Hebreos 12:14, «Sin santidad nadie verá al Señor», explicación
Estudio bíblico: Sin santidad nadie verá al Señor
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12:14. Al final de este artículo te dejo varios enlaces que hablan sobre el tema de la santidad, espero sean de bendición. Ten presente que la Biblia dice: Seguid la paz con todos y sin santidad nadie verá al Señor.
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Definición de santidad, sin la cual nadie verá a Dios, Hebreos 12:14
La santidad es una de las características básicas de Dios. En lo que se refiere a Él, la palabra denota pureza y perfección absoluta. Solo Dios es santo en Sí mismo. La santidad aplica a personas u objetos para hacer referencia a lo que se separa o pone aparte para Dios. Somos separados para Dios, porque sin santidad nadie verá al Señor.
Hebreos 12:14 implica tanto separación como dedicación
Para los Hebreos del Antiguo Testamento, la santidad incluía tanto el concepto negativo de la “separación” como el concepto positivo de la “dedicación.” Para los Cristianos que han nacido de nuevo, la santidad significa específicamente la separación del pecado y del mundo, y la dedicación a Dios. Separarnos del pecado y dedicarnos a Dios.
Puesto que hemos recibido del Espíritu Santo de Dios, hemos recibido poder sobre el pecado, la enfermedad, y el diablo (Marcos 16:15-18). Este poder sobre el pecado nos permite llegar a ser testigos de que verdaderamente hemos nacido de nuevo (Hechos 1:8). Podemos decir, “Dios me ha salvado del pecado. El me ha sacado del pecado” para vivir en santidad.
La santidad es esencial para la salvación porque sin santidad nadie verá a Dios, Hebreos 12:14
La santidad es esencial para la salvación. Hebreos 12:14, «sin santidad nadie verá al Señor, es tan fuerte, tan cierto, y tan pertinente a la salvación como las palabras, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3, 5).
Después de la experiencia del nuevo nacimiento, un conflicto surge entre la carne y el espíritu que ha nacido de nuevo. Esta batalla es una batalla para la santidad y debemos ganarla a fin de ser salvos, pues sin santidad nadie verá al Señor.
La santidad y la separación
La santidad y la necesidad de la separación, Hebreos 12:14
Dios es santo; por lo tanto, Dios demanda que su pueblo sea santo como Él (I Pedro 1:15- 16). Comenzando con el pecado de Adán y Eva, el pecado del hombre lo ha separado de un Dios santo. La única manera para restaurar la comunión original entre el hombre y Dios es que el hombre se separe del pecado.
Tenemos que separarnos del pecado, porque sin santidad nadie verá al Señor
La decisión es o la separación de Dios o la separación del pecado. Hay solamente dos familias no más: La familia de Dios y la familia de Satanás, quien es el dios de este sistema mundial (I Juan 3:10; II Corintios 4:4). No hay terreno neutro. Son dos familias distintas y separadas, tú decides, pero sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).
Una es una familia santa—un sacerdocio santo (I Pedro 2:9). La otra es una familia profana. La llamada a la separación de este mundo profano es clara y explícita. “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré” (II Corintios 6:17), porque recordemos que sin santidad nadie verá a Dios.
Debemos ser un sacrificio vivo, porque sin santidad nadie verá al Señor
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:1-2). En sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Esta escritura da más significado a las ideas de la santidad y de la separación. La santidad incluye un sacrificio de nuestros deseos y voluntades. Debemos presentarnos a nosotros mismos en una manera que es aceptable a Dios. Simplemente es nuestro deber razonable hacerlo. Esto significa que deberíamos estar dispuestos a hacer cualquier cosa para que seamos aceptables a Dios, sin considerar el sacrificio. Santos, separados y aceptados.
La santidad es impartida por el Espíritu Santo
Solo con la ayuda divina podemos ser santos
Solamente por medio de la ayuda divina puede el hombre llegar a ser santo. La santificación (la separación) comienza cuando uno oye el evangelio y continúa mediante la fe, el arrepentimiento, y el bautismo en agua en el nombre de Jesús; pero se realiza principalmente por medio del Espíritu Santo que nos llena y mora en nosotros (I Pedro 1:2).
En esta edad, las leyes de Dios no son escritas en tablas de piedra. Sin embargo, esto no significa que Dios no tiene ningunas leyes; porque Él tenía leyes aún en el Huerto de Edén. Lo que sí significa es que hoy Dios escoge escribir Sus leyes en nuestros corazones mediante la fe por el Espíritu Santo (Jeremías 31:33, Hebreos 10:15-17).
