El tiempo de Dios es perfecto (Prédica Escrita)
No importan las circunstancias
No importan las circunstancias ni lo que dicten nuestras emociones o la presión del momento; el tiempo de Dios es perfecto, nunca llega tarde ni se adelanta. En Juan 11 encontramos una lección profunda sobre la confianza en medio de la espera. Cuando Jesús se entera de que su amigo Lázaro está gravemente enfermo, uno esperaría que corriera de inmediato a socorrerlo.
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A pesar de la gravedad de Lázaro, para sorpresa de sus discípulos, Jesús decide quedarse dos días más antes de partir hacia Betania. Esta aparente demora no fue indiferencia ni descuido, sino parte de un propósito divino mayor. Lo que esta historia nos enseña es que, aunque nuestros relojes indiquen urgencia, el reloj de Dios marca con precisión los tiempos de su voluntad.
Nada escapa a la soberanía de Dios. Aunque Marta y María pensaron que Jesús había llegado demasiado tarde, Él demostró que su tiempo es el más oportuno, pues no solo sanó a Lázaro, sino que lo resucitó, revelando su poder sobre la muerte y fortaleciendo la fe de todos los presentes.
Así también en nuestras vidas, Dios permite ciertas demoras aparentes no para frustrarnos, sino para glorificarse a través de los milagros que ocurren cuando decidimos confiar en su calendario divino.
Dios obra en el momento exacto, aun cuando todo parece perdido
Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro ya llevaba cuatro días en el sepulcro. Todo parecía perdido: la muerte había sellado su sentencia, el duelo llenaba la casa y la esperanza se había desvanecido. Sin embargo, lo que para los hombres era el final, para Dios era el escenario perfecto para manifestar su gloria.
La aparente demora de Jesús no fue negligencia ni indiferencia, sino parte de un plan divino que revelaría algo mucho mayor: Que Él tiene poder sobre la vida y la muerte. Esta historia nos enseña que, aunque no siempre comprendamos los tiempos de Dios, Él nunca llega tarde. Su obra se manifiesta en el momento justo, cuando todo parece imposible, para que no haya duda de que fue Su mano la que intervino.
La resurrección de Lázaro no solo restauró una vida, sino que fortaleció la fe de muchos y glorificó el nombre de Jesús. Este milagro nos recuerda que, aunque Dios no actúe según nuestro calendario o expectativas, Él nunca deja de estar en control.
Cuando sentimos que el tiempo ha pasado y que la situación está más allá de toda solución, es allí donde Dios se especializa en actuar. Él no se mueve por la urgencia humana, sino por Su perfecta sabiduría y soberanía. Confiar en que Dios obra en el momento exacto es un acto de fe que nos sostiene en medio de la espera, sabiendo que lo que Él tiene preparado siempre será lo mejor.
Ni antes ni después, es en el tiempo perfecto de Dios
Dios nunca llega temprano ni tarde; siempre actúa en el tiempo perfecto. Su tiempo no es el nuestro, y aunque a veces sentimos que sus respuestas demoran o que el silencio se prolonga, Él jamás llega con retraso. Lo que para nosotros parece una espera interminable, en realidad es una preparación divina.
La Escritura nos recuerda que Dios envió a su Hijo «cuando vino el cumplimiento del tiempo» (Gálatas 4:4), ni antes ni después, sino en el tiempo perfecto de Dios. Así también, cada una de sus promesas se cumple en el instante exacto determinado por su voluntad. ¡Gloria a Dios por su fidelidad y por actuar siempre a tiempo!.
Esperar el tiempo perfecto de Dios aumenta nuestra fe y confianza
Esperar el tiempo perfecto de Dios fortalece y aumenta nuestra fe y confianza, porque nos obliga a depender, esperar y confiar en Dios. Al hacerlo, aprendemos a descansar en Su soberanía y fidelidad, reconociendo que sólo Él merece toda la gloria y alabanza por cada victoria alcanzada. Tal como lo expresó el salmista: «En tu mano están mis tiempos…» (Salmo 31:15), nuestros días están bajo Su control perfecto.
