió a Jesús que le mostrara el Padre a todos ellos para que quedaran satisfechos. La respuesta de Jesús fue: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?» (v. 9). Según el propio testimonio de Jesús, verlo a Él es ver al Padre (Dios). Uno no puede obtener una declaración mucho más clara que ésta, en cuanto a lo que Jesús afirmó ser.
Otras declaraciones que hizo Jesús y las prerrogativas que ejerció, implican su deidad. Si Jesús no es Dios, de hecho estas declaraciones y alusiones que hizo acerca de sí mismo lo habrían hecho un blasfemo. Por ejemplo, Jesús perdonó los pecados. Él dijo al paralítico que fue bajado por el techo: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Marcos 2:5).
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El pensamiento de los escribas presentes en la sala, fue que la declaración de Jesús era blasfema, y por eso dijeron: «¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» (v. 7). Si Jesús realmente no tenía el poder de perdonar, y en verdad no había perdonado los pecados de este hombre (lo que sólo Dios puede hacer), entonces Él tuvo la oportunidad perfecta para aclarar el asunto a aquellos judíos que preguntaron
por sus declaraciones.
En lugar de señalar que aquellos escribas habían malentendido sus palabras, Jesús dijo: «¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues
para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa». (vs. 9-11).
La deidad de Jesucristo: Jesús afirmó la autoridad en relación con la Ley de Dios.
Un ejemplo de esto es la Ley del Sabbath. Dios estableció el Sabbath para Israel, como uno de los 613
mandamientos de la ley de Moisés que ellos tenían que obedecer. Como Dios había hecho la Ley, solamente Él tenía el poder para modificarla o revocarla. Sin embargo, vemos a Jesús reclamando autoridad para modificar la Ley del Sabbath cuando sus discípulos fueron cuestionados por los fariseos por recoger espigas en un Sabbath (Marcos 2:23-28).
La respuesta de Jesús fue la de recordarles el momento en que David comió del pan de la proposición, cuando huía de Saúl (vs. 25-26). El pan de la proposición era estrictamente para los sacerdotes.
Si alguien más lo comía, estaba violando la Ley de Moisés, pero Dios nunca castigó a David. En conclusión, Jesús dijo: «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo» (vs. 27-28). Jesús afirmó claramente su derecho para redefinir el día de reposo, o para desatenderlo por completo si Él lo consideraba necesario, un derecho que pertenecía exclusivamente a Dios.
La deidad de Jesucristo: Afirmaciones de Jesús sobre su Deidad
Jesús afirmó que Él juzgará al mundo (Mateo 25:31-46), pero esta es solamente una prerrogativa divina (Salmo 50:6). Jesús también afirmó una relación con el Padre, que era única sólo para Él (Juan 14:23). Jesús afirmó tener el poder de la vida, cuando dijo a Marta: «Yo soy la resurrección y la vida: el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25). El Antiguo Testamento declara que sólo Dios tiene ese poder (Deuteronomio 32:39; 1. Samuel 2:6; 2. Reyes 5:7).
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Es particularmente interesante observar la respuesta de aquellos a quienes Jesús dijo estas profundas declaraciones. Después de que Jesús dijo a los judíos: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo» (Juan 5:17), los judíos procuraban matarle.
Juan nos dio la explicación de esto, cuando dijo: «Por tanto, los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios» (v. 18).
Los judíos entendieron que Jesús estaba reclamando ser el mismo Dios. La palabra griega isos, se traduce aquí como «igual», significa «ser lo mismo que» algo. Jesús se puso en el mismo plano, o estableció su deidad como el Padre.
Desde nuestra perspectiva, la terminología de «Hijo» y «Padre» utilizada por Jesús, pareciera implicar algún tipo de subordinación a Dios. Nos produce la sensación de que Jesús fuera menos que Dios. Sin
embargo, los judíos no vieron esta terminología de la misma manera. Cuando Jesús llamó a Dios su «Padre», esto fue considerado equivalente a decir que Él es Dios, como se ve claramente en el pasaje anteriormente citado.
Cuando Jesús dijo que Él y su Padre eran uno (Juan 10:30), de nuevo los judíos tomaron piedras para apedrearlo (v. 31). Cuando Jesús les preguntó por cuál de sus buenas obras deseaban matarlo, ellos le respondieron: «Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios» (v. 33). Los judíos no entendieron aquella referencia de Jesús a Dios como su «Padre» en el sentido de que Jesús era menos que Dios, o algún tipo de dios de segunda categoría. Más bien, ellos lo entendieron como su afirmación de ser el mismo Yahvé Dios.
Lo que los Apóstoles Pensaron de la Deidad de Cristo
Ahora que hemos analizado el propio testimonio de Jesús sobre su deidad, vamos a centrar nuestra atención acerca de lo que los apóstoles pensaron de Él. Después de que Jesús resucitó, Tomás le dijo: «Señor mío y Dios mío» (Juan 20:28).