El Espíritu Santo nos santifica, porque sin santidad nadie verá al Señor
Por lo tanto, todas las personas que están llenas del Espíritu Santo y que permiten que el Espíritu les guíe tienen las leyes de Dios escritas en sus corazones. Esto significa que podemos ser guiados por una conciencia, y por las impresiones y convicciones del Espíritu Santo. Tenemos una base fundamental de la santidad morando en nosotros y esto es de bendición porque sin santidad nadie verá al Señor.
La santidad es enseñada directamente por el Espíritu Santo en nosotros
De lo que acabamos de decir, esto es evidente y es apoyado por Jesús mismo. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
La santidad es enseñada por pastores y maestros llenos del Espíritu Santo. ¿Qué significa I Juan 2:27 que dice, “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”
La escritura anterior, simplemente habla de la santidad básica que mora en todos los que han recibido el Espíritu Santo. No significa que no es necesario ser enseñado por un maestro lleno del Espíritu Santo y llamado por Dios.
Según Efesios 4:11-12, un maestro es una dádiva de Dios, a fin de perfeccionar a los santos. La lucha para la perfección abarca todo lo que significa la santidad, y Dios nos ha dado el ministerio de los pastores y maestros para ayudar que los santos triunfen en aquella lucha, pues sin santidad nadie verá al Señor.
La santidad es enseñada en la Biblia
Seguid la paz con todos y sin santidad nadie verá al Señor
La Biblia no trata de dar respuestas específicas a las situaciones incontables que un individuo puede encarar. Con este fin Dios nos ha dado el Espíritu Santo y el ministerio. La Biblia sí da directivas básicas que se aplican a hombres y a mujeres de todas las culturas, edades, y situaciones. La Biblia nos declara lo que a Dios le gusta y lo que no le gusta. Nos declara las prácticas y las actitudes que Dios no acepta, y las que El espera de Su gente.
La santidad es un asunto individual
Cada creyente debe buscar la santidad, porque sin santidad nadie verá al Señor, Hebreos 12:14
Filipenses 2:12 dice, “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” Esto no permite que cada individuo crea sus propias reglas para ser salvo, pero significa que cada uno debe efectuar o realizar su salvación propia con temor y respeto.
En otras palabras, últimamente la salvación es la responsabilidad propia del individuo. Después de recibir la experiencia del nuevo nacimiento, cada individuo tiene que asegurar que persevere hasta el fin de la carrera. El debe quedarse con lo que Dios le ha dado. (Hebreos 3:14).
Cada individuo debe tener sus convicciones personales
Puesto que cada persona es responsable individualmente a Dios, cada uno debe tener convicciones propias. Desde el momento en que recibimos el Espíritu Santo, tenemos la necesidad de ser enseñados por los maestros llenos del Espíritu Santo que Dios ha puesto en la iglesia, y también por el Espíritu Santo directamente. A la vez debemos tener convicciones personales.
No confiar en las convicciones de los demás sino que estar convencidos individualmente
No podemos confiar en las convicciones o la falta de convicciones de otros, sino debemos buscar una respuesta para nosotros mismos sobre puntos específicos. Por supuesto, cualquier enseñanza definitiva de la Escritura es convicción suficiente en sí, y una persona no lo puede evitar porque dice que no siente una condenación.
A veces Dios da a una persona unas ciertas convicciones que no son compartidas por algunos otros creyentes. Quizás esto es necesario debido al trasfondo de aquella persona o de sus debilidades en ciertas áreas; o quizás Dios le está guiando a una relación más cercana a Él. En esta situación, la persona debería ser leal a sus convicciones propias en cuanto a su conformidad con la Escritura.
“Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente . . . y todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:5, 23). A la vez, él no debería tratar de exigir que otros las respeten. Asimismo, otros creyentes deberían respetar sus convicciones y no lo deben menospreciar (Romanos 14:2-6).
Dios siempre honra y bendice a aquellos que hacen consagraciones personales. Hay bendiciones especiales y relaciones especiales con Dios que vienen mediante estas consagraciones especiales. La consagración nos ayuda a vivir en santidad, y sin santidad nadie verá al Señor.
La santidad no se puede legislar
La santidad está o no en el corazón
Esa santidad en el corazón, debe ser motivada por el Espíritu Santo que mora dentro de uno. Los ministros tienen la autoridad espiritual y, desde luego, la responsabilidad de pedir normas de conducta y de vestidura entre los creyentes. Ellos tendrán que responder a Dios en lo que le concierne a uno (Hebreos 13:17).