En el momento preciso, Dios suplirá tu necesidad. Él te librará, te sostendrá y te rescatará. No será cuando tú lo decidas, sino cuando Él lo determine. ¡En el tiempo perfecto de Dios, no en el nuestro! Y cuando llegue ese momento, entenderás que Su voluntad siempre fue buena, agradable y perfecta.
Mientras tanto, el tiempo de espera no es tiempo perdido, sino una escuela divina donde Dios trabaja en nuestro carácter, moldea nuestro corazón y fortalece nuestra fe. En cada día de aparente silencio, Dios está obrando detrás del telón, preparándonos para recibir lo que ha prometido y enseñándonos que su fidelidad nunca falla.
¿Por qué el tiempo de Dios es perfecto?
Muchas veces, en nuestra humanidad, nos cuesta comprender los planes de Dios y el porqué de los tiempos que Él establece. Queremos respuestas inmediatas, soluciones rápidas y caminos rectos, pero Dios ve más allá de nuestras limitaciones. Su perspectiva es eterna, y su voluntad se ejecuta con una precisión que supera todo entendimiento humano.
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El profeta Isaías lo expresó de manera sublime cuando escribió: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías 55:8-9).
Este pasaje anterior, nos recuerda que la lógica divina trasciende la lógica terrenal. Lo que hoy nos parece una demora o un obstáculo, mañana puede revelarse como la protección de Dios o la preparación perfecta para algo mayor.
El tiempo de Dios es perfecto, porque actúa con propósito no con prisa
Dios actúa con propósito, no con prisa. Cada segundo en sus manos tiene sentido, incluso cuando nosotros no lo comprendemos. Él sabe cuándo estamos listos, cuándo algo nos conviene o cuándo debemos esperar para madurar, crecer o sanar. El tiempo de Dios es perfecto, Su calendario no está sujeto a nuestras emociones, sino a su amor eterno y su sabiduría infinita.
Aprender a confiar en el tiempo perfecto de Dios es una expresión profunda de fe, porque significa descansar en su soberanía y aceptar que, aunque no lo veamos ahora, Él siempre obra para nuestro bien. Cuando miramos hacia atrás, muchas veces entendemos que lo que creíamos tardanza fue en realidad un acto de misericordia o un tiempo de formación que nos preparó para recibir su bendición en plenitud.
Dios tiene el control: Conoce el pasado, presente y futuro
¡Nuestro Dios posee una perspectiva eterna! Él no está limitado por el tiempo como nosotros. Es el gran «YO SOY» (Yahweh), el Eterno, el Inmutable, el que era, es y será por siempre. Su conocimiento abarca todo lo que ha sido, lo que es y lo que aún no ha sucedido.
Mientras que nosotros solo vemos una pequeña parte de la realidad, como si observáramos a través de una rendija estrecha, Dios contempla el panorama completo desde la eternidad. Lo que para nosotros es incierto o desconocido, para Él ya está resuelto.
Nuestra comprensión es limitada, finita y muchas veces nublada por las emociones, el miedo o el deseo de controlar las circunstancias. En cambio, el conocimiento de Dios es perfecto, absoluto y libre de error. Él ve cada detalle del pasado, cada necesidad del presente y cada consecuencia del futuro. Por eso, confiar en Él no es un salto ciego, sino un acto de sabiduría.
Jesús no actuó impulsivamente, sino en el tiempo perfecto de Dios
Un claro ejemplo de esto lo encontramos en la historia de Lázaro (Juan 11). Si tú o yo hubiéramos estado en el lugar de Jesús, probablemente habríamos corrido de inmediato a sanar a Lázaro apenas supimos que estaba enfermo. Nuestra reacción humana, movida por la compasión inmediata y el deseo de evitar el sufrimiento, habría sido actuar sin demora. Pero Jesús, que conoce todas las cosas, no actuó impulsivamente, sino en el tiempo perfecto de Dios.