La palabra griega kurios, traducida como «Señor», es el equivalente griego de la palabra hebrea adonai; y el griego theos que se traduce como «Dios», es el equivalente griego de la palabra hebrea elohim. Para Tomás, que era un judío monoteísta que sabía que el único Dios soberano era Yahvé (Deuteronomio 6:4), hubiera sido una blasfemia llamar a Jesús su Señor y su Dios, si no hubiera creído que Jesús es el mismo Yahvé en carne.
La audaz declaración de Pedro referente a Jesús: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:16), demuestra el convencimiento de Pedro sobre su deidad. Jesús le dijo a Pedro que la carne y la sangre no le habían revelado esta verdad, sino el Padre que está en el cielo (v. 17). Si aquí «Hijo de Dios» se refiere sólo a la humanidad de Jesús, entonces la revelación del Padre no habría sido necesaria. Con solo mirarlo, cualquiera podría haber visto que Jesús era un ser humano. Incluso los judíos entendieron
que Él era un ser humano genuino. Aquello que los judíos no podían creer, fue lo que Pedro entendió por la revelación de Dios: que Jesús es divino, siendo Dios y hombre al mismo tiempo.
Pablo, quien más escribió relativo a la persona de Cristo, dijo que Jesús «es la imagen del Dios invisible» (Colosenses 1:15. Ver también 2. Corintios 4:4).
¿Qué quiso decir Pablo cuando declaró que Jesús es la imagen de Dios? Sabemos que él no se refería a una semejanza física, porque Dios es Espíritu y por lo tanto no tiene un cuerpo físico. [1] La palabra griega que se ha traducido como «imagen» en la versión Reina-Valera es eikon, cuya raíz es eiko, es decir imagen, semejanza o representación.
Eikon denota tanto la representación y la manifestación de una sustancia. Note que Pablo iguala la imagen de Jesús con la del Dios invisible. El punto que Pablo trató de transmitir a sus lectores, es que Jesús es la representación visible de Dios al hombre. Por eso Jesús pudo decir: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9. Ver también 12:45).
Por esto, decir que Jesús es la imagen y semejanza de Dios, quiere decir que Él es Dios, pues Dios es único. ¿Qué semejanza pudo Jesús haber tenido con Dios sino la de su esencia divina? No se puede decir que su semejanza es igual a la que todos los seres humanos tenemos de Dios (Génesis 1:27).
Nosotros fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios, pero Jesús es la imagen y semejanza de
Dios. Entonces la semejanza de Jesús con Dios, debe ser la de la esencia divina. Ya que la esencia divina de Dios no puede ser cambiada, la deidad de Jesús no puede ser diferente a la del Padre. Tener la deidad del Padre es ser el Padre, porque su esencia divina no puede ser fragmentada.
Si todo lo que Pablo quiso decir fue que Jesús era similar a Dios, podría haber utilizado otras palabras griegas. Si Pablo creyó que Jesús poseía una semejanza con Dios, pero no en su misma esencia y ser, siendo algún tipo de sustancia diferente a Dios, podría haber utilizado homoioma. Esta palabra indica una
«semejanza», pero hace hincapié en «la semejanza con un arquetipo, aunque el parecido no se puede derivar…» [2]
También podría haber empleado eidos, que significa «una forma, o la forma». Sin embargo, esta palabra es sólo una apariencia «no necesariamente basada en la realidad». [3] En cambio, Pablo usó eikon, para expresar que Jesús es la misma imagen del Padre en su esencia y ser.
El autor de Hebreos dice que Jesús es «la imagen misma de su sustancia [la de Dios]» (1:3). La frase española traducida como «la imagen misma», proviene de la palabra griega charakter. De esta palabra obtenemos nuestra palabra española «carácter». Esta es la única vez en que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento. Significa «imprimir sobre, o sellar». Denota un grabado hecho por una herramienta que imprime una imagen en la que está siendo representado. [4]
Esta impresión, entonces, es una característica del instrumento utilizado para hacer productos de sí mismo. Lo que se produce, corresponde con precisión al instrumento.
La palabra griega traducida como «sustancia» es hupostasis. Es a partir de esta palabra que conseguimos el término «unión hipostática«, que describe la unificación de la deidad y la humanidad en el hombre Cristo Jesús.
Aunque la reconocida versión inglesa del Rey Santiago ha traducido hupostasis como «persona», este término es más correctamente entendido como «la esencia del ser o la sustancia de una cosa», como lo traduce la Reina-Valera. La etimología de esta palabra, tiene que ver con «el suelo de fundación o la base de un edificio». [5] Es lo que subyace, hace posible o soporta a una cosa. En este contexto, estamos hablando de lo que subyace o hace posible a Dios, a saber la esencia de Dios o su sustancia.
