La omnipotencia de Dios

La omnipotencia de Dios en la Biblia, estudio bíblico

A todos los teólogos, tarde o temprano, un estudiante les planteará una pregunta relacionada con la omnipotencia de Dios que, aunque parece simple, resulta ser un verdadero rompecabezas: ¿Puede Dios crear una roca tan grande que no pueda moverla? A primera vista, esta interrogante parece colocar al teólogo en un dilema sin solución. Si respondemos que sí, implicamos que Dios no podría mover la roca, lo que sugeriría una limitación en su poder. Si decimos que no, implicaríamos que hay algo que Dios no puede crear. En ambos casos, parecería que estamos imponiendo límites al poder divino.

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Este dilema es similar a otro concepto filosófico: ¿Qué sucede cuando una fuerza irresistible se encuentra con un objeto inamovible? Aunque es posible concebir ambos elementos por separado, su coexistencia resulta inconcebible. Si un objeto inamovible se mueve, deja de ser inamovible. Si no se mueve, la fuerza que actúa sobre él no puede llamarse irresistible. Ambos conceptos no pueden coexistir en la realidad.

¿Que significa la omnipotencia de Dios en la Biblia?

Para abordar este problema, debemos analizar lo que significa «omnipotencia» en la Biblia. La idea errónea de que implica que Dios puede hacer literalmente cualquier cosa subyace a este dilema. Sin embargo, en términos teológicos, no significa que Dios pueda realizar cualquier acción concebible.

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Hay cosas que Dios no puede hacer

La Biblia misma nos señala que hay cosas que Dios no puede hacer. Por ejemplo, Dios no puede mentir (Hebreos 6:18), no puede morir, ni puede actuar en contra de su naturaleza perfecta. Tampoco puede ser eterno y, a la vez, haber sido creado. En esencia, Dios no puede dejar de ser Dios.

La omnipotencia, entonces, no es un poder descontrolado que desafía la lógica o la coherencia. Más bien, significa que Dios tiene poder absoluto sobre su creación. Ninguna parte de ella está fuera del alcance de su control soberano.

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Por lo tanto, la respuesta al dilema de la roca es clara: Dios no puede crear una roca que no pueda mover, porque tal acto implicaría que algo en la creación podría limitar su poder, destruyendo su omnipotencia. Este no es un límite del poder de Dios, sino una reafirmación de que Dios no puede contradecir su propia naturaleza perfecta y coherente.

La omnipotencia y la voluntad divina

Cuando el ángel Gabriel anunció a María que concebiría a Jesús, dijo: «porque nada hay imposible para Dios» (Lucas 1:37). Esta declaración no debe entenderse como que Dios puede hacer lo incoherente o lo absurdo. Más bien, significa que Dios puede cumplir todo lo que está de acuerdo con su voluntad perfecta. Su poder no está restringido por las limitaciones humanas o las leyes de la naturaleza, pero sí está limitado por su carácter santo y perfecto.

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Esto nos lleva a una importante distinción: la omnipotencia de Dios no se manifiesta en actos caprichosos o contradictorios, sino en su capacidad para cumplir sus propósitos soberanos. Por ejemplo, Dios no puede pecar porque nunca tendrá la voluntad de hacerlo. Como declaró Job al final de sus pruebas: «Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti» (Job 42:2).

Una fuente de consuelo

Para el creyente, la omnipotencia de Dios no es solo un concepto teológico abstracto, sino una verdad profundamente consoladora. La misma fuerza que Dios desplegó al crear el universo está al servicio de sus propósitos redentores y de su amor por nosotros.

Algunos ejemplos de la omnipotencia de Dios en la Biblia

Dios demostró su poder al liberar a Israel de la esclavitud en Egipto, dividiendo el Mar Rojo para que su pueblo cruzara en seco (Éxodo 14:21-22). También manifestó su omnipotencia al resucitar a Cristo de entre los muertos, venciendo el pecado y la muerte de manera definitiva (1 Corintios 15:55-57). Estos eventos históricos son un recordatorio de que Dios es capaz de cumplir cada promesa que ha hecho a su pueblo.

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El salmista proclamó: «Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho» (Salmo 115:3). Esta verdad nos asegura que no hay circunstancia, fuerza o poder en el universo que pueda frustrar los planes de Dios. No existen moléculas al azar ni fuerzas fuera de su control. Aunque el mundo parezca caótico o amenazante, podemos descansar en la certeza de que Dios gobierna soberanamente sobre todo lo que ha creado.

Amenaza para los malvados, consuelo para los creyentes

La omnipotencia de Dios tiene dos implicaciones principales. Para los malvados, es una amenaza: ningún acto de rebelión, por oculto que sea, escapará del juicio de Dios. Su poder y justicia son imparables. Pero para los creyentes, es una fuente inagotable de paz y esperanza. Saber que Dios es el Todopoderoso nos da confianza para enfrentar cualquier adversidad.

El apóstol Pablo escribe en Romanos 8:31-39 que nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús. La omnipotencia de Dios garantiza esta seguridad. Si el mismo Dios que creó los cielos y la tierra está de nuestro lado, ¿quién podrá contra nosotros? Este conocimiento nos permite caminar con fe, incluso en medio de dificultades aparentemente insuperables.

Reflexión y aplicación personal

Cuando meditamos en la omnipotencia de Dios, debemos permitir que esta verdad transforme nuestra manera de vivir. No estamos abandonados a las fuerzas del azar ni a las circunstancias incontrolables. Por el contrario, el Dios que sostiene el universo en sus manos está activamente involucrado en nuestras vidas.

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Esto debería inspirarnos a orar con fe y confianza. Si creemos en un Dios todopoderoso, nuestras oraciones no deben estar limitadas por lo que consideramos posible. Debemos recordar que, aunque nuestras fuerzas sean limitadas, el poder de Dios es ilimitado.

También nos llama a la obediencia y la rendición. Si Dios tiene el control absoluto, podemos confiar en que sus planes son mejores que los nuestros, incluso cuando no entendemos completamente sus propósitos. Como dice Efesios 1:11, Dios «hace todas las cosas según el designio de su voluntad«.

Conclusión

La omnipotencia de Dios no significa que pueda hacer cualquier cosa imaginable, sino que tiene el poder absoluto para cumplir su voluntad perfecta y soberana. Esta verdad nos desafía a abandonar las ideas humanas que buscan limitarlo y, en su lugar, confiar plenamente en su capacidad para obrar en nuestras vidas.

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El Dios Todopoderoso, que trajo el universo a la existencia, es el mismo que garantiza nuestra redención y sostiene el cosmos en su lugar. Ningún problema, por grande que parezca, está fuera de su alcance. Ningún enemigo, por poderoso que sea, puede resistir su voluntad. La omnipotencia de Dios no es solo un atributo más; es el fundamento de nuestra esperanza, nuestro refugio en la tormenta y la fuente de nuestra victoria en Cristo.

Omnipotente en la Biblia: Pasajes para meditar

  • Génesis 17:1: «Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.»
  • Salmo 115:3: «Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.»
  • Romanos 11:36: «Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.»
  • Efesios 1:11: «En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.»
  • Hebreos 1:3: «El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…»
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