Jesús sabía que la enfermedad de Lázaro no era para muerte, sino para la gloria de Dios. Su aparente tardanza no era negligencia, sino parte de un propósito divino mayor. Él quería llevar a sus discípulos a una fe más profunda, una fe que no solo creyera en su poder para sanar, sino también en su poder para resucitar.
Sanar a un enfermo es impresionante, pero levantar a un hombre que llevaba cuatro días muerto en una tumba… eso cambia todo. Eso confronta la mente humana, desafía la lógica y empuja la fe a un nuevo nivel.
Los discípulos ya habían visto a Jesús hacer milagros, sanar cojos, dar vista a los ciegos y liberar a los endemoniados. Pero la resurrección de Lázaro fue una lección sobre la soberanía divina y la perfección del tiempo de Dios. Fue una declaración poderosa: no hay situación tan muerta, tan perdida, tan tarde, que el poder de Dios no pueda transformar para Su gloria.
El retraso de Dios no es negación
Esta historia nos enseña que el retraso de Dios no es negación. Que cuando parece que todo está perdido, Él puede obrar con poder. Que aunque no entendamos el «por qué» de sus demoras, sí podemos confiar en el «quién» que está detrás de cada decisión divina.
Aceptar que los caminos de Dios no son los nuestros (Isaías 55:8-9) es una invitación a rendir nuestra voluntad y confiar plenamente en la suya. Significa reconocer que no siempre entenderemos lo que está ocurriendo, pero sí podemos descansar en el hecho de que Él sí lo entiende todo. Que lo que Él hace —o decide no hacer de inmediato— siempre tiene un propósito en el tiempo perfecto de Dios.
Confiar en Dios es soltar el control, dejar de apoyarnos en nuestro propio entendimiento y descansar en su sabiduría infinita. No es fácil, especialmente en momentos de dolor, incertidumbre o espera prolongada. Pero es allí, en medio de esas circunstancias, donde nuestra fe es fortalecida, donde aprendemos a depender no de nuestras emociones, sino de su fidelidad.
Recordemos esto: Dios nunca llega tarde. Su tiempo no es el nuestro, pero siempre es el mejor; porque el tiempo de Dios es perfecto. Cuando Él obra, lo hace de manera completa, perfecta y gloriosa. Él no solo ve lo que nosotros no podemos ver, sino que también está trabajando en nosotros mientras esperamos.
Así que si estás atravesando una temporada de incertidumbre, si sientes que Dios está en silencio o que la respuesta no llega, recuerda que Él tiene el control. Él ya ha visto el final desde el principio. Nada escapa a su mirada. Descansa en su tiempo, confía en su corazón, y mantén tu fe firme, sabiendo que su propósito se cumplirá a su manera y en el tiempo perfecto de Dios.
Dios siempre tiene la última palabra
Dios puede obrar en determinada situación. No importa cuán terrible e imposible parezca, cuán terrible se sienta, o cuán aparentemente no haya respuesta, ni ayuda, ni esperanza, Dios lo llevará a cabo porque Él y solo Él tiene la última palabra.
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Ponemos puntos en nuestras vidas donde Dios pone comas. Creemos que se acabó nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra salud, nuestro futuro, punto. Pero Dios pone una coma en esos lugares, porque no se acaba hasta que Él dice que se acabó. Dios todo lo resuelve en su tiempo perfecto, porque Él tiene sus propósitos.
Estando Lázaro muerto, Dios tuvo la última palabra
Lázaro estuvo muerto y en descomposición durante cuatro días en esa tumba. Eso es más que un punto, ¡Es un signo de exclamación! Pero no había terminado, Dios puso una coma en ese lugar. Y Jesús resucita a Lázaro de entre los muertos, sus órganos funcionan, la piel podrida se renueva de nuevo, porque Dios tiene la última palabra y porque Dios, en lugar de curarlo, iba a resucitarlo.
Todos pensaron en que pudo sanarlo antes de morir, pero Dios obra conforme a sus propósitos, era mejor resucitarlo que sanarlo para que la gloria de Dios se manifieste.