La santidad debe estar en el corazón, porque sin santidad nadie verá al Señor
Los ministros pueden rogar, “Vístase modestamente,” pero si la santidad no está en el corazón, la persona no obedecerá. La santidad no puede ser legislada—o está en el corazón, o no está; pero tenga presente que sin santidad nadie verá al Señor.
Después de que uno haya nacido de nuevo, debe ser una cosa sencilla tomar el instinto básico de la santidad impartido por el Espíritu Santo y combinarlo con la Palabra de Dios como se enseña por un pastor lleno del Espíritu Santo a fin de vivir una vida santa ya que sin santidad nadie verá a Dios.
En cambio, hay mucha gente rebelde, y muchos intentan comparar denominaciones e iglesias. Las denominaciones nunca han salvado a nadie, porque solamente la Palabra de Dios puede traer la salvación.
La santidad mantenida por el amor a Dios
Por esta razón las Escrituras enseñan, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo” (I Juan 2:15). Podemos vivir una vida santa solamente por medio de amar a Dios, y no al mundo, que está bajo el dominio de Satanás.
La ley o el temor puede obligarnos a evitar el pecado hasta cierto punto, pero solamente el amor creará un deseo en nosotros de evitar todo lo que no es como Dios y todo lo que no es propicio a Su presencia en nuestras vidas.
Cuando alguien realmente ama a otra persona, trata de agradarle a aquella persona sin considerar su propia conveniencia y preferencia personal. Asimismo, cuando amamos a Dios, nuestro Padre y Salvador, queremos obedecer a Su Palabra y vivir en santidad, porque sin santidad nadie verá al Señor.
Cuando leemos Sus cartas a nosotros, queremos vivir según ellas porque le amamos. Su Espíritu en nosotros nos ayuda a ser obedientes. Él nos ayuda a ser alegres en nuestra obediencia, aunque la carne no quiere ser obediente.
Como Jesús dijo, “El que me ama, mi palabra guardará” (Juan 14:23. Véase también Juan 14:15, I Juan 2:3). Por otra parte, “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (I Juan 2:15).
Principios básicos de la santidad
Meditemos en elementos esenciales para vivir en santidad
La Biblia nos enseña los elementos esenciales de la verdadera santidad. “No os conforméis a este siglo” (Romanos 12:2). “Absteneos de toda especie de mal” (I Tesalonicenses 5:22). “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene” (I Corintios 9:25).
Sin santidad nadie verá a Dios, vivamos en santidad
Estas tres escrituras mencionadas anteriormente, describen la esencia de la santidad práctica y, nuevamente recuerde que, sin santidad nadie verá al Señor. El propósito fundamental de cualquier norma específica de la santidad es ayudarnos a vivir por aquellos principios básicos.
En primer lugar, no debemos actuar como el mundo pecaminoso ni tener la apariencia de ello. Aún debemos evitar aquellas cosas que tienen una sugerencia de o una semejanza a la maldad. La pregunta no debería ser, “¿Hasta qué punto podemos tener la apariencia del mundo y siempre estar bien?” o “¿Qué es lo menos que podemos hacer y siempre agradar a Dios?” Más bien, deberíamos preguntarnos “¿Qué podemos hacer para acercarnos lo más posible a Dios?
¿Cómo vivir para que no haya duda que estamos identificados con Jesucristo?
Estamos identificados con Cristo cuando estamos templados en todas las cosas. Esto significa que deberíamos ejercer siempre una restricción sobre nosotros mismos y el dominio propio. Nuestra carne siempre debe estar sujeta al Espíritu.
La templanza también significa que todo debe hacerse con moderación y no a extremos o con exceso. No debemos ir a un extremo de tolerancia, compromiso, y mundanalidad, ni al otro extremo de justicia propia, hipocresía, y ostentación.
Los principios de no conformidad al mundo y la templanza en todas las cosas son las claves para comprender cada área de la santidad.
Llamados a ser santos porque Dios es santo
A continuación te dejo enlaces a temas sobre la santidad:
Recuerda que sin paz y sin santidad nadie verá al Señor
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El camino de santidad, devocional
Versículos de santidad en las escrituras
Ten presente siempre que sin santidad nadie verá a Dios
Espero que este artículo y los de la lista anterior te sean de utilidad y de bendición para tu vida. Bendiciones.