Hupostasis se traduce como «confianza» en 2. Corintios 9:4, 11:17 y Hebreos 3:14. En estos contextos, lo que está a la vista es la suficiencia o la fe en Dios. La idea en estos versículos, es que hay fundamento y plenitud esencial en la fe.
La otra única vez que dicha palabra aparece en las Escrituras es en Hebreos 11:1, donde se dice que la fe es la «sustancia» de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Aquí se puede ver claramente
el verdadero significado de la palabra. La fe es la esencia, sustancia, soporte subyacente, o fundamento de las cosas que se esperan.
Jesús, por lo tanto, no es sólo una representación de Dios, sino la impresión visible de la esencia y sustancia invisible de Dios. Es la naturaleza misma de Dios, expresada en la humanidad como el Hijo de Dios. O para decirlo de otra manera: es el grabado correspondiente a la esencia del ser de Dios en forma
humana. Liddon lo resumió mejor, cuando dijo que este versículo implica que Jesús «es a la vez personalmente distinto de, como aun literalmente igual a aquel de cuya esencia es el sellado adecuado». [6]
Reitero que decir que Jesús es la imagen de Dios, no es lo mismo que decir que nosotros fuimos creados a la imagen de Dios (Génesis 1:27, 9:6; 1. Corintios 11:7; Colosenses 3:10). La imagen de Dios en nosotros, parece corresponder a las capacidades morales, mentales y espirituales, en lugar de una representación de su esencia.
Sólo Jesús posee ese papel glorioso. Mientras que Jesús es Dios hecho carne, nosotros no somos más que polvo de la tierra hecho carne (Génesis 2:7). Nuestro ser es verdaderamente diferente al ser de Jesús, y por lo tanto la imagen de Dios a la cual fuimos hechos, debe ser necesariamente diferente a la imagen de Dios que se encuentra en Jesucristo.
En otro lugar, Pablo dijo: «Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad» (Colosenses 2:9). La Nueva Versión Internacional traduce este versículo como: «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo». [7] «Habita», es la traducción de la palabra griega katoikeo, que significa «establecerse permanentemente en una vivienda». «Plenitud» viene de la palabra griega pleroma que indica que «se llena».
¿Qué significa la Deidad?, definición, Significado Bíblico
La Deidad, definición bíblica, significado bíblico
Es la plenitud de la Deidad la que mora en Jesús. ¿Pero qué es la deidad? La palabra se traduce de theotes, que significa «esencia divina o la persona misma de Dios». Teniendo en cuenta el griego detrás de este versículo, entonces Pablo dijo que la plenitud de la esencia divina se ha instalado permanentemente en el cuerpo de Jesús.
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Este versículo nos da algunas verdades muy importantes que conciernen a la deidad de Cristo en relación con su humanidad. Ante todo, sabemos que la plenitud de la deidad de Jesús consistió en una plenitud de los atributos y las características divinas, sin que careciera de ninguno.
Jesús no se limitó a poseer algunos atributos divinos, sino que posee cada aspecto de la deidad.
Este versículo demuestra también la permanencia de la encarnación. Por último, este versículo declara que la deidad residente en Jesús, reside corporalmente. Esto indica una forma específica y definida.
Sólo he tocado superficialmente ciertas Escrituras que declaran y aluden la deidad de Jesucristo. Sobre este sólo tema se podría escribir un libro entero, pero creo que las Escrituras de las que he hablado aquí, proveen una base sólida en cuanto a quién es Jesucristo – el Yahvé del Antiguo Testamento hecho
carne.
[1]Todas las referencias a las manos de Dios (Isaías 48:13), la nariz de Dios (Éxodo 15:8) y los ojos de Dios (Proverbios 15:3), deben entenderse como expresiones antropomórficas que tratan de relacionar a Dios con nosotros en términos humanos. Dios no es un cuerpo gigantesco en el cielo. Tener un cuerpo,
indica la limitación a un espacio, pero Dios es omnipresente y por lo tanto no está limitado por ninguna forma o cuerpo (1. Reyes 8:27; Salmo 139:7- 13). Si quisiéramos entender estas Escrituras como descripciones físicas de Dios, entonces también nos veríamos obligados a creer que Dios es como un ave, porque las Escrituras hablan de Dios como teniendo alas (Salmos 91:4). La Escritura declara que Dios es
Espíritu (Juan 4:24), y los espíritus, por definición, no tienen cuerpos físicos (Lucas 24:36-39).
[2]Diccionario Expositivo de Palabras Bíblicas de Vine. Thomas Nelson Publishers, 1985, Estudio Bíblico para PC. Software para Computador. Versión 2.1. Biblesoft. Seattle, WA. 1993-1996
[3]Ibídem
[4]Ibídem
[5]A.T. Robertson, Imágenes Verbales en el Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 932), 5:336
[6]Liddon, como se encuentra en el Diccionario Expositivo de Palabras Bíblicas de Vine en el Estudio Bíblico para PC.
[7]La Biblia. Nueva Versión Internacional