Dios cumple sus propósitos en su tiempo perfecto
Jesús tomará lo que ha muerto en ti y lo resucitará de entre los muertos. Él nos ayudará a superar la crisis, no solo sobreviviendo a duras penas, sino también victoriosos. Vencedores, no víctimas. Campeones, no tontos. Ganadores, no llorones. Deja de poner puntos donde Dios pone comas. No es cuando nosotros queremos que las cosas sucedan, sino cuando Dios quiera, en Su tiempo perfecto.
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Gracias a Jesucristo, la muerte y la tumba ya no tienen la última palabra en nuestras vidas. Jesús tiene la última palabra. Confías en Él y pones tu vida en Sus manos, ¡Tú también vivirás!, Dios tiene la última palabra.
La frase el tiempo de Dios es perfecto
Muchos hemos escuchado la frase «el tiempo de Dios es perfecto». Si eres cristiano, es probable que hayas escuchado esta frase en un sermón de la iglesia o de un líder, y si no, en algún momento la escucharás. Tiene sentido; pues hay varias razones por las que Dios sabe qué es lo mejor para nosotros y por qué nuestro propio tiempo puede estar equivocado.
Tenemos plazos, obligaciones, una perspectiva estrecha (en comparación con Él), y seamos sinceros, ¡Estamos impacientes!, pero Dios no lucha con ninguna de estas cosas. De hecho, Su horario y Su tiempo no dependen de nuestro horario.
Su guía en nuestra vida puede llegar tarde para lo que queremos o esperamos; sin embargo, no dejes que la frase «el tiempo de Dios es perfecto» te engañe. La perfección del tiempo del Señor no significa que tu tiempo sea inútil, ni significa que hay razón para no respetar nuestro tiempo y horario. Simplemente significa que Dios sabe todo y que las cosas ocurren en Su tiempo, no en el nuestro. ¡Todavía tenemos que trabajar duro y concentrarnos en mejorar nuestra fe!
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Un vistazo más de cerca a la frase el tiempo de Dios es perfecto
¡Echemos un vistazo más de cerca a esta frase común! ¿El tiempo de Dios es perfecto siempre para nosotros? Si miramos la frase desde nuestra perspectiva, es posible que pensemos que no. Pero es importante entender que Su tiempo no es nuestro tiempo.
Con esto en mente, no significa que no debamos aceptar o rechazar una oferta de trabajo y ciertamente no significa que debamos rechazar una propuesta de compromiso, porque Dios no nos ha dado una respuesta definitiva. Su guía aparece a través de una variedad de fuentes.
Los cristianos deben consultar con Dios a través de la oración cuando hay una decisión importante que tomar. La oración es esencial para ser cristiano y cuanto más desarrollemos nuestra fe, más entenderemos la dirección de Dios.
Las respuestas de Dios también vienen a través de Sus enseñanzas en las Escrituras y aparecen en el liderazgo de la iglesia. Por lo tanto, no debemos orar y luego sentarnos y esperar a que ocurra. Debemos usar la oración, consultar con mentores y líderes de la iglesia y hablar con miembros de la familia.
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Las cosas raras veces ocurren cuando las esperamos, sino en el tiempo perfecto de Dios
Proverbios 19:20-21 dice: «Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez. muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá«
Los cristianos y las Escrituras pueden proporcionar información valiosa sobre lo que Dios quiere para nuestras vidas; todo esto es parte del tiempo perfecto de Dios y rara vez ocurre cuando lo esperamos.
A veces, nos encontraremos con un resultado con el que no estamos contentos o que llega inesperadamente. Estas circunstancias pueden ser desafiantes, pero Dios tiene una manera de enseñarnos y bendecir nuestras vidas de maneras que no podemos imaginar.
Razones por las que el tiempo de Dios es perfecto
a. Porque no tiene fecha límite
Cada día nos enfrentamos a plazos. Los informes deben presentarse en el trabajo y las tareas deben entregarse en la escuela, pero no hablamos de este tipo de plazos porque el tiempo del Señor no está limitado a nuestros plazos, no tiene fecha límite.
Dios no tiene estos plazos y no está demasiado preocupado por los nuestros, pero quiere lo mejor para nosotros. Si tenemos fechas límite, debemos cumplir con nuestras obligaciones mundanas sabiendo que el tiempo de Dios nunca ocurre apresuradamente.
b. Porque su tiempo nunca es impaciente
Dios nunca es impaciente y Su tiempo no se apresura. Su horario se basa únicamente en el cuidado de su rebaño y somos parte de él. La mayoría de nosotros somos todo lo contrario a ser pacientes. Vivimos en una sociedad acelerada e incluso las personas más pacientes tienden a querer resultados rápidos.
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La paciencia es un rasgo de carácter maravilloso para desarrollar, y es aún más importante cuando estamos esperando. Para ser más parecido a Cristo, ora pidiendo la paciencia de Dios.
c. El tiempo de Dios es honesto
El tiempo de Dios siempre es honesto. Todo ocurre en el tiempo perfecto de Dios y no hay juegos con la espera ni hay verdad que haya sido manipulada.
Esta razón por la que el tiempo de Dios es mejor se basa en cómo Él responde nuestras oraciones. Cuando recibimos la guía en su tiempo, obtenemos la verdad.
Después de todo, la Biblia es la verdad de Dios y podemos encontrar toda Su guía en las Escrituras, ¡Nunca se contradice!
d. Porque Su juicio nunca se nubla
¿Alguna vez has tomado una decisión importante sin tener otra cosa en mente? Nuestras mentes están llenas de muchas cosas cada día y, a veces, es difícil tomar una decisión clara sin ser influenciado. La influencia puede provenir de nuestros propios deseos, de amigos o, en general, de los medios de comunicación y la sociedad. A veces ni siquiera nos damos cuenta de cómo nos han influido, pero bueno es cuando tomamos las decisiones en el tiempo perfecto de Dios.
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Cuando las cosas suceden en el tiempo perfecto de Dios, sabemos que Él nunca es influenciado por otros ni por la sociedad. Su tiempo es preciso y claro y no tiene una lista de verificación prioritaria de a quién ayudar o responder primero. El tiempo del Señor es el correcto y Su juicio nunca se nubla.
e. Porque Él nos tiene presente en su mente
Hay miles de millones de personas en el planeta y miles de millones antes han vivido en la Tierra. Como seres humanos, nuestro círculo de conocidos es limitado, solo podemos conocer a un número limitado de personas y, ya sea que lo notemos o no, priorizamos a las personas que nos rodean en función de su importancia. Para la mayoría de las personas, la familia es una prioridad, luego los amigos y la familia de la iglesia, luego los compañeros de trabajo.
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Es difícil administrar todas nuestras relaciones y solo tenemos un tiempo limitado en un día. Dios tiene y quiere una relación con todos nosotros. Espera pacientemente escuchar nuestras alabanzas, nuestras confesiones y nuestras preguntas. Aunque Él conoce todo nuestro corazón, cuando vinimos a Él somos tratados como únicos.
¡No serás el segundo en la fila! Dios tiene cuidado de nosotros todo el tiempo, tal como nos lo dice 1 Pedro 5:7 «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros«.
f. Porque tiene perspectiva
Dios tiene perspectiva para nuestras vidas y para el mundo. Él creó el mundo hace mucho tiempo y Su marco de tiempo es vasto, es mucho mayor que nuestras cortas vidas. Esto no significa que el tiempo del Señor vendrá después de que nos vayamos, pero sí significa que Él tiene una perspectiva que no podemos entender. Comparados con Dios, tenemos una perspectiva estrecha, construida alrededor de nuestras escuelas, lugares de trabajo y lugares de adoración.
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Podemos viajar, leer y estudiar las Escrituras y esto nos da nuevas perspectivas, pero todavía no es nada comparado con la perspectiva de Dios. Confíe en Él, porque Él tiene perspectiva.
g. Los tiempos de Dios son perfectos, incluso en nuestros malos momentos
Recientemente escuché a un vecino comentar sobre un conocido. Dijo que «tuvo una sincronización horrible». Existe un mal momento y puede causar problemas.
Un mal momento puede provocar accidentes de tráfico, perder una reunión y quedar atrapado en la lluvia. Pero el tiempo perfecto de Dios no está ligado a nuestros sucesos mundanos y, aunque pueda parecernos un mal momento, siempre es el mejor. Siempre hay una razón detrás de Su tiempo. ¿Cómo podría ser malo el tiempo de Dios?
h. Porque nunca hay ataduras
En nuestras vidas, las decisiones a menudo se toman con obligaciones asociadas a ellas. Algunas son directas (contratos) mientras que otras son indirectas (obligaciones inferidas).
El tiempo del Señor, ya sea en oraciones contestadas, bendiciones o desafíos, nunca tiene ataduras. Dios nunca dirá «Haz esto por mí y yo lo haré por ti». Su guía y sus oraciones contestadas son el resultado de Su bondad.
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Incluso las bendiciones de Dios se proporcionan con intenciones puras. Como cristianos, Dios espera que actuemos de acuerdo con Su Palabra. Sin embargo, nunca hay ataduras cuando Él nos guía.
i. Porque no es necesaria una cita
¿Alguna vez has concertado una cita con Dios? En realidad, esta es una gran idea para organizar tu rutina diaria y asegurarse de pasar tiempo con Él.
Hacer una cita diaria con Dios es una forma de responsabilizarnos e interactuar con Él. Dicho esto, Dios nunca requiere una cita, porque no lo necesita. Está disponible a cualquier hora del día y siempre escucha.
Nuestro tiempo está limitado por las horas del día, por la escuela y el trabajo, y por nuestra necesidad de dormir.
Los tiempos de Dios son perfectos, versículos
- Jeremías 29:11-12: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. El tiene sus planes en su tiempo.
- Salmos 27:14 «Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová«, aguarda en el Señor». El salmista esperó con paciencia en Dios.
- Eclesiastés 3:1 «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora».
- Miqueas 7:7 «Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá».
- Lamentaciones 3:25-26 «Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová». Bueno es a los que esperan a Jehová.
- Salmos 90: 4 «Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche», En el tiempo del Señor, no importa si son pocos años y mil años; pues no hay impaciencia.
Ejemplos bíblicos
1. El nacimiento de Jesús – Gálatas 4:4-5
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” (Gálatas 4:4-5, RVR1960)
Explicación: Dios no envió a su Hijo al mundo en cualquier momento, sino en el “cumplimiento del tiempo”, es decir, en el momento exacto y dentro del plan divino. Esto nos recuerda que Dios no se adelanta ni se retrasa; actúa cuando el escenario está perfectamente preparado.
2. Abraham y el nacimiento de Isaac – Génesis 21:1-2
“Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho.” (Génesis 21:1-2)
Explicación: Abraham y Sara esperaron muchos años por el cumplimiento de la promesa. Aunque pareciera imposible, Dios cumplió su promesa en el tiempo que Él había establecido, no en el que Abraham y Sara esperaban. Esto nos enseña paciencia y confianza en que Dios no olvida lo que ha prometido.
3. José en Egipto – Génesis 50:20
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” (Génesis 50:20)
Explicación: José fue vendido por sus hermanos y pasó años sufriendo injustamente. Pero con el tiempo, Dios lo colocó como gobernador de Egipto para salvar vidas durante una gran hambruna. Aunque el proceso fue largo y doloroso, Dios cumple su propósito en el momento exacto.
4. El tiempo de Moisés para liberar a Israel – Éxodo 3:10
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.” (Éxodo 3:10)
Explicación: Moisés intentó liberar a su pueblo por su cuenta y falló (Éxodo 2), pero cuando Dios lo llamó a los 80 años, ya había formado su carácter en el desierto. El llamado no vino cuando Moisés pensó que era fuerte, sino cuando Dios sabía que estaba listo.
5. Jesús y la resurrección de Lázaro – Juan 11:6, 39-44
“Oyendo, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.” (Juan 11:6)
Explicación: Jesús no corrió inmediatamente a sanar a Lázaro. A propósito esperó hasta que Lázaro muriera para glorificar a Dios a través de un milagro mayor: la resurrección. Marta y María pensaban que Jesús había llegado tarde, pero en realidad, llegó en el momento exacto para mostrar su gloria.
6. David y el trono de Israel – 2 Samuel 5:4
“Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años.” (2 Samuel 5:4)
Explicación: David fue ungido como rey cuando aún era un joven pastor (1 Samuel 16), pero pasaron muchos años y pruebas antes de que tomara el trono. Dios usó ese tiempo para prepararlo. Aunque parecía que el reinado tardaba, Dios no se equivocó en el momento en que lo elevó.
7. La conversión de Pablo – Hechos 9
“Y él temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6)
Explicación: Saulo (Pablo) era un perseguidor de cristianos, pero Dios lo alcanzó en el camino a Damasco. Aunque parecía el menos indicado y el momento más inesperado, fue el mejor momento para transformarlo en apóstol. Pablo luego escribiría: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy.” (1 Corintios 15:10)
8. El tiempo de restauración en Eclesiastés – Eclesiastés 3:1
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” (Eclesiastés 3:1)
Explicación: Este versículo es un recordatorio poético y poderoso de que Dios ha establecido tiempos para cada aspecto de la vida humana, desde el nacimiento hasta la muerte, desde la siembra hasta la cosecha. Nada ocurre fuera del control de su calendario divino.
9. El tiempo de Noé y el diluvio – Génesis 7:11-12
“El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas.” (Génesis 7:11)
Explicación: Noé construyó el arca durante años, soportando la burla de la gente. Pero el diluvio llegó exactamente cuando Dios lo había dicho. La paciencia de Noé y su obediencia nos enseñan que el cumplimiento de la palabra de Dios no falla, aunque parezca tardar.
10. La venida del Espíritu Santo – Hechos 2:1-4
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos…” (Hechos 2:1)
Explicación: Jesús había prometido el Espíritu Santo, y los discípulos oraron y esperaron. No vino el primer día, ni el segundo, sino en el día exacto que Dios había determinado: Pentecostés. El Espíritu descendió en poder, confirmando que Dios siempre cumple lo que promete, en el momento exacto.
Reflexión:
El tiempo de Dios nunca es prematuro ni tardío. Como dice 2 Pedro 3:9:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros…”
Aun cuando no entendamos lo que sucede o parezca que Dios guarda silencio, su calendario es exacto. Él trabaja en nuestra vida, en silencio muchas veces, pero con precisión. Confiar en su tiempo es confiar en su sabiduría, su amor y su soberanía.
Conclusión: El tiempo de Dios es perfecto
La frase el tiempo de Dios es perfecto, la escuchamos a menudo durante los sermones dominicales y de los líderes de grupos de la iglesia. Incluso esta frase la podemos escuchar de aquellos que no son miembros de la iglesia.
Es interesante considerar que el tiempo del Señor no es el mismo que nuestro tiempo. A menudo queremos respuestas inmediatas y podemos ser impacientes. Sin embargo, debemos comprender que las cosas no siempre llegarán cuando las esperamos.
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La verdad es que todo en el tiempo de Dios siempre es mejor que en nuestro tiempo. Esto no significa que nos sentemos y esperemos a que Dios tome nuestras decisiones por nosotros, o que responda nuestras oraciones. Ten en cuenta que lo que esperamos puede llegar en cualquier momento. Cuanto más edifiquemos nuestra fe, más nos daremos cuenta de que Dios es bueno y justo y que obra en el mejor momento. Recuerda que los tiempos de Dios son perfectos.